La mujer en el mundo rural realiza muchas labores similares a los hombres sin la remuneración económica adecuada.
15 de octubre de 2020. En España el 24% de la población vive en el 80% del territorio, es decir, en el entorno rural. En el mercado laboral español, los datos reflejan que el 54% de los puestos de trabajo que se han perdido en estos meses como consecuencia de la pandemia estaban en manos de mujeres. La COVID-19 ha traído menos empleo para las mujeres y un incremento en las tareas del hogar. Las previsiones indican que esta situación laboral, negativa para las mujeres, no mejorará en los próximos meses.
Hoy en día, menos del 9% de las explotaciones agrarias están dirigidas por mujeres, según datos del Ministerio de Economía. El 82% de las mujeres rurales ayuda en las explotaciones agrarias, pero el 59% de ellas no paga ninguna cotización social por su actividad económica. Sin embargo, en 2011 se creó la Ley de Titularidad Compartida, “con la que se facilita que las mujeres compartan la gestión, rentabilidad y derechos de las explotaciones agrarias, y esto es un paso hacia el aumento de mujeres empresarias en las zonas rurales”, señala Vanesa Abarca, directora del Grado en ADE de la Universidad Isabel I.
Roles de género y estereotipos
Según el informe del Ministerio de Agricultura sobre las mujeres en el medio rural español, la población se ha masculinizado, “con un gran número de solteros en los pueblos, una escasa natalidad que dificulta el relevo generacional y un envejecimiento de la población, el 60% de los agricultores tiene más de 55 años y sólo un 6% es menor de 35”, declara Vanesa Abarca. Esto significa que los roles de género y los estereotipos se escenifican en un sistema patriarcal entre la población rural y “se acepta que las mujeres ejerzan un rol productivo, siempre y cuando no abandonen el rol doméstico y familiar”.
Oportunidades empresariales
Sin embargo, la directora del Grado en ADE matiza que “las mujeres tienen cada vez más oportunidades en el entorno rural por la diversificación de sus posibilidades de negocio: desde el turismo rural a la transformación artesanal, la calidad alimentaria, la agricultura ecológica, la recuperación de oficios tradicionales o la agricultura de conservación” y estas actividades amplían su radio de acción para mejorar su situación económica.
Vanesa Abarca añade que “la mujer rural reivindica cada vez más sus derechos con la petición de mayores servicios en el entorno rural tanto educativos como sanitarios. La formación online ha permitido cubrir esta necesidad acercando, de una manera directa, la escuela y la universidad a cada hogar. La educación permite adecuarse a las nuevas necesidades culturales, profesionales y organizativas. y aprovechar las oportunidades del entorno para convertirse en empresarias”. Acercar las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación al entorno rural facilita esta formación que, en muchos casos, es vital para el desarrollo de la mujer rural.
La llegada del COVID-19
Esta pandemia ha agravado los problemas de servicios básicos en el mundo rural, “dificultando esencialmente la atención médica, el acceso a medicamentos esenciales o las vacunas”, matiza Abarca. El último informe de la ONU de este 2020, refleja cómo las mujeres sufren aislamiento y la falta de acceso a las tecnologías reduce su capacidad para mejorar en su vida laboral y personal, a pesar de ser la cuarta parte de la población mundial.
Día de la mujer rural
Un año más, según el informe de la ONU, se constata que el trabajo en el mundo rural tiene una brecha salarial superior al de las áreas urbanas, alcanzando el 40%. Si las mujeres en las zonas rurales tuvieran el mismo acceso a los activos agrícolas, la educación y los mercados que los hombres, se podría aumentar la producción agrícola y reducir el número de personas que padecen hambre, entre 100 y 150 millones de personas. Estas son algunas de las razones para celebrar el Día Internacional de las Mujeres Rurales bajo el lema “Construir la resiliencia de las mujeres rurales a raíz del COVID-19”, con la finalidad de concienciar sobre la lucha de estas mujeres, sus necesidades y su papel clave y fundamental en la sociedad. Menos del 20% de los propietarios de las tierras de todo el mundo son mujeres y estos datos impiden a este sector de la población poder mejorar su situación y salir de su situación de pobreza.
Una labor invisible
Las mujeres rurales trabajan como agricultoras, asalariadas o empresarias. Su trabajo en el campo garantiza la seguridad alimentaria de sus poblaciones. Sin embargo, denuncia la ONU, un año más las mujeres no disponen del mismo acceso a la tierra, los créditos, los materiales agrícolas, los mercados o las cadenas de productos cultivados de alto valor igual que sus homólogos masculinos. Tampoco tienen acceso a servicios públicos como la educación o la asistencia sanitaria o las infraestructuras como el agua o el saneamiento.
Vanesa Abarca concluye que “la labor de las mujeres rurales es, en ocasiones, invisible y no remunerada”. Ellas soportan el 75% de las tareas no remuneradas del mundo como el cuidado de los hijos o la limpieza del hogar. Y, en ocasiones, sus tareas aumentan y se endurecen debido a la migración de los hombres hacia otros lugares del mundo donde tendrán mayores oportunidades, indica el informe de Naciones Unidas.