Los Smart Contracts serán los contratos de transacciones digitales del futuro.
5 de octubre de 2021. La Facultad de Derecho de la Universidad de Cantabria organiza en Santander los días 7 y 8 de octubre el II Congreso Internacional de Jóvenes Civilistas para abordar los nuevos retos del derecho contractual. Romina Santillán Santa Cruz, docente del Grado en Derecho de la Universidad Isabel I ofrecerá una ponencia titulada ‘Smart contracts y nuevas vulnerabilidades para el consumidor en el comercio electrónico’ que presentará el viernes 8 a partir de las 18:15 horas en una mesa que analizará la contratación y el comercio electrónico. Esta mesa de trabajo estará coordinada por el catedrático de derecho civil, Lorenzo Mezzasoma, de la Universidad de Perugia, aunque las temáticas de las jornadas abordarán otros campos del derecho contractual como: la autonomía de la voluntad, tipicidad y atipicidad; el incumplimiento, responsabilidad e ineficacia contractual; la protección del contratante como consumidor; los nuevos modelos contractuales y condiciones generales de la contratación o la perspectiva internacional del derecho contractual.
Romina Santillán Santa Cruz ofrecerá en su ponencia un análisis de cómo la creciente evolución tecnológica ha generado cambios en el derecho contractual, con la novedosa modalidad de los Smart Contracts. Estos llamados ‘contratos inteligentes’ se definen como ‘un negocio jurídico en el cual el código, los datos y los programas de ejecución de las prestaciones asumidas por las partes se encuentran en un soporte estrictamente digital, pues las cláusulas son codificadas en el software de un programa que opera de forma automatizada y autónoma’, explica la profesora en el Grado de Derecho de la Universidad Isabel I.
La experta jurista detalla que los Smart Contracts operan mediante tecnología blockchain, que se puede detallar como un contrato predefinido o personalizable, en función del coste económico que se derive de cada operación que se activa en las plataformas Blockchain o Ethereum. La plataforma permite identificar al deudor que se adhiere al contrato y una vez que se verifica de manera formal y mecánica su identidad, ‘se procede a la activación de un código informático que se encargará de la ejecución automática de las prestaciones’, concreta Romina Santillán. La docente de la Universidad Isabel I añade que se ha producido un crecimiento exponencial de este tipo de contratos en los últimos años, ya que hacen los intermediarios innecesarios, se reducen costes y aumenta la seguridad y eficiencia por la autoejecución de las prestaciones del mismo.
La profesora Santillán matiza que en un futuro posiblemente se intensificará este recurso contractual por la contratación en masa producida en el entorno tecnológico, aunque hoy en día se utiliza especialmente para la compra de criptomonedas. Uno de los inconvenientes de este contrato es que la plataforma no permite conocer la identidad de los sujetos contratantes, ‘lo que despersonaliza las relaciones de consumo’, subraya la docente y este y otros detalles deberán regularse en un futuro próximo para evitar desequilibrios y abusos contractuales.