14 de noviembre de 2018. Entrevistamos a Tania Corrás, profesora del Grado en Psicología y del Grado en Derecho de la Universidad Isabel I, y coordinadora de la primera de estas titulaciones, que ha sido recientemente reconocida con el Premio Mariano Yela a la mejor investigadora novel del ámbito jurídico forense, en el marco del XI Congreso Internacional de Psicología Jurídica y Forense de la Sociedad Española de Psicología Jurídica y Forense.
¿Qué significado tiene para ti, tanto a nivel personal como profesional, haber obtenido el galardón Profesor Mariano Yela a la mejor investigadora novel del ámbito jurídico-forense?
Recibir este reconocimiento es todo un honor y una responsabilidad a partes iguales. A nivel personal es todo un honor ya que algunos de los galardonados en años anteriores han sido un referente para mí a nivel investigador y agradezco enormemente a la organización, el reconocimiento a todo el trabajo que hay detrás de la labor investigadora y que tiende a pasar desapercibido.
A nivel profesional es una responsabilidad y un honor recibir un premio que lleva un nombre tan grande para la psicología y la ciencia como es el de Mariano Yela; el cual es al mismo tiempo una oportunidad para inspirar a otros jóvenes investigadores a contribuir a mejorar la psicología jurídica y forense
¿Se trata de un reconocimiento por alguno de tus trabajos en concreto, o por la labor general que desarrollas en el campo de la Psicología Jurídico-Forense?
Se trata de un reconocimiento a la trayectoria investigadora en el área de la psicología jurídica y forense. En mi caso, muy enfocado durante los últimos años a los procesos psico-jurídicos relacionados con la familia y con el bienestar de los menores que experimentan situaciones potencialmente estresantes como es la ruptura de sus progenitores y las implicaciones legales que le acompañan.
¿Por qué te decidiste a estudiar la carrera en Psicología?
La decisión fue complicada ya que a esa edad la información que tienes de las distintas profesiones suele ser muy limitada. Sin embargo, ayudar a los demás era una tendencia natural para mí, por lo que la carrera de Psicología me parecía el camino más adecuado a seguir. Curiosamente otra de las opciones que me había planteado en su momento era la carrera de Derecho, y terminé especializándome en psicología jurídica y forense.
Has trabajado como investigadora en las universidades de A Coruña, Santiago de Compostela y Vigo.
Agradezco la oportunidad de haber trabajado en las distintas universidades ya que fue tremendamente enriquecedor para mí colaborar con distintos equipos de trabajo y grupos de investigación, en algunos casos multidisciplinares.
¿Cuáles son las principales líneas de investigación en las que se enmarcan tus trabajos?
En mi trayectoria como investigadora ha destacado el ámbito de familia, concretamente la manera en que la ruptura de pareja de los progenitores puede afectar a los hijos y cómo minimizar sus efectos a través de la coparentalidad positiva y la intervención. A ello se suman nuevas líneas de investigación que abarcan desde la psicología penitenciaria y la investigación con agresores y víctimas, hasta el impacto de la digitalización de la sociedad, especialmente en la infancia y adolescencia.
¿Qué motivaciones te llevan a investigar en estas áreas?
Por un lado, trabajar por mejorar el bienestar de la infancia y la adolescencia ha sido una de mis máximas desde que comencé a estudiar Psicología. La situación de potencial vulnerabilidad en la que se encuentran los niños respecto a los adultos es una de las principales razones para trabajar por la mejora del trato a la infancia y que se garanticen sus derechos. En este sentido, cabe destacar la necesidad de continuar estudiando el impacto que la digitalización tiene en la población joven, ya que se están detectando nuevas formas de ejercer violencia a través de las nuevas tecnologías que han puesto en alerta a la comunidad científica.
Por otro lado, el elevado nivel de población penitenciaria y las nuevas tipologías delictivas han despertado el interés tanto de la comunidad científica como el mío propio, dadas las nuevas necesidades de actuación que generan.
Por último, destacar la necesidad de seguir trabajando con las víctimas, las cuales se suman a los efectos de las nuevas tipologías delictivas y que requieren de unos conocimientos y actuaciones especializados para evitar la victimización secundaria y promover su bienestar.
¿Cómo está siendo tu experiencia docente en los grados en Psicología y Derecho de la Universidad Isabel I, a la que se suma además tu trabajo como coordinadora en la primera de estas titulaciones?
La experiencia docente en los grados está siendo excelente. Sin duda, la innovadora metodología de la Universidad Isabel I contribuye a que así sea: facilita la comunicación con los estudiantes, permite desarrollar actividades que promuevan el aprendizaje significativo, y su formato resulta compatible con las múltiples circunstancias personales o laborales que tienen nuestros alumnos.
En relación a la coordinación del Grado de Psicología, tengo la fortuna de trabajar junto a grandes profesionales y he de mencionar la excelente labor de la profesora María Penado en la dirección del Grado. Mención que se extiende al Grado en Derecho con la dirección de Pilar Conde y la coordinación de María Nieves Alonso, así como a la propia Universidad Isabel I.
¿Consideras que la sociedad es cada vez más consciente de la importancia de la Psicología Jurídico-Forense en los procesos judiciales?
La psicología jurídica y forense ha tenido una creciente aceptación en la sociedad que viene de la mano de los avances en las técnicas de evaluación e investigación en este campo. El perito forense tiene una gran responsabilidad, ya que la prueba pericial forense se elabora para auxiliar al juez en la toma de decisiones. Sin duda, las labores del psicólogo forense no son fáciles, independientemente de si se trata de un asunto penal o civil, y requiere que el profesional tenga conocimientos específicos y científicos de su campo. En mi opinión, todavía existe mucho desconocimiento acerca de la información que la psicología forense puede aportar a los procesos judiciales. Lo mismo ocurre con la psicología jurídica. No obstante, la labor de la psicología jurídica y forense y sus aportaciones son cada vez más conocidas en la sociedad.