Ana Bárcena Santamaría - Mié, 15/11/2017 - 18:36
Ilustración: Rocío Raya
Ensalzando el laconismo, de esta expresión tan antigua podemos decir que se explica por sí sola. Quien posee un mínimo de entendimiento no requiere de muchas explicaciones para comprender un asunto. Su origen podemos encontrarlo, por una parte, en su expresión latina Intelligenti pauca, es decir, “a los inteligentes, pocas cosas”. Y por otra, remontándonos a la Antigua Roma, época en la que el comediógrafo latino Tito Maccio Plauto la plasmó en una de sus sentencias: “al sabio, una sola palabra le basta”, ensalzando el amor y fascinación que en aquellos tiempos se tenía hacía el valor del conocimiento y la sabiduría.
Ligada a esta expresión encontramos una historia, convertida hoy en día casi en fábula, que afirma que en una audiencia que el cardenal Mazarino, diplomático y político francés, concedió a un mendigo, este último debía explicarse en tan solo dos palabras. El mendigo, que entendió a la perfección el mensaje, se dirigió hacia el cardenal y pronunció su discurso: “Hambre, frío”. A lo que Mazarino respondió, girándose hacia su secretario: “Comida, ropa”. Tras esta breve pero satisfactoria conversación, el cardenal Mazarino sentenció “a buen entendedor, pocas palabras”.
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