Reinaldo Batista Cordova Director del Máster en Seguridad, Defensa y Liderazgo
Vie, 13/12/2024 - 09:34

Acnur, imagen de mujeres indígenas trabajandoMujer indígena. Salvaguardar los Derechos Humanos. ACNUR. Autor: B. Heger.

Serie: 'Haciendo Historia' (CXI)

El objetivo de esta reflexión es demostrar las complejas relaciones entre fenómenos sociales y políticos, como la idea de nación, el Estado y la pertenencia a estas dimensiones. Es un debate que demanda tiempo y espacio para su desarrollo, lo que no debe ser un obstáculo para acercarse al problema, como proponemos en ese texto.

La reflexión pretende ofrecer una somera definición de nación y Estado antes de evidenciar que ha habido, y aún hay, grupos nacionales excluidos intencionalmente dentro del sistema estatal. Los ejemplos pueden variar, pero, si dedicáramos al análisis el tiempo que se invierte en ver una secuencia de videos en aplicaciones móviles, percibiríamos que todavía existen colectivos pertenecientes a la nación que no tienen pleno acceso o libertad dentro de los denominados Estados democráticos.

Ahora bien, es necesario cuestionarnos: ¿por qué debemos reflexionar sobre estas cuestiones? Porque podemos hacerlo, tenemos la capacidad y las herramientas. Negarnos a ello sería dejar en manos de otros la tarea de establecer los pasos que debemos dar y los conceptos que debemos utilizar.

Apuntes sobre el fenómeno de la nación

“Tener una nacionalidad no es un atributo inherente al ser humano, pero hoy en día ha llegado a parecerlo” (Gellner, 2001, p. 19). Esta reflexión sintetizada por Ernest Gellner hace más de 20 años sigue siendo relevante para el debate sobre cuestiones relacionadas con la organización de la vida humana en la mayoría de las regiones del mundo. Una mujer puede nacer, crecer y morir sin haberse planteado jamás qué significa pertenecer a una determinada nacionalidad. Se trata, por lo tanto, de un constructo social, aunque también podría considerarse una categoría política. En cualquier caso, deberíamos preguntarnos: si no es una condición inherente al ser humano, ¿por qué atribuimos tanto valor al fenómeno de la nacionalidad?

Parece evidente, pero frente a eventos de radicalización derivados, no pocas veces, de la ignorancia sobre teorías y hechos sociales, cobra sentido formular esta pregunta. La nacionalidad está constituida esencialmente por un patrimonio inmaterial. La sensación de pertenencia a un grupo social homogéneo, que comparte cultura y se organiza bajo una estructura de poder, podría ser una definición derivada de la lectura de las obras registradas en las referencias bibliográficas. Existen incontables nacionalidades en todo el mundo, aunque no todas tienen la fuerza física o moral para reivindicar la creación de un Estado.

De alguna manera, una nación demanda la existencia de un Estado, un ente capaz de representar la voluntad de la comunidad y de defender los intereses del grupo frente a las posibles amenazas de aquellos que no pertenecen a esa “comunidad imaginada” (Benedict, 2006). Sin embargo, es perfectamente viable la existencia de una nación sin la constitución formal de las instituciones estatales.

Notas sobre el rol del Estado

En palabras de Weber (2007), el Estado es el ente que detenta el monopolio de la violencia legitima (p.10). Es una definición todavía coherente, aunque consideramos viable ampliarla siguiendo la propuesta de Bourdieu (2014), quien añade el concepto de violencia simbólica. Al combinar ambas definiciones, obtenemos un concepto mejor adaptado a los hechos, aunque aún incompleto. El Estado tiene el monopolio para ejercer la violencia o la fuerza contra otros. Estos "otros" pueden ser agentes externos al Estado o incluso sus propios integrantes; es decir, en nuestro recorte analítico: las naciones existentes dentro de sus fronteras.

