La Alhambra de Granada, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
10 de agosto de 2022. Contar con un bien declarado Patrimonio Mundial, incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, significa considerar ese bien como un lugar de la Tierra con un valor universal excepcional, que pertenece al patrimonio de la humanidad. Actualmente, la Lista del Patrimonio Mundial incluye 1.121 sitios en 167 países, de los cuales 869 son culturales, 213 son naturales y 39 son mixtos.
En España, el número de bienes considerados Patrimonio de la Humanidad alcanza las 49 localizaciones entre las que se encuentran el complejo de la Alhambra de Granada, la Catedral de Burgos, las obras de Antoni Gaudí, la Cueva de Altamira, el Camino de Santiago, las ciudades viejas de Santiago de Compostela, Toledo, Segovia, Ávila o Salamanca, el Yacimiento Arqueológico de Atapuerca, sitio de los dólmenes de Antequera, el Parque Nacional de Garajonay, el Parque Nacional de Doñana, la Torre de Hércules o el Palmeral de Elche. entre otros muchos.
La profesora Silvia Arribas Alonso, docente de la Facultad de Humanidades de la Universidad Isabel I, acaba de publicar un artículo en el número 107 de la revista Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) sobre el 50 aniversario de la Convección de Patrimonio Mundial. Para la profesora, experta en geografía e historia, es necesario realizar una valoración sobre los bienes inscritos en la lista del Patrimonio Mundial “que reciben mayor atención y recursos que aquellos que no tienen tal consideración. Sin embargo, no son vistos como referentes sino como bienes superiores y no representativos”, explica la docente en su artículo.
Silvia Arribas indica en su artículo que cuando se declara un lugar Patrimonio Mundial se ponen en marcha una serie de mecanismos de salvaguarda, preservación y conservación, que en algunos casos, llevan a la mercantilización que se derivan de la promoción turística. “El Patrimonio Mundial se ve totalmente hipotecado a tener que justificarse bajo el paraguas de la rentabilidad económica, siendo el turismo el sector directo al que abrazarse”, explica en su artículo.
Cueva de Altamira, considerada la catedral de la prehistoria por sus pinturas rupestres, e incluido en la lista de Bienes Patrimonio de la Humanidad.
Un bien inscrito en la lista de Patrimonio Mundial significa prestigio y orgullo de ese patrimonio. La población que se encuentra en el entorno de ese bien, aumenta la consideración y el conocimiento que se tiene sobre ese patrimonio, lo que repercute positivamente en su conservación. La profesora Arribas señala que estos bienes están considerados a otro nivel, con unas características muy particulares al resto de bienes protegidos, de tal manera que no son tomados como referentes. “Son vistos como algo inalcanzable, bienes contra los que no se puede competir cuando lo más favorable sería la cooperación”, matiza.
Los Bienes Patrimonio de la Humanidad se consideran patrimonio de primer orden y “acaparan mayor atención y cantidad de recursos”, por lo que en España se actúa con “sobreprotección” de estos bienes ante el temor de que puedan desaparecer de la Lista de la UNESCO por motivos de desprotección o falta de conservación.
Catedral de Burgos, Bien Patrimonio de la Humanidad, es la seo más representativa del estilo gótico en España.
Para la profesora Arribas Alonso, es necesario tener en cuenta la aparición de las nuevas tecnologías para explicar los bienes de Patrimonio Mundial, que vienen a renovar los problemas de desgaste que afectan a algunas ubicaciones. Según su criterio, "no se debe caer en el error de actuar en estos bienes para convertir su gestión en un escaparate o un parque temático, distando de la realidad o el contexto en el que se crearon", matiza en su artículo.
La docente concluye su artículo subrayando que se debe abogar por la conservación, “pero estar sujeta a las necesidades del presente y a los retos del futuro. El patrimonio debe estar vivo y ser objeto de continuo debate y revisión. Si ello implica repensar los valores por los que fue protegido, no tiene por qué considerarse un agravio, un ataque o un conflicto, sino reconocerlo como positivo, como un fenómeno que evoluciona con la sociedad y con el desarrollo sostenible del planeta y del ser humano”, concluye la docente.