Juan M. Comas Profesor del Grado en Periodismo
Mar, 10/12/2024 - 09:42

Elecciones en Estados Unidos

Elecciones en Estados Unidos.

Serie: 'El Poder de la Palabra' (XXIX)

La posible toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos en enero de 2025 podría marcar un giro significativo en las políticas energéticas globales. Con un enfoque proteccionista y una clara apuesta por los combustibles fósiles, la nueva Administración Trump podría alterar las dinámicas internacionales en sostenibilidad y energía. Esta situación obliga a Europa, y particularmente a España, a reconsiderar sus estrategias de transición energética y sostenibilidad.

Desde una perspectiva de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), estas decisiones plantean dilemas éticos y estratégicos, no solo para los gobiernos, sino también para las empresas, que deberán adaptarse a un contexto global más incierto.

Contexto general: políticas proteccionistas y cambio climático

Donald Trump ya dejó claro durante su primera presidencia su postura hacia el medio ambiente al retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París en 2017. En un escenario donde vuelva a la Casa Blanca, es probable que impulse políticas que favorezcan la independencia energética mediante la producción de petróleo, gas y carbón. De hecho la COP de Brasil ha provocado un acuerdo de mínimos ante las sospechas de las políticas que Donald Trump pueda arrancar una vez comience su segundo mandato presidencial.

Estas decisiones no solo tendrían un impacto inmediato en el mercado energético, sino que también podrían debilitar la cooperación internacional en materia de cambio climático. Según Jeffrey Sachs, economista y defensor de la sostenibilidad, “el cambio climático no se detendrá ante las fronteras nacionales; requiere soluciones colectivas y globales”.

Y es que la retirada de Estados Unidos de acuerdos internacionales podría reducir la presión sobre otros países para cumplir con sus compromisos climáticos, lo que podría poner en riesgo los objetivos de sostenibilidad establecidos por la Agenda 2030 de la ONU.

Impacto en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Europa

El enfoque proteccionista de Trump podría tener un impacto significativo en las relaciones comerciales transatlánticas, especialmente en el sector energético. Lo hemos visto ya con la ola antisostenibilidad que ha venido emergiendo con fuerza desde Estados Unidos en los últimos años.

Si Trump decide en 2025 imponer aranceles o restricciones a la exportación de tecnología energética, como paneles solares o turbinas eólicas, Europa podría enfrentarse a dificultades para mantener su competitividad en la transición hacia energías renovables; un hecho que se une al desmantelamiento de si potente sector automovilístico, debido –entre otras cosas– a las políticas precipitadas que algunos gobiernos han forzado en materia de sostenibilidad, que no pueden ser asumidas por la población debido a los elevados costes económicos que éstas imponen en las economías familiares. Es el caso de España sin ir más lejos.

Por otro lado, la posible liberalización interna del mercado de combustibles fósiles en Estados Unidos podría abaratar el petróleo y el gas para otros mercados, creando una competencia desleal con las energías limpias. Este escenario incentivaría a algunos países europeos a retrasar la transición energética en favor de opciones más económicas pero menos sostenibles.

Nicholas Stern, autor del Informe Stern sobre el impacto económico del cambio climático, advierte que “el coste de no actuar frente al cambio climático será significativamente mayor que el coste de actuar ahora”. Si Europa cede ante las presiones económicas inmediatas, los avances logrados en sostenibilidad podrían verse comprometidos.

