Marta Gómez Cuéllar - Dom, 16/02/2020 - 10:29
Con las legañas aún pegadas en los ojos salimos corriendo al puerto. Cual fue nuestra sorpresa al comprobar que eran más de cien los participantes de este año el el raid. Cómo si de las puertas del fin del mundo se tratase, embarcamos el Isabel en el ferry y nos fuimos a desayunar, que con las prisas ya se sabe.
Conocimos a otros de la tierra, no se qué será esto, pero nos hemos acabado encontrando sin quererlo. Desembarcamos y comenzó la etapa cero: 350km hasta llegar al hotel. Pueblitos preciosos, campos arados con burro, niños jugando al balon y haciendo suya cualquier portería, señores a la sombra viendo pasar el Uniraid y la vida... Volvía a estar en Marruecos.
He de deciros que el mágico olor de Africa, que te embarga y te embriaga, que te transporta a tiempos mejores, que pinta la sonrisa con permanente en tu cara, esta vez no lo he encontrado. Quizás sea por el barco. Seguiré buscándolo, no me iré hasta que lo encuentre.
Pablo también esta feliz de estar en Marruecos, pero creo que sigue gustándole más lo de ir hablando por walkie toooooodo el rato.
Hotelito, amigos nuevos, nuevos amigos, amigos de los coches como los nuestros, amigos portugueses con bigote (y su coche)... Queremos contar que, tras nuestro percance en tierras castellanas, el Isabel no ha vuelto a dar ningún problema. Está hecho un campeón.
A nuestra llegada a Meknes pudimos entregar todo el material solidario que llevábamos a la organización (serán ellos quienes lo transporten, aunque lo entreguemos nosotros), y menos mal. Gracias a vosotros hemos podido traer 160 kilos de material solidario a la asociación de escuelas de Gourama en un BMW, ¡Una locura!
Ya tenemos internet en el móvil, así que nos veréis más por las redes. Mañana más, que se hace tarde.
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