Ignacio García-Valdecasas Fernández

Ignacio García-Valdecasas Fernández en la Universidad Isabel I.

13 de junio de 2024. El diplomático retirado Ignacio García-Valdecasas Fernández analiza el cambiante escenario global desde la transición hacia la multipolaridad hasta el papel de España en la escena diplomática actual, ofreciendo perspectivas sobre relaciones internacionales, desafíos del siglo XXI y su experiencia personal en el servicio exterior. Como invitado a ofrecer una clase magistral en el II Congreso Internacional de la UE-CELAC, el ponente realiza un repaso a su carrera profesional en la Universidad Isabel I.

Su ponencia en el II Congreso Internacional UE-CELAC ha hablado de un nuevo contexto mundial ¿Cuáles son las ideas principales de su lección magistral?

He querido hablar de la situación del orden internacional actualmente y la posición del sur global en relación con el conflicto de Ucrania. En cuanto al orden internacional, estamos en una época de transición de un momento unipolar a una futura sociedad multipolar. Estamos viviendo crisis cotidianas y cambios continuos como la guerra de Gaza o la guerra de Ucrania. En el congreso de las relaciones de la Unión Europea con la CELAC hemos visto que esas relaciones pueden ser muy útiles para la UE, para conocer mejor los cambios que se están produciendo en un plano global.

¿Cómo evalúa el papel de España hoy en día en la diplomacia internacional, desde su perspectiva como diplomático retirado, teniendo en cuenta los conflictos recientes con Argentina y las declaraciones de Milei o Israel al apoyar la creación del estado Palestino?

En relaciones internacionales es muy importante el realismo y en este sentido, en las relaciones internacionales hay una buena dosis de pragmatismo. España ahora mismo no ocupa el papel que debería tener y tuvo en los años 80 y 90 del siglo pasado, porque la potencia de un país en la escena internacional depende, en gran medida, de su potencia interior y, sobre todo, en su capacidad de aunar esfuerzos en el plano interior. Todas las debilidades interiores tienen automáticamente una traducción inmediata en la postura exterior y en el papel que un país juega en el ámbito internacional. En el plano interno no estamos pasando por el mejor momento.

¿Cómo percibe los cambios en el equilibrio de poder global, especialmente con la creciente influencia de países como China y la reconfiguración de alianzas internacionales?

Estamos en una fase de transición, pasando de la unipolaridad a la multipolaridad. Es una fase “dolorosa”, utilizando la metáfora de los dolores del parto y la gestación de un mundo nuevo y diferente. Uno de los síntomas de que estamos cambiando es China y el papel que está jugando no sólo en el terreno económico sino también en el político. China pretende ser la alternativa de Estados Unidos y la consagración de una nueva multipolaridad, que será mucho más flexible que la bipolaridad en la Guerra Fría.

No hay precedentes en la historia de la humanidad en los que una gran potencia, como ha sido el caso de Estados Unidos, haya promovido el crecimiento económico de otra gran potencia que terminará siendo su rival. Vemos con incredulidad como Estados Unidos también empuja a Rusia en las manos de China, tal y como está ocurriendo con la guerra de Ucrania. No hay precedentes de un error estratégico de estas proporciones en la historia.

¿Cuáles cree que son los mayores logros de la diplomacia española en las últimas décadas?

Entramos en la Unión Europea y en la OTAN como parte de un paquete más amplio. En la Unión Europea, durante muchos años tuvimos un papel protagónico que fue muy apropiado para nuestros intereses, porque conseguimos que la Unión Europea tuviera unas relaciones más intensas con Iberoamérica, en beneficio de ambas regiones, y en beneficio de España.

Y en el plano interno, tuvimos una inyección de fondos estructurales y de todo tipo que contribuyeron enormemente al desarrollo de España, entre los años 80 y la primera década del siglo XXI.

En su opinión, ¿qué áreas debería mejorar la diplomacia española para enfrentar los retos del siglo XXI?

La diplomacia será más fuerte si hay un consenso interior. Hay fuerzas políticas que nunca van a participar de ese consenso interior como son todos los nacionalismos y separatistas. A excepción de estas fuerzas políticas, que son muy legítimas en una democracia, el resto de las fuerzas políticas sí que podrían llegar a un consenso básico, que existía desde los primeros años de la democracia y que empezaron a quebrarse a raíz de la guerra de Irak. Alcanzando esos consensos, nuestra política exterior sería mucho más sólida y eficaz, estando nuestros intereses mejor salvaguardados, defendidos y promovidos en el extranjero.

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El diplomático retirado participó en las II Jornadas UE-CELAC de la Universidad Isabel I.

Sobre Relaciones Internacionales

¿Cómo ve la evolución de las relaciones de España con América Latina, y qué desafíos y oportunidades identifica en esta región?

Creo que ahora mismo, España ha perdido el protagonismo dentro de América Latina y en las relaciones de Europa con Iberoamérica. Aunque mantiene esas relaciones, no está en la punta de lanza como sí lo estuvo en los 30 años posteriores a nuestra adhesión a la Unión Europea. Seguimos estando muy presentes en Iberoamérica en materia de inversiones y comercial, decayendo un poco en las influencias políticas y culturales. Esta es una falla que debemos corregir.

¿Qué papel cree que puede jugar España en el fortalecimiento de las relaciones entre la Unión Europea y América Latina?

Un papel bisagra. Somos la base sobre la que se construyeron esas relaciones después de nuestra adhesión, con una intensidad y un contenido mucho más rico.

¿Cómo ve el futuro de las relaciones internacionales europeas y el papel de la diplomacia en un mundo cada vez más interconectado y complejo?

