La relevancia de la climatología en una batalla.
10 de mayo de 2023. En cualquier conflicto armado, las causas, desarrollo y consecuencias responden a múltiples factores de carácter político, económico, social o ideológico. A estos factores relevantes del hecho histórico se pueden sumar otros aspectos como la relevancia de la meteorología, el ecosistema, los recursos naturales o la biodiversidad, que pueden inclinar la balanza de la guerra hacia una de las dos partes en conflicto.
El libro colectivo ‘Général Hiver: La influencia del clima y los condicionantes biogeográficos en la guerra’, en el que colaboran con sendos capítulos los profesores Javier Buenadicha Gómez y Antonio García Palacios, plantea una serie de episodios militares en los que las condiciones climáticas fueron trascendentales para conceder a un bando u otro la victoria o la derrota.
La Batalla del hielo
El profesor Buenadicha aborda el capítulo titulado Alejandro Nevski. La Batalla del Lago Peipus y el nacimiento del “General Invierno”, un episodio de la historia de Rusia acaecido en el siglo XII, conocido como la ‘Batalla del hielo’. En ella, se enfrentaron los ejércitos de la República de Nóvgorod y los Caballeros de la Orden Teutónica el 6 de abril de 1242, sobre la superficie helada del Lago Peipus y sus pantanos aledaños (en la actualidad, este lago marca la frontera entre Estonia y la Federación Rusa). La contienda se enmarca en una serie de campañas militares que tenían como objetivo conquistar y cristianizar a los pueblos paganos que vivían a las orillas del Mar Báltico, al tiempo que se pretendía obligar a los pueblos de la Rus a someterse a la iglesia de Roma, ya que seguían a la Iglesia Ortodoxa.
La Batalla del hielo, enmarcada en las cruzadas bálticas “es una de las primeras campañas en las que observamos con claridad el impacto del clima en la guerra: el frío extremo provoca la inmovilidad de las tropas en campaña, dificulta el traslado de suministros y causa un gran número de bajas por congelación”, explicó el profesor Buenadicha. Esta situación, constata el profesor, se ha repetido en Rusia a lo largo de la historia, con dos ejemplos muy conocidos como “la invasión de Rusia por Napoleón Bonaparte, en la que la Grande Armée sufrió una estrepitosa derrota en 1812 o la repetición de esta misma situación durante la Segunda Guerra Mundial por parte del ejército alemán en la llamada Operación Barbarroja”, puntualizó el docente.
Javier Buenadicha explica en su artículo que las diversas interpretaciones artísticas sobre el personaje Alejandro Nevski a lo largo de la historia se han plasmado en películas como la famosa homónima de Eisenstein, de 1938, (considerada una de las grandes obras maestras del cine) o la música de Serguéi Prokófiev, pasando por pinturas, grabados, crónicas literarias, e incluso, postales y sellos.
Portada del libro.
Operación Fritham
Por su parte, el profesor Antonio García Palacios, escribió sobre Fritham 1942. Metodología y conflicto en las islas Svalbard, operación orquestada por el Ejército británico en 1942 para privar a los alemanes de los pingües recursos carboníferos que manaban del interior de las islas Svalbard y desmantelar las bases meteorológicas que proporcionaban información valiosa al III Reich desde este archipiélago noruego durante la Segunda Guerra Mundial.
El profesor García Palacios destaca que en 1940, Alemania ejercía su dominio en buena parte del norte de Europa y Hitler quería aprovechar la supremacía de la Luftwaffe y la Kriegsmarine para cortar de raíz el envío de mercancías hacia Estados Unidos. Para ello implementó su acceso a informaciones de carácter meteorológico, que sirvieron para convertir al mal tiempo en un aliado prioritario para eludir la vigilancia de la Royal Navy británica en estas aguas y completar así el mayor número de envíos posibles. Ante la dificultad de crear nuevos puntos de información meteorológica, los alemanes optaron por convertir algunos de sus barcos en estaciones flotantes.
La riqueza minera de las islas Svalbard llevó a los alemanes a poner el foco en este territorio del círculo polar ártico que tradicionalmente, tras el Tratado de Svalbard (URSS y Noruega, 1925) se definía como una zona desmilitarizada. La población residente en el archipiélago fue evacuada en septiembre de 1941, ante la posibilidad de que fuera usada por los alemanes con propósitos militares. Sin embargo, nunca fue utilizada como base, aunque los barcos rusos pudieron aprovechar sus aguas resguardadas para repostar.
Tras varias escaramuzas, los alemanes pusieron en marcha la Operación Bansø, para defender durante los meses de invierno la estación meteorológica. Y en la primavera de 1942, británicos y noruegos acordaron llevar a cabo una misión conjunta para ocupar el archipiélago, que recibió el nombre en clave de Operación Fritham. Mientras tanto, al margen de la trama aliada, los meteorólogos alemanes asentados en Bansø estaban ya preparando su salida de las Svalbard.
Las operaciones meteorológicas alemanas se prolongaron durante 1944 y 1945, con la activación de estaciones en las Svalbard y en Groenlandia. “La guerra por el control de los datos atmosféricos, muchas veces incomprensiblemente obviada por los análisis históricos y militares, es, sin duda, una muestra más de la complejidad que aún hoy plantea el estudio de un conflicto sobre el que no está todo escrito”, concluye el profesor en su artículo.