Alfonso Cortés Pérez - Jue, 21/04/2022 - 14:30
Prevenir para tener cero accidentes.
Serie: 'Cultura Preventiva' (XXXIX)
La percepción del riesgo cambia con la experiencia, así aquellos que sufrieron directa o indirectamente un accidente, en unas circunstancias determinadas, suelen estar atentos cuando esas mismas circunstancias vuelven a darse o perciben que pueden darse, ese enfoque no es preventivo si no reactivo, pues reaccionamos ante hechos pasados tratando de evitar hechos futuros. En este escenario la experiencia es un magnífico aval para el prevencionista pues nadie le puede negar posibles consecuencias si ya se dieron anteriormente.
Lo realmente difícil para el prevencionista es suponer unas circunstancias en las que se pueda dar un accidente que nunca antes se había dado y proponer medidas preventivas para evitar algo que nunca ha pasado, en ese contexto es relativamente fácil cuestionar la decisión del prevencionista porque ¿si nunca ha pasado por qué va a pasar ahora? Máxime si esas medidas preventivas conllevan costes, molestias o esfuerzos adicionales.
El prevencionista debe actuar en parte como un visionario o un adivino al prever situaciones que podrían darse, pero además ser un magnífico orador, persuasivo, con credibilidad y con un dominio absoluto de los argumentos necesarios para convencer, es decir debe ser un líder, cualidades muy exigentes para cualquier profesional, así que no es fácil tenerlas o adquirirlas.
La organización que disponga de un Técnico de Prevención con las cualidades que se apuntaban en el párrafo anterior tiene un tesoro, no por la personalidad en sí del Técnico, sino porque gracias a ella probablemente se va a ahorrar muchos disgustos, y dinero, pero claro si éste hace un buen trabajo y como consecuencia no pasa nada vuelve a ser difícil valorar los ahorros económicos y beneficios objetivos y subjetivos que aporta a su organización. En estas circunstancias, si la organización dispone de un magnífico empleado y no lo valora convenientemente es fácil que este se frustre y deje de hacer un trabajo brillante o se marche a otro sitio en el que valoren sus cualidades, en ambos casos la organización pierde y las consecuencias la sufrirá el empresario en su bolsillo y los trabajadores en su bienestar.
Como en cualquier empleado, también en los Técnicos de Prevención el empresario y el Departamento de Recursos Humanos de la organización deben saber buscar, encontrar y valorar el talento, un entorno saludable es un mejor entorno productivo, disponer de un buen Técnico de Prevención es muy rentable para la organización y puesto que su papel le obliga a estar entre el empresario y los trabajadores y atenderles a ambos, también los trabajadores, compañeros suyos al fin y al cabo, deben también saber valorarle y respetarle.
Por último, y retomando el argumento inicial, si no pasa nada, y se trabaja para ello, tal vez no sea casualidad, la buena prevención es casi invisible, aunque es cierto que puede que no pase nada sin buscarlo, eso es suerte, y la seguridad y salud de las personas es una cuestión suficientemente importante como para confiarlas al azar, se consigue trabajando, aunque ese trabajo no genere mucho ruido, esa es la labor del prevencionista.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN 2695-284X
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