Olaia Abadía García de Vicuña - Mar, 08/03/2016 - 10:04
Hace casi 115 años, la trágica muerte de 146 trabajadoras en una fábrica de camisas de Nueva York despertó la conciencia social del mundo respecto a los derechos de la mujer. Sin embargo, no fue hasta 1945 cuando la ONU aprobó el primer acuerdo internacional que refleja el principio de igualdad entre mujeres y hombres. Pasan los años, las décadas y los siglos y, aunque se ha avanzado mucho, principalmente en los países más desarrollados, todavía queda camino por recorrer en la tarea de alcanzar la plena igualdad.
Como vicerrectora de Ordenación Académica de la Universidad Isabel I y decana de la Facultad de Ciencias de la Salud, centraré esta breve reflexión en la realidad de la mujer en el deporte y en el mundo universitario.
En la sociedad occidental, las mujeres desarrollan el mismo interés que los hombres por el deporte. En el último medio siglo, las mujeres se han acercado de manera significativa a la actividad deportiva, al igual que lo han hecho en los campos sociales ocupados tradicionalmente por los hombres. Hombres y mujeres somos distintos biológicamente, en lo demás deberíamos compartir plena igualdad.
El éxito del deporte de hoy en día está, en gran medida, en manos de la televisión, que es el medio de comunicación que arrastra a miles, millones o cientos de millones de seguidores cada día. Es cierto que la televisión aún no trata por igual el deporte masculino y el femenino, y es esta una de las razones por las que las competiciones protagonizadas por mujeres no tienen el grado de seguimiento que las desempeñadas por hombres. A pesar de ello, la diferencia de audiencias entre el deporte masculino y el femenino se va estrechando de año en año y ya hay algunas deportistas que tienen más tirón mediático que la mayoría de sus compañeros de especialidad deportiva.
El deporte base, la gimnasia en el colegio, sigue siendo una de las piedras angulares del futuro del deporte femenino. La educación física en la escuela sigue siendo un reto a zanjar, por ejemplo en el sistema educativo español, porque en otros países es algo que ya está totalmente superado o en vías de estarlo.
La Universidad es otro de los ámbitos en los que el deporte femenino necesita más apoyo. Gracias al esfuerzo de un buen número de personas, en España hemos mejorado mucho en este aspecto, aunque todavía tenemos espejos en los que mirarnos para crecer, tal y como ocurre en otros países. Me refiero principalmente al hecho de poder hacer deporte, a facilitar su práctica, e incluso la competición a los deportistas de élite.
La Universidad Isabel I es la única online en España que cuenta con el grado oficial de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Además, disponemos de un programa de apoyo a los deportistas de élite para que puedan compaginar sus entrenamientos y competiciones con su formación universitaria. Porque en esto también ha cambiado la sociología de los deportistas españoles, ahora hay un alto porcentaje de ellos que quieren conseguir un título de la Universidad mientras desarrollan su carrera deportiva.
Y hablando de deporte femenino y universidad, otro aspecto que ha variado sustancialmente en los últimos 50 años es el acceso de la mujer a la Universidad. En 1849, Concepción Arenal se tuvo que disfrazar de hombre para poder estudiar Derecho en la Universidad de Madrid, 23 años después Mª Elena Maseras, con muchos dificultades, fue la primera mujer que pudo matricularse en la Universidad española, en la Facultad de Medicina de Barcelona. Hasta 1910 no se aprobó en España una ley que autorizaba a las mujeres a poder estudiar oficialmente.
Hoy en día hay más mujeres que hombres estudiando en las universidades españolas, aproximadamente un 55%-45%, y salvo en las áreas de ingenierías y arquitectura, donde sigue habiendo más varones, en el resto de especialidades ya hay más féminas. Cambian las proporciones si hablamos de profesores, con un 60% de hombres y un 40% de mujeres, aunque estas cifras se van a equiparar en menos de 10 años por la multitud de jubilaciones de profesores que tendrá lugar en el citado periodo.
Menos igualdad hay si nos referimos al terreno de las cátedras. En España hay un 20% de mujeres catedráticas, frente a un 80% de hombres. También esta ratio va a cambiar en la próxima década de forma sustancial por las jubilaciones. Y si nos referimos a los rectores, el asunto todavía es menos igualitario; según datos oficiales, el pasado año había en España 11 mujeres rectores frente a 69 hombres. Tan solo una de ellas en las universidades públicas.
Entre el personal de la Universidad Isabel I somos más féminas que varones, sin pretenderlo, es un simple síntoma de los nuevos tiempos de igualdad, porque aquí creemos en la valía y competencia de las personas, independientemente de su género.
Olaia Abadía García de Vicuña
Vicerrectora de Ordenación Académica de la Universidad Isabel I
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