portada de los 100 game changers

 

22 de diciembre de 2020. Eurídice Cabañes está entre las 100 Game Changers más influyentes del mundo en el sector de los juegos mundiales. Para la profesora de la Universidad Isabel I, los videojuegos son políticos. La docente que además gestiona la empresa ArsGames explica que ‘en mi empresa llevamos pensando y experimentando con los videojuegos desde 2006, en todas sus facetas y en sus relaciones con el arte, la pedagogía radical, la filosofía la tecnología, la política y el compromiso cívico. Creemos en su potencial para fomentar el cambio social’, matiza.

Cabañes, como profesora de la Universidad Isabel I, explica que su equipo en Ars Games, se define como ‘académicos punk’, y englobaría a educadores, hackers, trabajadores sociales, investigadores académicos; todos ellos exploran la naturaleza cultural de los juegos y las nuevas tecnologías. Su idea es ‘crear una práctica híbrida entre la academia y los movimientos sociales, en proyectos que se basan en la comunidad. Fomentamos el cambio social utilizando la cultura del juego como un método para permitir el pensamiento crítico de las comunidades locales’. El último de los proyectos en esta línea ha sido el de promover el concepto de videojuegos como bienes comunes digitales. Otro de sus últimos trabajos consiste en reivindicar los derechos digitales en videojuegos relacionados con la protección de datos de los usuarios, la accesibilidad y la promoción de diferentes formas de hacer juegos con modelos de economía social.

El programa de las 100 Game Changers de este 2020, en la última serie GI 100, recoge los perfiles de las personas y organizaciones que durante estos meses han influido en el sector de los videojuegos mundiales. Se trata de un reconocimiento por la diferencia que marcan en la industria personas como la profesora de la Universidad Isabel I. El reconocimiento está organizado por la editorial gamesindustry.biz, a través del programa Game Changers y aglutina diversas áreas vitales como ‘la diversidad, la accesibilidad, la caridad, la salud mental, la política progresista, la elevación de los mercados emergentes, la unión de comunidades y, también, a las personas cuyas historias pueden mostrar cómo esta industria puede ser un lugar mejor y más inclusivo’, concretan desde la editorial.