Mujeres haciendo un círculo para sostener un lazo rosa, símbolo de la lucha contra el cáncer de mama.
2 de febrero de 2022. “La mayoría de las supervivientes de cáncer de mama españolas no cumplen actualmente los niveles de actividad física recomendados”. Esta es una de las conclusiones que se desprenden del artículo publicado por Aida Tórtola Navarro y otros investigadores en la Revista Andaluza de Medicina del Deporte.
Aida Tórtola Navarro, profesora del Grado en Nutrición Humana y Dietética, en colaboración con las docentes María José Maciá, de la Universidad Católica de Murcia, Alfredo Santalla, de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) y Cristian Cabello-Caro, egresado de la UPO, han publicado el artículo titulado ‘Nivel de Actividad Física en supervivientes de cáncer de mama españolas. Aplicación del HUNT 1-Physical Activity Questionnaire’ en la revista andaluza.
El artículo recoge un estudio que analizó los niveles de actividad física en supervivientes de cáncer de mama españolas a través de un cuestionario en el que se analizó la relación entre las variables personales y clínicas y las variables del entrenamiento y la calidad de vida. En este estudio participaron 386 mujeres supervivientes de cáncer de mama mayores de 18 años que finalizaron su tratamiento (cirugía, quimioterapia y radioterapia). Este colectivo ofreció sus respuestas entre febrero de 2019 y enero de 2020, a través del cuestionario HUNT 1 Physical Activity Questionnaire, desarrollado en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología para valorar el nivel de AF, entre otros indicadores de salud, al que se añadieron cuestiones en relación a los datos antropométricos, sociodemográficos y clínicos.
La ciencia destaca que hacer ejercicio puede mejorar el pronóstico de una mujer diagnosticada de cáncer de mama, reducir el riesgo de recidiva y mejorar su saluda cardiovascular, su estado anímico y su calidad de vida. Las recomendaciones internacionales para los supervivientes de cáncer se orientan a 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada de 3 a 5 días por semana o 70 minutos de ejercicio de intensidad vigorosa, el mismo número de días, combinándose entrenamiento aeróbico y de fuerza.
Los resultados del trabajo de investigación en el que participó la profesora Tórtola Navarro señalan que el patrón de entrenamiento más habitual es de 2 o 3 veces por semana, en un 40.9% de las mujeres, y de intensidad ligera en un 41,7% de ellas, en sesiones de 30 a 60 minutos (en un 51%). Para las participantes en este estudio, la puntuación media en calidad de vida fue de 93 puntos, en una escala entre 0 y 148. Cabe señalar que el 76.2% de las participantes tenía experiencia deportiva durante, al menos, tres meses, en ejercicios orientados a natación, pilates, gimnasio, correr o caminar.
Por otra parte, el índice de masa corporal influyó tanto en el nivel de actividad física como en la calidad de vida de estas mujeres. Además, se encontró una relación entre la administración de la quimioterapia y la frecuencia de entrenamiento.
En conclusión, las investigadoras añaden que, aunque el estadio de diagnóstico no parece ser determinante para que las mujeres realicen ejercicio, sí afecta a su calidad de vida. Así, las autoras consideran que, “si en consulta se ofreciera a las pacientes un cuestionario sobre su actividad física, se podría determinar rápidamente el déficit en el nivel de ejercitación de las supervivientes. Esta medida ayudaría a ajustar las variables del entrenamiento de cara a controlar el peso y mejorar la calidad su calidad de vida”.