No soy demasiado optimista, soy más bien un realista bien informado, aunque tampoco soy demasiado pesimista. Creo que la Unión Europea tiene una situación de difícil solución ya que deberíamos preguntarnos ¿puede la Unión Europea tener autonomía mientras exista la OTAN? Muchos lo ponen en duda ¿Seremos capaces de superar las divisiones dentro de la Unión Europea? Es posible, pero no lo veo muy probable. Tenemos una debilidad interna y profunda, ya que después de la adhesión que se realizó en 2004, los estados no compartimos los mismos criterios de profundización ni la misma idea de proyecto europeo. Debería haberse realizado la profundización de la UE antes de la adhesión. Ahora, el mundo no nos va a esperar y va a una gran velocidad hacia la multipolaridad.

¿Qué impacto ha tenido la globalización en la práctica de la diplomacia y en las relaciones internacionales?

Creo que la globalización no ha debilitado estas relaciones. La posición de España se ha debilitado por nuestros problemas interiores y porque Iberoamérica, cada vez, toma más las riendas de sus relaciones internacionales. Pero quiero insistir en que la relación entre la Unión Europea y la CELAC, puede ser muy útil para la UE, puesto que es una región con la que tenemos lazos de unión a nivel cultural, idioma, historia y sangre en común. Esta relación puede ayudar a la Unión Europea a entender los cambios que se están produciendo en el resto del mundo y las posiciones del sur global, que ve a la Unión Europea como países que formamos parte de la OTAN.

¿Cuál es su visión sobre el papel de la diplomacia en la resolución de conflictos internacionales?

La diplomacia lo es todo. No solo es lo que hacen los funcionarios de carrera, sino lo que llevan a cabo los estamentos públicos y privados en todos los ámbitos del contexto internacional. Hay que extender la diplomacia a la promoción de las relaciones económicas, culturales y de cooperación. La diplomacia lo es todo en la resolución de un conflicto y en las demás cuestiones internacionales.

Sobre su Carrera Diplomática

¿Qué le inspiró a unirse al servicio diplomático y cómo recuerda sus primeros años en el Ministerio de Asuntos Exteriores?

Yo soy un enamorado de mi profesión. Me inspiró un verano en tercero de carrera que tuve la fortuna de estudiar en la Academia de Derecho Internacional de La Haya, sede del Tribunal Internacional de Justicia. Profesores como Roberto Ago me dejaron deslumbrado. Yo ya había viajado mucho previamente para aprender idiomas en el extranjero, pero ese año me fascinó el mundo internacional que descubrí. Entre ser profesor de Derecho internacional y diplomático, me decidí por la carrera diplomática, porque tenía una mezcla entre lo teórico y lo práctico. En esta profesión, el 60% es experiencia práctica y el 40% restante, conocimiento teórico.

Esta es una de las profesiones que más influye en tu forma de vida, donde no puedes separar tu vida personal de la profesional. Si no te gusta, es un potro de tortura pero si te gusta, es una maravilla, aunque tiene un alto coste en el plano familiar y personal.

Ignacio García-Valdecasas Fernández

Ignacio García-Valdecasas Fernández.

¿Cuáles han sido los destinos más desafiantes y gratificantes en los que ha servido como diplomático, porque ha sido destinado en 4 de los 5 continentes?

Gratificantes, todos por igual; desafiantes, yo creo que fue cuando fui destinado en la Unión Europea con 37 años en un puesto de alta responsabilidad, director general del Gabinete de la Vicepresidencia, no siendo un funcionario de la Comisión Europea. Y otro destino desafiante, fue, precisamente, Jerusalén.

¿Podría compartir alguna anécdota o experiencia memorable durante su tiempo en el servicio diplomático?

Toda la carrera es un continuo de experiencias y de anécdotas; es difícil elegir. Me acuerdo de tantas cosas, sobre todo, mi primer destino en Moscú, en la época de la Unión Soviética, donde todo era una pura anécdota, un mundo entre fantasmagórico e irreal como luego se demostró con el desmoronamiento del bloque soviético. Pero me resulta difícil elegir alguna anécdota, porque quedará desdibujado el conjunto de mi trayectoria profesional.

¿Podría mencionar alguna figura internacional con la que haya trabajado y que le haya dejado una impresión duradera?

Muchas personas. Juan Antonio Samaranch, fue mi embajador cuando yo era estudiante de la Escuela Diplomática y estudiante de ruso en Moscú. Me han impresionado mucho la calidad extraordinaria y la preparación de los políticos británicos. Entre los españoles, Josep Piqué, ministro de Asuntos Exteriores y entre los extranjeros, el alemán Helmut Kohl.

¿Qué consejo les daría a aquellos que están considerando una carrera en el servicio exterior?

Les diría que antes de terminar la carrera domine perfectamente el inglés y uno de los idiomas que exigen para entrar en la escuela diplomática, consultando la lista de los idiomas oficiales, para que cuando termine la carrera no tenga que preocuparse por los conocimientos de idiomas para poder dedicarse al estudio de los temas y la preparación de la oposición.

En segundo lugar, que se lo piense muy bien, porque esta profesión marca tu vida y no a la inversa. Hoy en día puede ser difícil que un cónyuge te acompañe en esa aventura, dejando aparcada su propia carrera. Yo he tenido la suerte de que me han acompañado.

Y tercero, si al final descubres que no te gusta, estarás en un potro de tortura. Pero si te apasiona, como ha sido mi caso, te sentirás plenamente satisfecho. Dicho esto, yo soy un enamorado y lo volvería a repetir.