Clara Miracle Belda Galbis Coordinadora de biología y geología en el MAES
Jue, 11/11/2021 - 08:20

manos con tierra que acogen una planta de la que salen en infografía diversos elementos químicos

Serie: 'El reto del Profesor en Formación' (XIV).

Para celebrar que el próximo lunes, 15 de noviembre, es el Día de la Química, ¡hablemos de química!:

En los países desarrollados está de moda el consumo de alimentos y cosméticos naturales, libres de químicos, a evitar a toda costa, por considerarse perjudiciales. En este contexto, el término químico se presenta como antagónico de natural y nada más lejos de la realidad; porque nosotros mismos somos química (Pardo Ibáñez, 2013).

De ese terror injustificado contra lo químico por nocivo nace, incluso, el término quimiofobia, utilizado sobre todo por divulgadores científicos para referirse a aquel, que paradójicamente puede llevar a renunciar a hábitos saludables, como la ingesta regular de pescados o mariscos, por miedo a que contengan mercurio, que en pequeñas cantidades (que son las habituales en el ambiente) no supone un problema para la población general (Iriepa Canalda, 2020).

Por desinformación y desconfianza —ambas reforzadas por campañas publicitarias engañosas y por etiquetas con ingredientes desconocidos o escondidos tras un número E que no resulta nada familiar—, quizá se confunde el término químico con sintético o artificial, que tampoco tienen porqué ser, necesariamente, sinónimos de malo (Pardo Ibáñez, 2013). La toxicidad de cualquier sustancia pura o mezcla depende de muchos factores, entre ellos: la dosis (sea grande o pequeña), factores relativos al individuo (como la edad, el sexo o el estado fisiológico) y cualquier circunstancia concreta de la exposición, incluyendo el formato en el que se presenta el químico (González-Martín, 2017), más que de su naturaleza propia per se.

El cuerpo humano, por ejemplo, es principalmente agua, pudiendo esta llegar a suponer más del 80 % de nuestro peso corporal (González Corbella, 2006). Y el agua, de quien nadie dudaría su condición de natural, es química y hasta puede resultarnos tóxica.

Con respecto a su composición, cada molécula de agua (también conocida como monóxido de dihidrógeno u oxidano) está formada por 2 átomos de hidrógeno y 1 de oxígeno, unidos los primeros al segundo por un enlace covalente (en el que se comparten electrones), formando un ángulo de exactamente 104,5°, cuya fórmula química, comúnmente conocida, es: H2O.

En cuanto a su potencial tóxico, un exceso de agua o hiperhidratación disminuye la concentración de sodio en sangre (estado conocido como hiponatremia), que puede afectar a nuestras neuronas, observándose, entre otros: desorientación, náuseas, vómitos, confusión, alucinaciones y hasta convulsiones, en los casos más graves, que pueden acabar en coma o incluso con la muerte del individuo afectado (Farrell y Bower, 2003; Keating et al., 1991; Kolata, 2005; «Una mujer muere», 2007; Weston, 2020).

Y no solo el agua es química. En el ámbito de la alimentación —que quizá es en el que más cala el discurso contra lo químico—, frutas, verduras, carne, pescado, cereales,… todo es química, como demuestran los carteles diseñados por Kennedy (2013) (algunos traducidos al castellano en la plataforma de divulgación Naukas). En ellos, bajo la foto de alimentos como el plátano, los arándanos o el huevo se listan la mayoría de sus componentes, en cualquier caso y sin excepción, químicos; porque los azúcares, las grasas, los aminoácidos y las vitaminas, por nombrar algunos, son química. TODO, ¡y más!

Gracias a determinadas reacciones químicas, a veces con participación de la biología (que en esencia es química) y sin olvidar tampoco el papel de la física (de factores como, por ejemplo, la temperatura), se produce la maduración de los frutos y podemos disfrutar de alimentos como el queso, el yogur, el pan o el vino, que, en principio, no existirían de otra, al menos no tal y como los conocemos. Y ello, sin entrar en cuán natural e imprescindible es y nos parece el cocinar, y cuánto de química tiene.

Es cuestión de informarse e informase bien, siendo clave la figura del docente —en parte, como divulgadores en sus aulas—, no solo transmitiendo conocimientos, sino también fomentando la capacidad de buscar información, de analizarla, de contrastarla y de transmitirla, con rigor y desde un punto de vista crítico. Estas competencias que son de utilidad en cualquier circunstancia, no solo para combatir la quimiofobia —que por supuesto también—, sino la desinformación en general, para una sociedad futura mejor, que no dé tregua a mitos, falacias, bulos y mentiras.

Y tú, ¿te apuntas a la lucha?

¿Alguna propuesta concreta para aplicar en las aulas o fuera? ¿Hablamos de otros ejemplos de desinformación generalizada?

Porque compartir es vivir y el debate enriquece, si te apetece, no lo dudes: ¡comenta!

 

Referencias

Farrell, D. J. y Bower, L. (2003). Fatal water intoxication. Journal of Clinical Pathology, 10(10), 803-804

González Corbella, M. J. (2006). El agua. Hidratación y salud. Offarm, 25(8), 80-87. 

González-Martín, C. (2017). La toxicología post-Paracelso: ¿«dosis sola facit venenum»? Apuntes de Ciencia, 7(3), 6-8. 

Iriepa Canalda, I. (21 de septiembre de 2020). ‘La ignorancia y la falta de información son los grandes aliados de la quimiofobia’. UAH.es Noticia

Kennedy, J. (12 de diciembre de 2013). Ingredients of an all-natural banana. James Kennedy Monash

Keating, J. P., Schears, G. J. y Dodge, P. R. (1991). Oral water intoxication in infants. An american epidemic. American Journal of Diseases of Children, 145(9), 985-990. 

Kolata, G. (20 de octubre de 2005). Marathoners warned about too much water. The New York Times

Pardo Ibáñez, P. (9 de mayo de 2013). Tú también eres químic@. Blog de Piratas de la Ciencia.

Una mujer muere en California tras una sobreingesta de agua por un concurso radiofónico. (15 de enero de 2007). El País.

Weston, K. (29 de diciembre de 2020). Civil servant, 34, nearly dies after drinking five litres of water a day in mistaken belief it could cure covid symptoms. MailOnline.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1859

Burgos, España

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