23 de octubre de 2020. El decano de Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I, Víctor Rodríguez, ha abordado esta semana en el programa `Magazine, La 8 Burgos´, el instrumental con el que trabaja un criminólogo: el maletín básico de las herramientas, clave para recoger las pruebas en el lugar de un crimen.
Víctor Rodríguez ha explicado que a través de la lofoscopia (la ciencia que estudia las huellas de los diferentes dibujos que aparecen en las yemas de los dedos de las manos, palmas y plantas de los pies) se puede llegar a determinar con una probabilidad del 99,9% de acierto si la huella investigada es o no de una persona en concreto. El decano de la Facultad de Criminología ha matizado que “las personas tienen huellas únicas no sólo en las palmas de manos sino también en los pies, los labios o las orejas. Una huella parcial es suficiente para detectar la culpabilidad o inocencia de un acusado”.
Víctor Rodríguez ha explicado que cuando el criminólogo llega a la escena de un crimen es fundamental extremar el cuidado para no contaminar el escenario. “Hay una metodología detallada que se ejecuta por círculos concéntricos o cuadrículas, ya que cualquier elemento en el lugar del crimen puede ser vital para esclarecerlo”.
El maletín del criminólogo es un pequeño laboratorio que, una vez que se ha perimetrado el recinto, cuenta con todos los instrumentos necesarios para detectar una huella, la rodada de un vehículo, la marca de unos labios en una copa de vino, la marca de una oreja en un cristal, una pisada… todos elementos que a simple vista no se detectan y claves para esclarecer un crimen.
¿Cómo se detecta una huella?
Para detectar una huella, explica Rodríguez, hay que añadir material en polvo para detectar huellas. En una superficie lisa se aplicará un reactivo de un color que contraste con la superficie para hacerla visible. Una vez definida, se aplica una sustancia con pegamento para huellas, se instala en un material reactivo y se lleva al laboratorio donde se coteja con el banco de datos.
El decano de la Facultad de Criminología ha explicado que este sofisticado sistema informático detecta los microporos de la huella y otros elementos perennes que hacen de cada persona única.” Estos elementos identificativos se forman en el tercer mes de gestación y duran hasta el final de la vida. Aunque algunas personas quieran destruirlas con ácido o quemaduras, siempre vuelven a salir”, concreta.
Rodríguez señaló que el maletín de un criminalista tiene otros elementos fundamentales para la detección de pruebas como una huella de sangre, (de la que puede llegar a detectarse hasta el genoma de una persona) o las rodadas de un vehículo que pase de una zona de barro al asfalto, (se pueden definir huellas en el asfalto) y con la plancha de una escayola especial, descubrir qué modelo de coche es.
No romper la cadena de custodia de pruebas
Para concluir, Víctor Rodríguez ha subrayado la importancia de la minuciosidad y escrupulosidad en toda la cadena de pruebas desde que se recogen hasta la llegada al juicio, durante todo el proceso de custodia, ya que pueden ser la diferencia, si se produce algún error, que una persona sea declarada culpable o inocente en un proceso judicial.
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