Víctor Rodríguez en el programa Magazine de la 8 Burgos
22 de enero de 2021. El experimento Milgram fue un estudio de psicología social que llevó a cabo Stanley Milgram, psicólogo de la Universidad de Yale para estudiar el comportamiento de una persona para obedecer a las órdenes de la autoridad, aunque éstas entren en conflicto con su conciencia personal. Este experimento comenzó en julio de 1961, tres meses después de que Adolf Eichmann (alto cargo del régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial) fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén, por crímenes contra la humanidad. Durante el juicio, Eichmann argumentó en su defensa que sólo cumplía órdenes.
Este es el experimento que ha explicado Víctor Rodríguez, decano de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I, en el programa semanal Magazine de la 8 Burgos. Rodríguez ha señalado que Milgram quiso comprobar si una persona, a pesar de que tenga que actuar en contra de sus principios, sigue cumpliendo órdenes. Para ello, presentó un cartel en una parada de autobús en Florida (Connecticut) en el que pedía voluntarios para participar en un ensayo en Yale, por el que pagaba una cantidad simbólica de 4 dólares (unos 25 euros actuales). A los voluntarios que se presentaron se les ocultó la verdadera razón del estudio, la obediencia.
El experimento necesitó de tres personas: la autoridad (el investigador), el voluntario (objeto de estudio) y la víctima (un actor). Los tres personajes no se asignaron aleatoriamente, sino que autoridad y víctima estaban compinchados para definir la reacción del voluntario a la prueba. Víctor Rodríguez explicó que la autoridad indicó al voluntario que tenía que hacer de “maestro” y hacer una serie de preguntas a la víctima.
Cuando las respuestas no fueran correctas debía pulsar un botón y castigar al alumno (la víctima) con descargas eléctricas. Ambos estaban separados por una mampara de cristal; el alumno se sentaba en una especie de silla eléctrica y se le ataba para impedir que pudiera quitarse los electrodos de su cuerpo. El experimento comenzó dando una descarga por fallo en la respuesta de 15 voltios y el aparato podía llegar hasta los 450 voltios, con 30 niveles de descarga. En el voltímetro también se indicaba que, a partir de 270 voltios, había riesgo de muerte para el alumno.
El voluntario (maestro) cree que cada vez que el alumno falla está dando una descarga eléctrica y oye sus reacciones que se incrementan a medida que se suman errores, aunque todo es una simulación. Al alcanzar los 270 voltios, el actor aullaba de dolor y pedía el fin del experimento. Este era el momento crucial para determinar si el voluntario, seguía obedeciendo o abandonaba el experimento. Según el decano de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I, ‘había un porcentaje de voluntarios que querían dejar el experimento, ante los que la autoridad les indicaba que continuaran. Un 65% de los participantes llegaron hasta el máximo voltaje (450 voltios), a pesar de oír los lamentos del alumno.
Milgram se preguntó las razones de este comportamiento, ya que ninguno de los participantes se negó a administrar las descargas eléctricas, ‘aunque alguno tuvo que recibir atención psicológica por la empatía que le suponía el sufrimiento del alumno’, explicó Víctor Rodríguez. De este experimento surgieron dos teorías: la teoría del conformismo, por la que el sujeto no tiene la habilidad o el conocimiento para tomar decisiones, especialmente en situaciones de crisis, por lo que transfiere la responsabilidad de tomar decisiones al grupo, y su jerarquía. Y una segunda, la teoría de la cosificación, donde se explica que, en esencia, la persona que obedece se mira a sí misma como un instrumento que realiza los deseos de otra persona, por lo que no se considera responsable de sus actos.
En este trabajo destaca Víctor Rodríguez se estudia la parte más negativa del ser humano. Aunque nadie sufre como consecuencia del experimento la muerte, se analiza la responsabilidad individual o el potencial sentimiento de culpa que pueda tener una persona sobre sus acciones. El decano de la Facultad de Criminología ha matizado que ’40 años después, este experimento sigue vigente para explicar algunos comportamientos en el ámbito laboral relacionados con la dejación de funciones, la jerarquía y la falta de responsabilidad’.
La próxima semana, Eneka Moreno, presentadora del programa Magazine de la 8 Burgos adelantó que se analizará otro experimento psicológico que se llevó a cabo en la cárcel de Standford, también a finales de los años 60 y de características similares.