Marcos Terradillos - Dom, 09/10/2022 - 12:43
Cueva de Altamira, Santillana del Mar (Cantabria).
Serie: 'Un Viaje por la Ciencia' (XXXIV)
El 9 de octubre ha sido elegido por el Consejo de Europa y la Comisión Europea como Día Europeo del Arte Rupestre, una fecha relacionada con la famosa cueva cántabra de Altamira. En ese día, hace 120 años, los investigadores más reticentes con la originalidad y la antigüedad del arte de esta cavidad aceptaban vía postal las dataciones paleolíticas que proponía Marcelino Sanz de Sautuola (descubridor científico del arte de la cueva de Altamira).
Aceptar que los homo sapiens desde el Paleolítico tenían inquietudes artísticas fue muy relevante porque la capacidad simbólica es una de nuestras principales características. Nosotros, los homo sapiens nos caracterizamos por nuestra capacidad comunicativa. Nos comunicamos hablando con un lenguaje complejo, escribiendo, con nuestra vestimenta, con la expresión de nuestra cara, con la música, con nuestros adornos corporales, etc.
Siempre nos han presentado a nosotros como la única especie capaz de generar arte, pero hoy en día sabemos que otras especies humanas también tenían inquietudes artísticas, como nuestros primos lejanos los neandertales. Esto es muy relevante porque demuestra que esta forma de comunicación ya estaba dentro de nuestra cultura desde muchos milenios antes de lo que pensábamos y en ramas evolutivas no relacionadas directamente con el homo sapiens (por ejemplo, la europea). Recientemente, métodos de datación más precisos han permitido documentar evidencias artísticas que confirman que los neandertales también desarrollaron manifestaciones artísticas, como en Ardales (Málaga), Maltravieso (Cáceres) y La Pasiega (Cantabria). En relación con las cuevas peninsulares, las dataciones publicadas por Hoffmann et al. (2018) señalan que las primeras pinturas rupestres de este entorno tienen 64.800 años. Esta datación confirma que los neandertales que vivían en la península ibérica hace 65.000 años ya decoraban las paredes de las cuevas.
Pero también es verdad que cuando llegamos nosotros a Europa se produce una explosión artística no documentada antes. Decoramos las paredes (arte rupestre) y generamos arte que nos metemos en el bolsillo (arte mueble) y también empezamos a decorar nuestros instrumentos cotidianos.
Muro del arte rupestre en el Centro de Arqueología Experimental de Atapuerca (CAREX, Burgos).
El arte rupestre es el arte que está pintado, grabado o modelado en bajorrelieves en los vestíbulos o interior de las cuevas, en abrigos o al aire libre. Sus características principales son la preeminencia de la pintura y el grabado; el predominio del tema animalístico; la diversidad de estilos, desde los más abstractos a los más naturalistas; la diversidad de tamaños; los ensayos de composiciones y perspectivas, la mimetización de las figuras humanas bajo formas animales o abstractas, y la variedad limitada de colores (negro, rojo, ocres y, excepcionalmente, amarillo y blanco). Este arte rupestre, principalmente el paleolítico, se distribuye mayoritariamente en cuevas, en los vestíbulos o en las galerías y salas interiores, pero también en abrigos rocosos.
El significado del arte es otra de las cuestiones que permanecen plagadas de dudas por resolver. Dos son las corrientes principales de pensamiento al respecto: la idea del «arte por el arte», con un uso puramente estético y ornamental, o la existencia de un contenido y una función en estas pinturas, en relación con lo cual se han realizado diversas propuestas: magia de propiciamiento, magia simpática orientada a la caza de animales o magia de la fertilidad, entre otras. Pero ninguna propuesta explica convincentemente la existencia del arte paleolítico en términos. De lo que si estamos seguros es que el arte rupestre nos emociona a todos, por ello debemos apostar por su conservación y divulgación.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1808
Burgos, España
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