Efectos sobre la sostenibilidad global

El retorno de Trump al poder no solo afectaría las relaciones comerciales, sino también los esfuerzos globales para mitigar el cambio climático. La política energética proteccionista podría tener las siguientes consecuencias:

  1. Incremento de emisiones globales: la promoción de combustibles fósiles como motor de la economía estadounidense podría traducirse en un aumento de las emisiones de CO₂ a nivel global. Dado que Estados Unidos es uno de los mayores emisores del mundo, un cambio en su política energética tendría un impacto significativo en el calentamiento global.
  2. Pérdida de liderazgo internacional: Estados Unidos, que históricamente ha sido un referente en innovación tecnológica, podría perder su influencia como líder en sostenibilidad. Esto abriría espacio para que otros actores, como China o Europa, asuman un papel más destacado, pero con mayores dificultades para coordinar esfuerzos internacionales.
  3. Desafíos para la cooperación global: en un escenario donde Estados Unidos abandone compromisos climáticos, otros países podrían sentirse menos motivados para cumplir con sus propias metas. Esto podría desencadenar un efecto dominó que ponga en peligro acuerdos multilaterales como el Pacto Verde Europeo.

Reacciones en Europa: liderazgo y resiliencia

Europa tiene la oportunidad de consolidarse como líder en sostenibilidad en un contexto de menor cooperación global. Sin embargo, este papel no estará exento de desafíos. Para compensar los posibles efectos negativos de las políticas de Trump, Europa podría acelerar la transición energética incrementando la inversión en energías renovables, como solar y eólica. Esto, según apuntan algunos expertos, sería clave para reducir la dependencia de combustibles fósiles.

Y es que según un informe de la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA), Europa necesitaría triplicar su capacidad de generación renovable para alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.

Por otro lado, Europa también podría fortalecer las alianzas internacionales y buscar nuevas alianzas con países comprometidos con la sostenibilidad, como Japón o Canadá, para liderar la agenda climática global. Estas alianzas también podrían incluir acuerdos comerciales que favorezcan la transferencia de tecnología limpia.

En tercer lugar, el Viejo Continente podría también promover la innovación tecnológica invirtiendo en tecnologías como el hidrógeno verde o el almacenamiento de energía sería crucial para garantizar una transición energética efectiva. Esto no solo fortalecería la posición de Europa en el mercado global, sino que también generaría empleo y crecimiento económico.

España: desafíos y oportunidades

En este escenario, España tiene un papel estratégico como uno de los países europeos con mayor potencial en energías renovables. Sin embargo, también enfrenta desafíos importantes.

El primero de ellos es el liderazgo en energías renovables. España es líder en energía solar y eólica, lo que le permite atraer inversiones extranjeras y consolidar su posición en el mercado europeo. Según datos de Red Eléctrica de España (ahora Redeia), las energías renovables representaron más del 46% de la generación eléctrica en 2022. Este liderazgo puede ser una ventaja competitiva en un contexto de mayor demanda de energías limpias.

Bosque de molinos eólicos

Molinos eólicos.

Además, y a pesar de su avance en renovables, España sigue siendo un país muy dependiente de la importación de gas natural, lo que la hace vulnerable a cambios en el mercado internacional. Reducir esta dependencia será clave para garantizar su seguridad energética. Y más cuando hablamos de que en su mayoría se trata de gas ruso.

Por último, empresas españolas como Iberdrola y Acciona, han demostrado un fuerte compromiso con la sostenibilidad. Estas compañías podrían jugar un papel importante en la exportación de tecnología limpia y en la creación de alianzas internacionales que refuercen el liderazgo de España en sostenibilidad.

Así, y desde una perspectiva de la RSC, las decisiones de la Administración Trump podrían representar un retroceso en la gobernanza global en materia de sostenibilidad. Sin embargo, también ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la ética y la responsabilidad en las decisiones políticas y empresariales; provocando que la UE alcance su mayoría de edad, al hacerse responsable de sus necesidades presentes y futuras en materia energética.

Kate Raworth, creadora del modelo de la economía rosquilla, sostiene que “la economía debe adaptarse al planeta, no el planeta a la economía”. Este enfoque debe guiar nuestras enseñanzas y nuestras decisiones como individuos, empresas y gobiernos.

En última instancia, el éxito de esta transición dependerá de nuestra capacidad para actuar con responsabilidad y visión a largo plazo. Como sociedad, debemos entender que la sostenibilidad no es una opción, sino una necesidad urgente.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1786

Burgos, España

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