María Hernández Moreno - Lun, 17/04/2023 - 10:28
Análisis de sangre en el laboratorio.
Serie: 'Criminología en Serie' (XXXVI)
El auge de las series y novelas policiacas y de investigación, en la que sus protagonistas se presentan y definen como criminólogos, ha contribuido a diseminar la confusión que reina entre la mayoría de los miembros de la sociedad sobre sus funciones y sobre el objetivo final de cada una de estas ciencias.
En ellas suelen aparecer enfundados en trajes blancos de protección, recogiendo cabellos o fotografiando manchas de sangre. Labores de las que, en realidad, no se encargan en ningún caso, al menos, en nuestro país.
Es habitual, además, que se dé por hecho que estos profesionales se dedican de manera exclusiva al análisis de escenarios delictivos, o que su presencia se ciñe a trabajar con cadáveres y sus muestras, casando su profesión con laboratorios forenses, el estudio de las evidencias o autopsias e informes toxicológicos.
Existe, básicamente, una confusión entre las labores de los criminólogos y las de los criminalistas, que emborrona ambas profesiones e impide que llegue a conocerse cuál es la verdadera labor del criminólogo y a qué se dedica realmente esta ciencia.
De hecho, la figura que se nos vende desde esas series de ficción como la del criminólogo, es en realidad la del criminalista: el profesional en ciencias forenses que trabajará, a través de diferentes especialidades científicas, en el análisis de diversos elementos para contribuir a la resolución del hecho delictivo, auxiliando así a la administración de justicia.
El criminalista, por tanto, va a dar respuesta a los interrogantes que surgen después de cualquier delito: qué ha ocurrido, cuándo, dónde, quién lo ha cometido y cómo se ha producido.
Entonces, ¿de qué se encarga el criminólogo?
Su labor se centra en estudiar el delito para su prevención, no para su reconstrucción. Es ahí donde reside la principal diferencia entre ambas disciplinas. Asimismo, también desempeña labores relacionadas con la reducción de la sensación de inseguridad, la mejora de los sistemas de control social formal, la evaluación de la atención de las víctimas y de los delincuentes, la coordinación de servicios multidisciplinares orientados a la prevención de conductas antisociales, etc.
Estos profesionales ahondarán en las diferentes esferas que rodean las conductas tipificadas como ilícitas, para establecer diferentes planes de evaluación y de prevención que permitan su control, y como fin último, su disminución. Trabajarán la delincuencia atendiendo a su entorno, a los factores que pueden contribuir a su desarrollo, al perfil de los autores y al de sus víctimas… con la intención de comprenderlo e intervenir para tratarlo y dar respuesta así al último interrogante: ¿por qué?
En definitiva, puede concluirse que, aunque ambas guarden relación con el delito y sus consecuencias sociales y penales, la labor que desempeñan dista de ser similar, diferenciándose tanto sus objetivos como las acciones que desarrollan en cada caso para cumplirlos.
ISSN 2697-1984
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
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