Lucía Rodríguez Málaga - Mar, 06/12/2022 - 12:12
Concepto de cerebro y ordenador.
Serie: 'Neurociencia Educativa' (XL)
¿En cuántas ocasiones, dentro del contexto académico, por ejemplo, hemos escuchado que el cerebro funciona como una máquina? ¿Esto realmente es así, o constituye un neuromito? El ordenador constituye una herramienta que comprende entradas de información, un procesador que las integra y un sistema de salida de la información recibida. Por su parte, el cerebro funciona procesando la información que recibe a través de los órganos de los sentidos y, tras integrar y procesar la información de estos órganos y elaborar significados, se emite una respuesta (conducta).
En base a lo anterior, es posible afirmar, de modo erróneo, que el cerebro trabaja u opera como un ordenador, simplificando su actividad de una manera equivocada (Mora, 2014). De hecho, desde diferentes disciplinas aparece la denominada “teoría del procesamiento de la información” una corriente dentro del cognitivismo que ha comparado la mente humana con un ordenador, para elaborar modelos que puedan explicar el funcionamiento de procesos cognitivos superiores (Mora, 2014, 2017). Sin embargo, y aunque pueda resultar útil emplear este símil, cuando se trata de explicar el funcionamiento del cerebro, está lejos de hacerlo de manera correcta.
Se puede afirmar que, dado que ha sido el ser humano el creador del ordenador, el conocimiento sobre su funcionamiento, operatividad u elementos que lo componen es de sobra conocido (aun cuando estas herramientas son cada vez más y más sofisticadas). Sin embargo, cabe preguntarse ¿tenemos un conocimiento profundo del funcionamiento del cerebro? Una respuesta afirmativa a esta pregunta, hoy en día, no puede ser dada. En este sentido, el cerebro es un órgano cuyo funcionamiento (a diferencia del ordenador), en relación con las capacidades cognitivas superiores (razonamiento, por ejemplo) se desconoce en profundidad. Pero, además, otra diferencia importante entre el ordenador y el cerebro es que este último opera de una manera muy diferente a como lo hace un ordenador. El cerebro posee infinitas vías para resolver problemas (a diferencia de la evidente inflexibilidad de un ordenador) y, sobre todo, las emociones y la conciencia son variables que subyacen al funcionamiento de este, variables que no alcanza a tener ningún diseño computacional. El ordenador procesa sin emociones (alegría, tristeza, miedo), sentimientos (motivación, ilusión) o conciencia, por lo tanto, tal y como afirma Mora (2017):
Se puede afirmar que procesa información sin “saber” que está procesando en ningún momento. Por el contrario, el cerebro humano “sabe” lo que hace (al menos en algunas cosas). Tiene conciencia. Es más, el ser humano es poseedor del cerebro que procesa toda información, no ve ni oye ni percibe nada (a pesar de estar rodeado y bombardeado constantemente por todos los estímulos sensoriales que le rodean) a menos que aquella información sensorial tenga algún significado para él. Sólo ante aquello que significa algo la maquinaria atencional del cerebro se pone en marcha” (p.52)
De manera muy simplificada y, siguiendo a los autores Edelman y Tononi (2000; 2008), el cerebro se diferencia del ordenador fundamentalmente porque:
- La naturaleza de la estructura de las conexiones del cerebro no son conexiones exactas ni idénticas entre dos cerebros (incluso de un tamaño parecido) como ocurriría entre dos ordenadores de construcción semejante.
- Los cambios constantes en la dinámica cerebral (en sus conexiones) y la variabilidad individual intrínseca de cada sujeto, hace que exista una diversidad individual que no puede integrar ningún diseño computacional.
- El cerebro, sin tener un código preestablecido, es capaz de integrar, clasificar o categorizas una gran cantidad de señales de distinta modalidad procedente del ambiente. Además, se produce en él, el llamado fenómeno de “re-entradas” es decir, el constante intercambio de señales en paralelo entre sus diferentes áreas recíprocamente interconectadas. Las redes de comunicación computacional trabajan con señales previamente codificadas y precisas que no admiten más de una interpretación.
Imagen propia adaptada a partir de dibujo de Francisco Mora.
Colaboración en este artículo de la profesora Elena Barredo Hernández, Directora del Máster en Tecnología Educativa y Competencia Digital Docente.
Referencias bibliográficas
Mora Teruel, F. (2014). Neuroeducación. Alianza Editorial.
Mora, F. (2017). Cómo funciona el cerebro. Alianza Editorial.
Sporns, O., Tononi, G., & Edelman, G. M. (2000). Connectivity and complexity: the relationship between neuroanatomy and brain dynamics. Neural networks, 13(8-9), 909-922.
Edelman, G. M., & Tononi, G. (2008). A universe of consciousness: How matter becomes imagination. Hachette.
Editor: Universidad Isabel I.
ISSN 2697-0481
Burgos, España.
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