Andrés Seoane Fuente - Mar, 12/09/2017 - 09:43
Alberto Contador durante la decimonovena etapa del Tour de 2007, el primero que sumó a palmarés. | I, Nicrid16 [CC BY-SA 2.5 (httpcreativecommons.orglicensesby-sa2.5)], via Wikimedia Commons
Don Alberto Contador Velasco ha colgado la bicicleta. Envuelto en un ambiente de ensueño, en casa, y con todo el público de su parte, se va dejando la sensación de que sus piernas aún podrían regalarnos escaladas inimaginables, algún disparo más en la línea de meta como celebración de su victoria, y quién sabe si alguna gran vuelta que sumar a su ya histórico palmarés. Uno de los mejores ciclistas de siempre se despide tras haberse ganado a pulso la elección del momento de decir adiós. Y sólo queda darle las gracias.
Además de inscribir su nombre en dos Tours de Francia (2007 y 2009), dos Giros de Italia (2005 y 2008) y tres Vueltas a España (2008, 2012 y 2014), Alberto Contador ha dejado en el imaginario colectivo su sello personal, su manera única y atrevida de correr, y un carácter sobre las dos ruedas con el que se ha metido a todos en el bolsillo. Fuerza y coraje, pasión y valentía sobre la bicicleta, arte y magia. Un deportista irrepetible. Un ídolo inspirador.
15 años en la élite mundial del ciclismo y muchos momentos que marcaron su carrera. Es el bagaje de un profesional que ha dejado escenas épicas y ataques imprevisibles. Debutó en 2002 y tan sólo dos años más tarde vivió una experiencia que dejó para siempre una enorme huella en el ciclista de Pinto. Un cavernoma cerebral congénito le tiró de la bicicleta durante la Vuelta a Asturias. El origen de los mareos y las convulsiones por las que cayó se supo después, cuando le operaron. De aquello le quedó una cicatriz de lado a lado de la cabeza, acompañada de una capacidad de lucha y superación que forjaron la leyenda que hoy abandona el ciclismo profesional. Regresó en 2005. Y ganó una etapa en el Tour Down Under de Australia.
A partir de esta experiencia, cabe destacar también el trabajo de la Fundación Alberto Contador. Porque más allá de ser un ciclista excepcional, su entidad trabaja por la promoción del uso de la bici y de este deporte, y desarrolla acciones para luchar contra el ictus que van desde la concienciación de la sociedad a la ayuda a los pacientes. Por si fuera poco, su Fundación también ha promovido una escuela de ciclismo, lleva siete años desarrollando la Marcha Alberto Contador para reunir a deportistas y amantes de la bicicleta a nivel nacional, y en la que la Universidad Isabel I colabora desde este año; y actualmente Contador cuenta con dos equipos: Polartec Junior Team y Polartec Sub23 Team.
Detalle de la entrevista de la Universidad Isabel I a Alberto Contador con motivo de la Marcha Cicloturista Alberto Contador de este año 2017.
Los regalos que nos ha dejado montado sobre dos ruedas son innumerables. El doblete Giro-Vuelta de 2008, con un triunfo en el infernal puerto del Angliru, el mismo que coronó el pasado sábado como broche de oro a su despedida profesional; su segundo Tour, como jefe de filas de Lance Armstrong; la victoria en la Vuelta con el mítico ataque a Purito Rodríguez en Fuente Dé, a 50 kilómetros del final, cuando nació el Contador que ataca como nadie y cuando nadie lo espera, sin pensar en la distancia a la meta ni en las consecuencias y dejando el corazón en cada pedalada; o la última vez que vistió el maillot rosa, en un disputadísimo Giro contra Fabio Aru y Mikel Landa.
En este último año como profesional, decidió que terminaría tras firmar un noveno puesto en el Tour, la misma carrera que el año anterior se vio obligado a abandonar por las importantes caídas que sufrió en las dos primeras etapas. “Quiero hacerlo en plena posesión de mis facultades, con la capacidad aún de luchar por la victoria en todas las carreras. No quiero arrastrarme”, anunciaba en un vídeo difundido en sus redes sociales. Y lo que ha hecho ha sido todo lo contrario: la Vuelta tiene 21 etapas y Alberto ha atacado en 11. Sencillamente épico. No se recuerda nada así. Para él, el ciclismo no ha sido nunca una cuestión de morir o ganar. Sino de cómo morir y cómo ganar. Y nadie lo ha hecho como él. Ni una cosa ni la otra.
Basta, como referencia, tomar las palabras de su gran rival durante estos últimos años, Chris Froome: “Mi vida será más fácil sin Alberto. Es un corredor súper agresivo, con un gran olfato y muy explosivo. Su victoria en El Angliru ha sido impresionante, la despedida perfecta”.
Muchas gracias por todo Alberto.
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