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Niño con necesidades especiales en un parque.

18 de marzo de 2022. Iago Portela Pino, profesor del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Isabel I ha realizado un estudio junto a María Luisa Baamonde Paz y Margarita Pino Juste, de la Universidad de Vigo, titulado ‘Prevalencia del nivel de actividad física y adherencia a la dieta mediterránea en niños con necesidades educativas especiales y que se ha publicado en el Journal of Human Sport & exercise de la Universidad de Alicante.

La tesis de los investigadores determina que para los niños con necesidades educativas específicas, las consecuencias de un estilo de vida poco saludable tienen repercusiones más negativas que para la población general. El equipo de Iago Portela ha analizado la adherencia a la Dieta Mediterránea en 130 niños con necesidades específicas y apoyo educativo que asisten a colegios ordinarios y específicos. Para realizar la medición, utilizaron el test Kidmed, considerado como un modelo de dieta saludable. El test Kidmed es una herramienta diseñada y validada para conocer la calidad y adherencia de niños y adolescentes al patrón de dieta mediterránea. Se trata de un cuestionario que clasifica la calidad de la dieta en tres niveles y permite focalizar y localizar la población de riesgo para prevenir y frenar las consecuencias de una mala alimentación entre la población infantil y adolescente. Por otro lado, los investigadores midieron la actividad física en los niños con el cuestionario PAQ-C.

La actividad física y la dieta mediterránea son fundamentales para una buena calidad de vida. Los resultados de su investigación señalan que debe mejorarse tanto la práctica de la actividad deportiva como el consumo de dieta mediterránea. Los autores del estudio han constatado que no se han producido diferencias significativas en la adherencia según curso escolar, situación poblacional, diagnóstico o sexo. “Solo la adherencia es menor en los niños que necesitan apoyo educativo”, explicó el profesor Portela Pino, a lo que añadió que “los mismos resultados encontramos con el nivel de actividad física, excepto en el caso de la variable sexo, con niños que padecen TEA (Trastorno del Espectro Autista).

La dieta mediterránea tradicional fomenta el consumo de aceite de oliva, frutas, verduras, hortalizas, cereales, pasta, arroz y frutos secos de manera diaria. Consumir con moderación pescados, huevos, lácteos y sus derivados. Esta dieta recomienda consumir de forma moderada carnes rojas y dulces.

En cuanto al nivel de actividad física, los niños con discapacidad tienen un menor nivel de actividad física y no son lo suficientemente activos para beneficiar su salud.

Finalmente, los autores proponen: la creación de entornos positivos, tanto para mejorar su alimentación como el nivel de actividad física, la así como creación de programas específicos para este grupo de niños, apoyar el diseño de recursos y la adecuación de las instalaciones, o sensibilizar a las familias, entre otras medidas.