Carátula del webinar 'Amianto: el asesino silencioso'.
27 de abril de 2022. ‘Amianto, el asesino silencioso’ es el título del webinar ofrecido por Mario Piñán Villar, coordinador del servicio de prevención de zona centro y Canarias de TRAGSA, invitado por el director del Máster en Prevención de Riesgos Laborales, Alfonso Cortés Pérez. El objetivo de esta conferencia online ha sido tratar de demostrar que el amianto es un material letal que provoca varias enfermedades en el ser humano. Mario Piñán determinó que cuando el amianto se manipula, se vuelve peligroso, por lo que su retirada de un edificio o un suelo debe realizarse con todas las medidas de precaución necesarias para evitar que el trabajador, que siempre debe estar cualificado para ello, sufra enfermedades que pueden ser mortales.
El ponente invitado por la Universidad Isabel I comparó el amianto como “un zombi” al considerar que su durabilidad es extraordinaria, resiste al fuego, es aislante eléctrico o resiste la oxidación, el ataque de ácidos o bases y los microorganismos, además de ser barato y fácil de manipular. Por todas estas razones se ha utilizado en la construcción durante décadas, hasta que se ha podido comprobar los efectos nocivos que tiene el amianto en la salud de quienes lo manipulan.
El amianto no tiene dosis seguras. Se desconoce cuál es su cantidad mínima segura ya que un solo gramo retenido en los pulmones puede provocar asbestosis (una de sus principales enfermedades). Históricamente se conoce su uso desde hace 2000 años, en cerámicas finlandesas. A finales del siglo XIX ya se empieza a demostrar que es perjudicial para la salud, y en 1930 se reconoce en Reino Unido como enfermedad profesional, pero no es hasta 1977 cuando la OMS clasifica este producto como cancerígeno y en España se prohíbe su comercialización en 2002.
La asbestosis es una enfermedad pulmonar crónica causada por la inhalación de fibras de asbesto o amianto. La exposición prolongada a estas fibras puede causar cicatrización del tejido pulmonar y falta de aire. Pero esta sustancia que se encuentra en la naturaleza de manera natural, en depósitos o minas, también puede provocar tumores en la faringe, la laringe, la pleura, cáncer de pulmón, cáncer de peritoneo o el mesotelioma. Según señaló el ponente, “cada año mueren en Europa 88.000 personas por enfermedades derivadas del amianto y en el año 2050, el amianto podría haber causado 130.000 muertes. Cuando el amianto se ha introducido en el cuerpo es imposible eliminarlo y así, todos los trabajadores expuestos a esta sustancia deberán hacer un seguimiento sobre su salud. Hay países que han regulado su uso pero otros como Rusia o China lo comercializan; en Estados Unidos se prohíbe su uso pero no su exportación a terceros países. Y los países receptores de amianto suelen ser aquellos en vías de desarrollo”, explicó.
Mario Piñán durante el webinar.
¿Dónde se encuentra el amianto hoy en día? Las cubiertas de fibrocemento suelen ser los lugares en los que el amianto se puede ver a simple vista. Este producto se popularizó durante años con el nombre de una marca comercial, la Uralita. El experto en prevención laboral indicó que este producto está también en las tuberías de agua, en protecciones de calefacción, especialmente los edificios construidos en los años 70 y 80. Se ha usado mucho en la industria de la automoción, la industria naval, la siderometalurgia, la industria aeronáutica, la elaboración de cerámica o las petroquímicas y, evidentemente, en las minas de extracción. En un edificio se puede encontrar desde el tejado a las losetas de una vivienda… cuando hay que hacer reformas, hay que hacer una caracterización de las propiedades de ese edificio para retirarlo de manera correcta.
Serán las empresas expertas, registradas en el RERA, el Registro de Empresas con Riesgo de Amianto quienes se encargarán de su retirada con las medidas de seguridad correspondientes, ya que “solo se puede hacer dos cosas con este producto: dejarlo como está o retirarlo. No se puede reparar y debe trasladarse a un vertedero acreditado y seguro”.
Las buenas prácticas para la retirada de este material se orientan a contar con un plan de trabajo específico, aprobado por la autoridad laboral pertinente. Si no se cuenta con este plan, no se puede retirar. La reglamentación de los trabajadores requiere que quienes manipulan este producto tengan reconocimientos médicos previos y periódicos del trabajador cuando está expuesto al amianto. También es clave la buena formación y la especialización de los trabajadores con reciclajes continuos y anuales. Igualmente, es necesario realizar mediciones personales y ambientales en los entornos y las casetas de descontaminación.
El trabajador que se dedica a la retirada de amianto no puede trabajar más de 4 horas diarias, debido a las medidas de protección que debe llevar en su trabajo. Y es necesario realizar reconocimientos post-ocupacionales, porque este producto puede estar latente durante 20 años antes de provocar enfermedades.