Benito Pérez González Director del Grado en ADE de la Universidad Isabel I
Mié, 25/10/2017 - 12:04

Y tú, qué prefieres: ¿proteger tus datos personales o pizza gratis?

By Chatham House, London [CC BY 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons.

Esta entrada del Blog de la Universidad Isabel I reproduce íntegramente un artículo de Benito Pérez González, profesor del Grado en Administración y Dirección de Empresas (ADE) e investigador del grupo Economía en la Era Digital de la Universidad Isabel I, publicado en El Español el 24 de octubre de 2017.

El Premio Nobel de Economía de 2017 me ha causado un especial agrado, porque sus trabajos, que me inspiraron a la hora de afrontar mi tesis doctoral, tienen el noble objetivo de mejorar la toma de decisiones de las personas.

Richard Thaler es desde hace décadas uno de los economistas más sobresalientes del grupo de la llamada Economía Conductual –Behavioral Economics-; economistas que parten de la premisa de comprender la fragilidad humana –su irracionalidad y errores sistemáticos- para intentar establecer estrategias que ayuden a las personas a tomar las mejores decisiones como agentes económicos. Thaler es un gran economista y a la vez un gran divulgador. Sus libros son una muestra de profundidad y erudición y al mismo tiempo son muy divertidos y amenos. No son sólo libros para economistas, sino para cualquier persona que tenga interés en conocer cuáles son las motivaciones interiores que nos llevan a tomar decisiones.

No es el primer Nobel que se concede a un economista conductual. En 1978 lo recibió Herbert Simon, que formuló el concepto de racionalidad limitada –el hombre es incapaz de procesar toda la información de la que dispone para poder tomar decisiones, por lo que debe conformarse con encontrar niveles de satisfacción razonables-, un concepto básico para comprender el entramado argumental de esta corriente de la Ciencia Económica. Posteriormente, en 2002, lo recibió Daniel Kahneman, que fue el primer psicólogo en recibir el Nobel de Economía. Fue un joven Thaler el que pidió, a su entonces decano, que invitase a Kahneman y a Amos Tversky a su universidad para poder investigar con ellos. De esa colaboración surgió en 1991 un artículo de enorme influencia desde entonces. En ese artículo se formuló el efecto dotación –Endowment Effect- que explica la asimetría con la que los humanos valoramos aquellas cosas que nos pertenecen, así como la aversión a la pérdida. Comprender que los hombres sufrimos más por perder algo de lo que nos alegraríamos por conseguir esa misma cosa, es uno de los fundamentos sobre los que se asienta cualquier análisis de la toma de decisiones de los agentes.

Pero Thaler no sólo participó en la formulación del efecto dotación; es también el responsable de desarrollar numerosas teorías, como la de los costes hundidos –sunk cost effect-, que explica por qué somos incapaces de tomar decisiones racionales sobre algo sin tener en cuenta lo que hemos invertido en ello. ¿Quién no ha seguido viendo una película que no le gustaba sólo por el hecho de pensar en lo que había pagado por la entrada? Pero quizás su contribución más memorable es la del Nudge, realizada junto a su colega jurista Cass R. Sunstein, y de la que publicó en 2008 un libro que está traducido al español y que espero que sea reeditado aprovechando la ocasión. Un Nudge vendría a ser algo así como un pequeño empujón, un cambio en la arquitectura de las decisiones, que facilite la toma de la decisión más favorable y evite en la medida de lo posible la tendencia del hombre a buscar beneficios inmediatos sin pensar en los efectos en el futuro. “Si quieres que la gente haga algo, hazlo fácil”, es uno de los lemas de Thaler; una visión que él mismo ha denominado como liberalismo paternalista -Libertarian Paternalism-, pues para Thaler es fundamental preservar la libertad de elección del individuo.

Paradojas de la vida, es curioso que haya sido precisamente alguien que se llama Adam Smith, como el padre de la economía política y referencia de los economistas clásicos que parten de la premisa de la racionalidad a la hora de tomar sus decisiones, el que le haya podido hacer la primera entrevista al recién nombrado Nobel, gracias a su cargo como Director Científico en NobelPrize.org, la página web de la Fundación Premio Nobel.

Confieso que al leer la entrevista, pensé que se trataba de una especie de broma en la que Adam Smith no era alguien de la Academia sueca, sino el propio autor de La riqueza de las naciones, y que Thaler en una nueva muestra de su sentido del humor imaginaba una hipotética conversación con alguien fallecido hacía más de dos siglos. Fruto de ese curioso error, del que tardé un buen rato en salir, me vino a la cabeza que realmente Thaler no está tan lejos de muchos de los postulados de Adam Smith y de otros economistas clásicos. El liberalismo paternalista no deja de ser el reconocimiento de que, aunque los hombres tengamos sesgos y cometamos errores, debemos tener libertad para tomar nuestras propias decisiones. La constatación de que los humanos nos equivocamos no debería justificar la negación o limitación de su libertad como agente; al contrario debe ser el acicate para seguir generando conocimiento que le ayude a elegir mejor dentro de su entorno de decisión.

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