Uso de inteligencia artificial

Infografía sobre Inteligencia Artificial.

25 de julio de 2024. El rápido avance tecnológico, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una fantasía para convertirse en una realidad cotidiana. Mientras algunos creen que la IA ha llegado para quedarse, otros predicen que se trata de una burbuja que estallará en algún momento. Esta dicotomía ha llevado al profesor Álvaro Bayón, docente del Máster en Divulgación Científica de la Universidad Isabel I, a disertar sobre el uso actual de la inteligencia artificial en el sitio web Patreon.

La evolución de la inteligencia artificial

El término "inteligencia artificial" fue acuñado en 1956 por el informático estadounidense John McCarthy. No fue hasta 1996 cuando la supercomputadora Deep Blue venció al maestro Garry Kasparov en ajedrez a través del desarrollo de la IA.

La IA ha mejorado campos como la meteorología, la medicina, la optimización de recursos y la protección del medio ambiente. Aunque las definiciones de IA varían, generalmente se entiende como la capacidad de un sistema para interpretar datos externos, aprender de ellos y utilizarlos para lograr objetivos específicos.

No obstante, desde noviembre de 2022, las IA generativas (IAG), que pueden crear texto, imágenes, audio y vídeo, han eclipsado a otras aplicaciones de IA. Herramientas como ChatGPT o Copilot, pueden ahorrar trabajo y mejorar la eficiencia. Estas IA pueden traducir y resumir grandes volúmenes de información, optimizando la búsqueda de bibliografía y la extracción de ideas clave. Sin embargo, también pueden presentar riesgos significativos.

Riesgos de la IA en la divulgación científica

Las IA generativas pueden producir datos imprecisos o erróneos y perpetuar sesgos presentes en su entrenamiento. Además, “existe una tendencia a confiar ciegamente en los resultados generados por IA, lo que puede suprimir el pensamiento crítico”, explica el profesor Bayón. “Un estudio reciente publicado en Patterns advierte que las IA tienen la capacidad de engañar y manipular, lo que representa un riesgo creciente”, añade en su artículo. Por tanto, los datos generados por IA deben ser verificados y complementados por un esfuerzo intelectual genuino.

Buenas prácticas en el uso de IA para la divulgación científica

La FECYT y la Universidad Pompeu Fabra han desarrollado un decálogo de buenas prácticas para el uso de IA en la comunicación científica. Estos principios incluyen el uso de la IA de manera responsable, buscando la calidad y veracidad de los contenidos; evitar la perpetuación de estereotipos y sesgos; formarse adecuadamente en el uso de IA; o promover guías de estilo sobre el uso de la IA en los medios de comunicación. Además, se recomienda informar sobre la evolución de la IA de manera objetiva, promoviendo la transparencia y la responsabilidad en su desarrollo y uso.

La inteligencia artificial puede ser una poderosa herramienta en la divulgación científica, pero debe utilizarse con cautela. Es esencial verificar los datos generados por IA y complementar su uso con el esfuerzo intelectual humano para garantizar la precisión y la calidad de la información divulgada.