Carmen Fernández Aguilar Directora del Grado en ADE
Jue, 29/12/2022 - 11:30

Premios Nobel de Economía 2022

Premios Nobel de Economía 2022.

Serie: 'A vueltas con la Economía' (XCIV)

La Academia sueca ha concedido el Premio Nobel de Economía a David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens. A Card, por sus “contribuciones empíricas en el campo de la economía del trabajo” y a Angrist y a Imbens por sus “contribuciones metodológicas en el análisis de las relaciones causales”. Todos ellos han hecho importantes aportaciones en el ámbito de los denominados experimentos naturales en Economía.

La concesión del premio ha sido muy bien recibida en ciertos ámbitos políticos, porque David Card (junto con el fallecido Alan Krueger) fue pionero en demostrar que los aumentos del salario mínimo no tienen por qué impactar negativamente en el empleo ¿Se premia una metodología o se premia un cambio de paradigma? Una mezcla de las dos cosas. David Card ha sido premiado, fundamentalmente, por demostrar con herramientas empíricas novedosas que, como siempre, la realidad es bastante más compleja que lo que apuntan los modelos. Ahora bien, de una realidad compleja si hay algo que no se pueden extraer son conclusiones simplistas.

El galardón reconoce la innovadora metodología de Card, pero no premia sólo su metodología. Y reconoce su empeño en contradecir la opinión entonces dominante de que un incremento del salario mínimo siempre tiene efectos negativos sobre el empleo, pero esto no es una verdad generalizable, y ni siquiera la principal conclusión de su trabajo. Todo esto lo dice él mismo en la recomendable charla en la Universidad de Berkeley que mantuvo pocas horas después de la concesión del premio.

En la discusión con los asistentes, David Card recuerda el estudio que realizó con Alan Krueger: a principios de los años 90, el estado de Nueva Jersey decidió aumentar el salario mínimo, mientras que Pensilvania, rechazó esa posibilidad. Era pues una configuración óptima para un experimento natural o cuasinatural: recopilar datos antes y después de que subiera el salario mínimo, comparar y sacar conclusiones.

El resultado que obtuvo es que, contrariamente a lo que cabría esperar, el incremento del salario mínimo en Nueva Jersey no se tradujo en una reducción apreciable del empleo. Las críticas no se hicieron esperar, y muchos economistas (algunos bastante célebres) se mostraron escépticos con los resultados.

Aplicación de la metodología Card

Resultados de la investigación.

El resultado llevó a Card y Krueger a hacerse la pregunta clave: ¿por qué, si la teoría sostenía que un precio mínimo en un mercado de competencia perfecta genera un exceso de oferta, los resultados no se verificaban para el mercado de trabajo? La respuesta no estaba en el efecto de los precios mínimos, sino en los supuestos: el mercado de trabajo a menudo no funciona como un mercado de competencia perfecta.

Y esto es crucial a efectos de política económica, como destaca el propio Card: “en el estudio del salario mínimo creo que el resultado principal que extrajimos –al contrario de lo que todos piensan–, no es que debamos necesariamente aumentar el salario mínimo, sino que debemos pensar de forma distinta en cómo se fijan los salarios”. Es decir, que no podemos dar por hecho que los empleadores toman el salario como un valor externo dado por el mercado, sino que “cuentan con un cierto margen de discrecionalidad; mucho en algunos casos, bastante en otros, y en otros, poco”, actuando a veces como un monopolio de demanda (monopsonio, en terminología de la gran Joan Robinson). Y en un monopolio de demanda, un aumento artificial del precio (salario mínimo) no produce necesariamente una caída de la cantidad de equilibrio (empleo), al menos hasta un cierto nivel.

En resumen, las cosas no son siempre sencillas, ni son siempre complejas. Debemos admitir que hay algunas medidas como el salario mínimo que tendrán necesariamente distintos efectos en distintos sectores y distintas regiones. Habrá trabajadores que mejoren y otros que salgan del mercado o dejen de poder acceder. Lo importante es medir los efectos lejos de prejuicios y asumir las correspondientes conclusiones.

¿Y qué dice el Nobel de otros efectos de subir el salario mínimo, como los efectos sobre la equidad? Pues que los economistas “suelen aportar resultados simples” y “conocimientos que no son necesariamente toda la historia”. También que “incluso si no hay efecto sobre el empleo, los empleadores reducirán sus ganancias”, y a un economista le corresponde “explicar ese desplazamiento de rentas (trade-off)”, y no decidir si es la situación deseable para la sociedad.

David Card advierte que, cuando las personas “desarrollan modelos introspectivos del mundo, confunden lo que podría ser cierto con lo que desearían que fuera cierto o lo que creen que debería ser cierto”. Y eso es válido tanto para los críticos acérrimos del salario mínimo como para sus defensores a cualquier precio. Joan Robinson, que decía que “la economía cojea de una pierna por sus hipótesis no contrastadas y de la otra por sus eslóganes no contrastables”, estaría orgullosa de él. Aprendamos del nuevo premio Nobel a contrastar teorías con datos, asumamos que para toda medida hay beneficios y costes que ponderar y dejémonos de prejuicios y de eslóganes.

Bibliografía

Card, D. (2022). Who Set Your Wage? American Economic Review, 112(4), 1075-90.

Gerard, F., Lagos, L., Severnini, E., & Card, D. (2021). Assortative matching or exclusionary hiring? the impact of employment and pay policies on racial wage differences in brazil. American Economic Review, 111(10), 3418-57.

Jardim, E., Long, M. C., Plotnick, R., Van Inwegen, E., Vigdor, J., & Wething, H. (2022). Minimum-wage increases and low-wage employment: Evidence from Seattle. American Economic Journal: Economic Policy, 14(2), 263-314.

Editor: Universidad Isabel I

Burgos, España

ISSN: 2659-3971

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