Caratula de la campaña elaborada por la Universidad de Málaga.
2 de diciembre de 2022. En 2019, 14 millones de personas padecían trastornos alimentarios, de los que casi 3 millones eran niños y adolescentes. Esta enfermedad provoca una alteración en la alimentación o en el comportamiento relacionado con la alimentación. Para que una conducta alimentaria inusual se considere un trastorno, el comportamiento debe prolongarse durante un período de tiempo y causar un daño significativo a la salud y/o la capacidad física de la persona para funcionar con normalidad en la escuela o en el trabajo, así como afectar negativamente a las interacciones de la persona con las demás personas.
La Universidad Isabel I se suma un mes más a la campaña propuesta por la Red de Universidades Saludables (REUPS) de la que forma parte y que en esta ocasión trata de reducir los trastornos de conducta alimentaria, teniendo en cuenta que el 30 de noviembre se celebra el Día internacional de la lucha contra los trastornos de conducta alimentaria.
Los trastornos de la conducta alimentaria tienen un origen multifactorial y este origen demanda un abordaje multidisciplinar. Debe ocupar un lugar predominante la promoción de hábitos de vida saludable en los centros educativos generando programas de promoción de la salud, además de la prevención de estos trastornos, con la realización de acciones para la modificación de criterios estéticos que identifican la imagen corporal “ideal” con la extrema delgadez, con parámetros muy alejados de la estructura física común de la mayoría de las personas.
Los trastornos alimentarios, como la anorexia y la bulimia nerviosas, se caracterizan por alteraciones en la alimentación y preocupación por los alimentos, así como por problemas notables de peso corporal y forma. Los síntomas o comportamientos dan lugar a un riesgo o daño considerables para la salud, una angustia notable o una discapacidad funcional importante.
Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia nerviosas, suelen aparecer durante la adolescencia y la juventud y aunque afectan a ambos sexos, son dos veces y media más frecuentes en mujeres, siendo su prevalencia en España de 4,1% a 6,4% en mujeres entre 12 y 21 años, frente al 0,3% para los hombres. Este tipo de trastornos se presentan con comportamientos alimentarios anormales y preocupación por la comida y, en la mayoría de los casos, por el peso y la figura corporales. La anorexia nerviosa puede producir la muerte prematura, a menudo debido a complicaciones médicas o al suicidio, y tiene asociada una mortalidad superior a la de cualquier otro trastorno mental.
Existen opciones de tratamiento eficaces, como el tratamiento de base familiar y la terapia cognitiva, y debe destacarse que cada vez es más común la existencia de una o varias Unidades de Trastornos de la Conducta Alimentaria distribuidos por todo el territorio nacional o la creación un Observatorio Nacional.