Alejandra González al final de la carrera muestra satisfecha su medalla de participación.
6 de abril de 2022. Alejandra González, coordinadora del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Isabel I, cruzó la línea de meta de la Maratón de París con un tiempo de 4:24:03, “un poco menos de lo que había planeado, porque mi idea inicial era hacer los 42 kilómetros en cuatro horas y media”.
La Maratón de Paris se celebró el pasado fin de semana en la capital francesa. Alejandra coincidió allí con Eva y Marie, dos compañeras de estudios en la Universidad de Augusta, que se plantearon, como excusa para volver a verse, correr esta carrera. A pesar de las agujetas que tiene Alejandra varios días después de la competición, sonríe al recordar la proeza que ha conseguido. “Me siento muy bien. Ves gente que compite de todas las edades y condiciones que tienen el mismo objetivo: terminar la carrera. Eso te hace subir las endorfinas y querer competir”, explicó.
Salió de meta con sus dos amigas pero poco a poco, una de ellas se fue quedando atrás, y en el kilómetro 30 se separó de su otra compañera. Su actitud positiva le llevó a seguir hasta el final de la carrera. “Los 10 primeros kilómetros fueron muy fáciles. A medida que sigues corriendo ves que los que están a tu alrededor disminuyen la marcha, algunos se paran… y te dices, voy a seguir adelante”, comenta Alejandra recordando la carrera. “Durante el recorrido, que es mucho tiempo, te da tiempo a pensar y a motivarte”.
El cansancio va minando la mente de la deportista a medida que avanza hacia la meta. “Tu cuerpo te dice basta pero tu mente es más fuerte y de dice, un poco más”, explica. Alejandra comenta que estuvo a punto de abandonar en el kilómetro 30. “Se me subió el gemelo por el esfuerzo y tuve que parar a estirar un poco para que se pasara el dolor. En ese momento pensé en abandonar porque estaban muy cansada, pero me dije, si te paras, las piernas ya no te responden y al final, corres por inercia. Solo me quedaban 9 kilómetros para terminar”, añadió Alejandra, satisfecha por el esfuerzo realizado.
“Lo más duro fueron los últimos 3 kilómetros. Estás tan cerca de la meta, pero todavía no llegas”, por lo que su esfuerzo requirió de la fuerza que tiene una deportista acostumbrada a realizar grandes esfuerzos (ha practicado tenis toda su vida). “Soy muy positiva. Cada deporte es un mundo, cada situación es diferente. Lo importante es seguir tranquila corriendo hasta la meta”, detalló.
Cruzar la línea de meta fue una gran satisfacción para ella. Cumplió el sueño de acabar. Y en ese momento, un cúmulo de emociones la abordaron. “Cuando acabé, me puse a llorar. Era mi objetivo personal y las emociones te asaltan de golpe”. Alejandra tuvo que esperar a que sus amigas cruzaran la meta para compartir con ellas la experiencia tanto física como emocional de terminar. “Yo llegué primera, y nos fuimos abrazando a medida que cada una de ellas llegaba”. En ese momento pensó, en el refrán de “una y no más”, pero a medida que pasan los días ya se plantea que quizá, cuando se le olvide el sufrimiento y el dolor que ha experimentado en la carrera sueña con nuevas metas con sus amigas. Es más, “hemos hablado de la Maratón de Nueva York. Estaría guay”, sentencia Alejandra con una sonrisa de par en par.
Alejandra tras cruzar la línea de meta.