Mujer gitana en una manifestación

Mujer gitana en una manifestación. Fuente: Universitat de Valencia.

Expuesto de esa manera, se evidencia la dificultad de tratar este tema porque los conceptos se entremezclan y son interdependientes, sin contar las derivaciones y excepciones observables. Además, cada concepto es polisémico, permitiendo múltiples definiciones complejas y no siempre convergentes, lo que frecuentemente es aprovechado por ideólogos populistas para fomentar divisiones dentro del propio grupo en su propio beneficio.

En la medida en que el Estado congrega grupos diversos, precisa establecer normas para la convivencia entre ellos. Es por este motivo que la definición de Bourdieu se muestra adecuada, ya que no siempre las decisiones tomadas por quienes representan al Estado se basan en criterios materiales.

En la mayoría de los casos, el monopolio del poder para aplicar la violencia se manifiesta en la dimensión simbólica. Un ejemplo conocido podría ser la negativa a reconocer como integrantes de la comunidad a personas con características biológicas o culturales distintas de quienes ocupan los puestos más altos en la burocracia. Esta situación permite utilizar la violencia simbólica para excluir a determinados colectivos de las instituciones estatales. Las mujeres, por ejemplo, fueron excluidas durante gran parte de la historia de los Estados.

La segregación de integrantes de la nación dentro del Estado

Es importante subrayar que casos aislados de mujeres que hayan sido reinas, abadesas, poetisas o emperatrices antes del siglo XX no constituyen prueba fehaciente de igualdad en el pasado. De hecho, las mujeres, incluso integrando la nación y siendo reconocidas como miembros legítimos del Estado, tenían su libertad de acción limitada. Por lo tanto, la existencia de unas pocas mujeres fácilmente reconocibles sirve como evidencia de la segregación establecida.

El colectivo femenino no tuvo voz legitimada hasta hace muy poco tiempo. Esta situación cambió gracias a la acción de lo que podríamos clasificar como minorías, que comenzaron a organizarse y a reivindicar roles más directos en los estratos sociales. Aunque eran legítimamente identificadas como integrantes de la nación, se silenciaba sistemáticamente su papel o se relegaba a actividades legisladas por quienes ejercían el monopolio de la violencia. El inicio de los movimientos sufragistas a principios del siglo XX, que pretendían revertir esta situación, generó una serie de reacciones por parte del poder constituido para controlar, silenciar, encarcelar y ridiculizar a las mujeres que no aceptaban el lugar asignado a ellas dentro de la comunidad.

Consideración final

Lo que se evidencia en este breve análisis es la complejidad de estos fenómenos. Si enfrentamos dificultades para clasificar y desglosar cuestiones cotidianas, como la pertenencia a una nación o el poder estatal sobre la vida de las personas, ¿cómo podemos pretender definir la realidad de una época? La intención de esta reflexión es evidenciar las intersecciones, las polisemias y las dimensiones existentes en lo que podríamos denominar, de forma genérica, sociedad.

La nación no es sinónimo de nacionalidad; el Estado abarca diversas nacionalidades, y estas no son plenamente coherentes ni homogéneas. Por lo tanto, en el debate sobre el papel de los sujetos en el quehacer cotidiano de los Estados contemporáneos, se espera que los intérpretes, autores y actores sociales sean conscientes de la complejidad que envuelve la historia social de la humanidad, incluso si consideramos solo la historia reciente.

Referencias bibliográficas

Bourdieu, P. (2012). La distinción: Criterio y bases sociales del gusto. Taurus.

Bourdieu, P. (2014). Sobre el Estado: Cursos en el Collège de France (1989-1992). Anagrama.

Benedict, A. (2006). Comunidad imaginada. Fondo de Cultura Económica.

Gellner, E. (2001). Naciones y nacionalismo. Alianza.

Webber, M. (2007). El político y el científico. UACM

Editor: Universidad Isabel I

Burgos, España

ISSN: 2659-398X

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