Andrés Seoane Fuente - Mié, 20/12/2017 - 13:47
Ilustración: Néstor L. Arauzo
Serie: 'Del Dicho al Hecho Histórico' (V)
“Las apariencias engañan” o “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Quizá el refrán que traemos hoy no sea tan popular como estos dos, pero su utilización es, además de muy actual, calcada: de nada vale juzgar por el aspecto externo, tanto si es para bien como si lo hacemos para mal, porque lo que ven nuestros ojos no concuerda en infinidad de ocasiones con lo que guarda el interior o lo que hay detrás, ya se trate de una persona, de un objeto, de una situación…
La fuente en la que nos encontramos este proverbio, de carácter moral, es la obra Filosofía vulgar (1568), del humanista y paremiólogo español Juan de Mal Lara, una de las grandes publicaciones sobre refranes en castellano, que recoge casi 1.000 con sus correspondientes glosas a cargo del autor.
Por su significado y la posibilidad de emplearlo en múltiples situaciones, sumado a su antigüedad, este refrán se ha utilizado en Clemencia (1852), de Fernán Caballero; Romances, en Carlo-Magno. Pliego suelto (1822), de Juan José López; o en Primera parte de Guzmán de Alfarache (1599), de Mateo Alemán.
Fuentes:
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