Víctor Rodríguez en el programa de La 8 Burgos, habla sobre el uso de drones

 

19 de diciembre de 2020. En el espacio dedicado a la Criminología los viernes en el Magazine de la 8 Burgos, Víctor Rodríguez, Decano de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I ha analizado el uso de drones. En estas fechas, los drones son uno de los regalos que pueden recibir los niños de Papá Noel o los Reyes Magos por lo que es importante saber qué es un juguete y cuando se trata de un dron profesional. Para los niños, los drones tienen una limitación, de 250 gramos de peso y una altura de vuelo limitada. Los drones de juguete se usan para vuelos recreativos, algunos tienen una cámara e incluso los hay que recogen fotografías en el campo.

Víctor Rodríguez explica que, en ocasiones, ‘la mente criminal intenta grabar vulnerando el espacio aéreo y la intimidad de las personas. La mayoría de los delitos que se cometen con un dron se relacionan con cuestiones de seguridad. Y hay que tener cuidado porque, por ejemplo, las aspas giran a alta velocidad y pueden causar accidentes’.

Los drones profesionales

En cuanto a los drones de uso profesional, Víctor Rodríguez explica que su peso varía entre los 900 gramos y los 25 kilos y su uso es muy diverso: en arquitectura, para medir altimetrías; en agricultura, para conocer el estado de los cultivos o registrar propiedades que tienen acceso complicado; en ingeniería de montes, para  investigar incendios forestales; en las estaciones de esquí, para definir los peligros de un alud en invierno; en el cine, para realizar una grabación desde otro punto de vista… es decir, un dron, que puede alcanzar una altura de 10 metros,  es una tecnología muy útil para realizar un trabajo profesional en muchos campos.

Para poder volar un dron, es necesario un curso de formación previo, a través de una ATO, término que en inglés significa ‘Approved Training Organizations’ y traducido sería Organización de Formación Aprobada. En el sector aeronáutico, las ATO son habilitaciones emitidas por las autoridades competentes de un país para proveer servicios de entrenamiento e instrucción, desde el punto de vista teórico y práctico. Es una titulación oficial y en España dependen de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). La Universidad Isabel I es una institución autorizada para esta formación, que provee servicios de formación a pilotos de aeronaves tripuladas y no tripuladas.

El Decano de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I ha señalado que ‘las ATO sirven para saber cómo manejar un dron, cuales son las zonas de vuelo permitidas, las prohibiciones, por ejemplo, a menos de 8 kilómetros de un aeropuerto… se trata de clases teóricas y prácticas en las que se habilita a un piloto sobre todas las medidas de seguridad a la hora de utilizar un dron.

La delincuencia con drones

Víctor Rodríguez ha subrayado que en el uso de estas nuevas tecnologías con drones existe una parte oscura que, a veces, usan las mentes criminales para saltarse la ley. Los delincuentes utilizan los drones como herramientas para infringir la normativa de protección de datos, que se pueden traducir en estar a un kilómetro de distancia de un edificio y realizar una grabación a alguien en el interior de su vivienda. Rodríguez ha explicado que este tipo de grabaciones están prohibidas y tipificadas como un delito penal. Otros actos delictivos, sancionables pueden ser la modificación de un dron para que tenga más potencia, con más batería de la permitida para su modelo, para que tenga más autonomía de vuelo. Víctor Rodríguez ha destacado que estas manipulaciones en el dron sirven para, por ejemplo, acoplar un paquete al dron y acercar droga a una cárcel, algo que ha ocurrido recientemente. También se puede usar para cometer un atentado terrorista, añadiendo una bomba al dron, por lo que su regulación es estricta.

Ahora la legislación es clara, la última normativa es de junio de 2020, con la que se homologa su el uso de drones a nivel europeo. Víctor Rodríguez recomienda que ‘los drones se usen con cabeza, ya que se trata de aeronaves. Cada dron debe tener un número y la licencia correspondiente para volar, además de tener identificada a la persona que efectúa el vuelo, y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pueden pedir esa documentación a quien vuela un dron, en cualquier momento’.