María Inmaculada Plaza Carmona - Vie, 13/05/2022 - 09:00
Grupo de personas realizando abdominales.
Serie: 'In Corpore Sano' (XXIX)
Llevar a cabo un estilo de vida activo, donde el ejercicio físico y una adecuada alimentación formen parte de nuestro día a día, nos va a permitir alcanzar un estado de salud óptima, así como prevenir o mejorar patologías cada vez más presentes en la sociedad actual.
Para ello, es fundamental un asesoramiento idóneo sobre el tipo de ejercicio físico o deporte a realizar, intensidad de trabajo, frecuencia, número de repeticiones, adaptaciones en función del estado basal de cada persona, etc. En este sentido, se puede apreciar como los profesionales de las Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, son una pieza clave a incorporar dentro del sistema de salud, donde en muy pocas ocasiones están presentes dentro de hospitales y centros de atención primaria.
Mi experiencia como Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, así como Graduada en Enfermería, me permite ver como día a día la palabra “ejercicio físico” es un denominador común dentro de las prescripciones médicas y enfermeras, en la mejora de patologías como la “obesidad, sarcopenia, hígado graso, diabetes mellitus, hipertensión, obesidad sarcopenica, enfermedades cardiovasculares, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), depresión, síndrome metabólico…), sin embargo, la prescripción queda reducido a unas simples frases como: “realice más ejercicio”, “camine más”, “salga a pasear ahora que empieza el buen tiempo”, “vaya a nadar”… Y yo me pregunto ¿eso son pautas de ejercicio físico?, ¿qué pasa con aquellas personas que apenas pueden caminar?, ¿y con las que no saben nadar, o no hay una piscina en su municipio?, ¿o tienen alguna limitación funcional por una fractura?...
Todas estas cuestiones y muchas más que podemos plantearnos, ponen sobre la mesa la necesidad de incorpora a los Licenciados y/o Graduados en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFYD) dentro del sistema de salud, junto a médicos/as, enfermeros/as, fisioterapeutas, psicólogos/as, terapeutas ocupacionales, etc. Son muy pocos los centros sanitarios que cuentan con estos profesionales dentro de su equipo multidisciplinar. Actualmente podemos apreciar, como la figura del CAFYD a nivel hospitalario o en atención primaria, suele estar limitada a la participación de proyectos de investigación (beneficios de la actividad física multicomponente en la prevención de la fragilidad en mayores, efectos de la práctica de ejercicio físico durante la diálisis, ejercicio físico y cáncer…). Proyectos en los que se reitera la necesidad de prescribir ejercicio físico como el mejor método no farmacológico para la prevención de enfermedades y elemento esencial en los procesos de recuperación. Pero una vez finalizado el plazo de financiación de esos proyectos, los resultados encontrados, se les da difusión a través de participaciones en congresos y publicaciones, dejando nuevamente al CAFYD fuera del equipo multidisciplinar sanitario, lo que conlleva a los consejos citados anteriormente sobre “camine”, “lo que hay que hacer para mejorar el hígado graso es una adecuada alimentación y ejercicio físico” ….
Dos mujeres realizando ejercicio físico.
Como vemos, es un círculo vicioso en el que al menos una cosa queda clara, y es que el ejercicio físico debe de incluirse dentro de nuestro patrón de vida, ya seamos personas sanas o enfermas, pero el ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿a que intensidad…?, todo ello queda relegado a los conocimientos de los médicos/as y enfermeros/as, que suele ser limitado, y no por culpa de ellos/as, ya que dentro de su formación universitaria recibida los conocimientos que deben de alcanzar según establecen sus planes de estudios sobre la actividad física y el ejercicio que son muy limitados. Y es algo con sentido, puesto que para ello existe un grado específico en actividad física y deporte, en los que, tras cuatro años de estudio, todos aquellos que lo cursan saben planificar entrenamientos de rendimiento deportivo, pero también planificar actividades y ejercicios físicos adaptados a diferentes colectivos, donde podemos incluir personas sanas o enfermas.
Por ello, creo que es necesario reflexionar sobre ello, y reclamar el sitio que un CAFYD debe de tener, puesto que son un elemento esencial, ya que la mejor forma de tratar a un paciente es con un equipo multidisciplinar, donde unos aportan sus competencias sobre prescripción médica, otros sobre cuidados de la salud, rehabilitación…y sobre ejercicio físico.
La actividad y el ejercicio físicos no entiende de barreras, puede llegar a todos los individuos, adaptándolo a las necesidades que demanden, atendiendo a los gustos, teniendo en cuenta los recursos sanitarios y económicos de los que se dispone. Pero, para ello, hay que tener formación y la posibilidad de dar a conocer los múltiples recursos y conocimientos que los CAFYD pueden aportan.
Porque al final, las ciencias de la actividad física y el deporte son eso, una ciencia más en continuo desarrollo de métodos de entrenamiento o de tipos de ejercicio, donde se están viendo los múltiples beneficios derivados de la fuerza, entrenamiento interválico, trabajo multicomponente, etc., que ponen de relevancia que hay mucha “más vida” más allá del entrenamiento aeróbico a través de caminar o nadar.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2697-1992.
Burgos, España
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