Daniel Aquillué

Daniel Aquillué trabajando frente a su ordenador.

20 de septiembre de 2023. La Milicia Nacional fue un cuerpo cívico y constitucional clave en la Revolución Liberal Española en el siglo XIX. Este ha sido el tema de investigación realizado por Daniel Aquillué Domínguez, profesor del Grado en Historia, Geografía e Historia del Arte de la Universidad Isabel I, y que ha publicado en el último número de la Revista de Historia Jerónimo Zurita.

Bajo el título ‘¡Hijos del Cid, en vosotros se conserva viva la memoria de aquel héroe! Un acercamiento a la Milicia Nacional de Burgos (1834-1844)’, el profesor Aquillué propone un análisis de la Milicia de la ciudad de Burgos, abordando el tema desde la composición social, su organización, su vestuario y armamento, su cultura política en torno a fiestas cívicas y discursos, hasta su disolución en 1843.

La institución de la Milicia Urbana, conocida posteriormente como Guardia Nacional y finalmente como Milicia Nacional, fue clave en la guerra y la revolución posterior en el periodo entre 1834 y 1844. A través del estudio de documentación en el Archivo Municipal de Burgos y la prensa de la época, el profesor Aquillué realiza una investigación para conocer el funcionamiento de esta institución.

Daniel Aquillué señala que a la muerte de Fernando VII se desencadena una guerra civil entre carlistas e isabelinos que se prolonga hasta 1839 en el frente vasco-navarro y hasta 1840 en los frentes aragonés y catalán. La sociedad española se dividió entre las opciones de sentar en el trono a Isabel II o a Carlos María Isidro, combatiendo en esta guerra liberales contra defensores del antiguo régimen. La guerra finaliza con Isabel II al frente de la corona española y el bando liberal obteniendo la victoria, tras un enfrentamiento que dejó más de 200.000 bajas y un país con una población muy movilizada.

La provincia de Burgos fue uno de los escenarios de la primera Guerra Carlista no sólo por su proximidad al frente del País Vasco sino por ser una zona de acción de varias expediciones, como una de las bases de la retaguardia isabelina.

En un escenario de inseguridad debido a la guerra, surge en 1834 la Milicia, que en el artículo 61 de su Ordenanza se indica que “su principal objeto es sostener la Constitución”, idea recogida también en la Constitución de 1837. “Esta Milicia Nacional era una institución constitucional dependiente de la autoridad civil, de los ayuntamientos electos, y devino en espacio democrático por su funcionamiento interno: desde la revolución de 1836, los milicianos elegían por sufragio universal y secreto a sus oficiales. Los milicianos irían aumentando en número durante toda la guerra y, al poco de acabarla, se acercarían a los 700.000”, explica Daniel Aquillué en su artículo.

Tras una década de actividad, la Milicia Nacional de Burgos “participó de una cultura política liberal, con tendencias al progresismo y esparterismo, ritualizada mediante fiestas cívicas de diversa índole, así como por un lenguaje común. En el caso burgalés, fue seña de identidad un importante número de apelaciones historicistas al Cid, a esos “hijos del Cid” que eran particularmente los milicianos nacionales burgaleses”, matiza en sus conclusiones el profesor Aquillué.

portada del libro

Portada de la Revista de Historia Jerónimo Zurita.