Ignacio Linares Navarro - Lun, 20/03/2023 - 10:05
Persona con los brazos extendidos hacia el sol, metáfora de felicidad.
Serie: El ABC de la Psicología (XVII)
Desde que en 2012 la Organización de las Naciones Unidas lo decidiera, considerando que la felicidad es un objetivo humano fundamental, reconociendo la pertinencia de la felicidad como aspiración universal e invitando a los Estados Miembros a aplicar un enfoque que promueva la felicidad de todos los pueblos (Organización de las Naciones Unidas, 2012), el día 20 de marzo se celebra todos los años como el Día Internacional de la Felicidad.
Es una constante en la práctica profesional de la Psicología, el acompañamiento del paciente en la búsqueda de lo que comúnmente se entiende como felicidad. Esto resalta especialmente en la Psicología positiva, que es aquélla que ayuda a personas sin trastornos mentales, ni patologías de base, y sobre la cuál, existen abundantes libros de autoayuda; pero ¿por qué los abundantes libros de autoayuda que tratan esta cuestión suelen surtir una mejora discutible en el lector (Martínez-Serrano y Sierra, 2015)?
Esta cuestión desemboca en una primera característica de la felicidad, y es que ésta es:
Idiosincrásica: puesto que para cada persona puede ser distinta, y de hecho, no existe un estado unánimemente reconocido como feliz. De la misma manera en que una cuestión puede suponer un problema para una persona pero no para otra, también determinado estado, estilo de vida o suma de tenencias puede suponer felicidad para uno, pero no para otro (González, 2004).
Lo que sí se puede afirmar es que, como regla general, la felicidad es:
Una playa con el cielo azul.
Anhelo sempiterno: existen etapas de la vida en las que se puede funcionar con el piloto automático encendido y no reflexionar sobre la cuestión de qué le hace a uno feliz, pero aún, tras los momentos de mayor dicha, la cuestión que nos atañe vuelve a aparecer (Capánaga, 1978).
Esto sucede porque la felicidad es:
Niño jugado en un campo verde.
Potencia: en su acepción de capacidad generativa, puesto que el anhelo sempiterno al que se hacía referencia mueve (motiva) a la persona hacia el acto, hacia el movimiento, la acción y el cambio (Espinosa, 2012), en cuanto sabemos (consciente o inconscientemente) que todos ellos pueden llevar aparejada la felicidad en forma de:
Subproducto, residuo, aspecto colateral: la felicidad en sí misma no existe, puesto que siempre va aparejada a aquello importante para la persona. No se puede, en ningún caso, perseguir la felicidad, sino perseguir los objetivos vitales que cada uno considere más relevantes y coherentes con sus valores en cada etapa de su vida. En función de ello, una persona puede comenzar por lo que es bueno para ella y continuar por lo que es bueno para su familia, para finalizar con lo que sea bueno para la comunidad o sociedad en la que vive (Peterson, 2018).
No puede despreciarse en la felicidad el componente de:
Adolescente en un campo de flores con globos en una mano.
Responsabilidad: partiendo de un concepto de libertad en bruto, es, a través del compromiso en aquello que nos importa, que dotamos a esa libertad de una cualidad superior, mejorándola no cuantitativamente (la libertad en bruto es insuperable en ese aspecto) sino cualitativamente hablando. Es mediante estos compromisos responsables y voluntarios que podemos conseguir aquello que conlleve felicidad (Carrascoso, 2022), muchas veces con un sentido de:
Trascendencia: en el significado de trascender (superar, ir más allá de) nuestras limitaciones, nuestro estado actual, incluso, hasta el posible punto de trascender la vida terrena a través de la espiritualidad, sea cual sea (Bilbao-Ramírez et al., 2007). La trascendencia constituye un componente muy intrincado de (y en) la felicidad.
Y para finalizar, no olvidemos que, según investigaciones, la felicidad está:
Asimétricamente relacionada con la renta: aproximadamente alrededor de los 26.000 € anuales de renta son el límite a partir del cual, los incrementos de felicidad que declaran las personas se convierten en estadísticamente insignificantes (Proto y Rustichini, 2013), lo cual, nos tienta a hacer cierto aquello de que ‘el dinero no da la felicidad’ (Easterlin et al., 2010).
Por supuesto, desde la Psicología puede ayudarse a la persona en este proceso tan individual y único mediante una objetiva y profesional supervisión: el acompañamiento y la propia atención psicológica socio/sanitaria. A modo de cierre, y si se me permite la casual redundancia: ¡feliz Día Internacional de la Felicidad!
Bibliografía:
- Bilbao-Ramírez, M. A., Techio, E. M., Páez-Roviera, D. (2007). Felicidad, cultura y valores personales. Estado de la cuestión y síntesis meta-analítica. Revista de Psicología, 25(2), pp. 233-276.
- Capánaga, V. (1978). Las Confesiones de San Agustín y la literatura heroica. Augustinus, 23(89/92), pp. 303-313.
- Carrascoso, F. J. (2022). Algunas implicaciones y peculiaridades de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). Apuntes de Psicología, 19(2), 327-360.
- Easterlin, R. A., McVey, L. A., Switek, M., Sawangfa, O. y Zweig, J. S. (2010). The happiness-income paradox revisited. Proceedings of the National Academy of Sciences, 107(52), 22463.
- Espinosa, F. J. (2012). La naturaleza y la potencia de la felicidad. Revista Laguna, 31, pp. 81-94.
- González, A. M. (2004) Cultura y felicidad en Kant. Teorema, XXIII(1-3), pp. 215-232.
- Martínez-Serrano, P. y Sierra, J. C. (2005). Efecto de la lectura de material de autoayuda sobre algunas variables psicológicas en una muestra no clínica. Universitas Psychologica, 4(2), pp. 197-204.
- Organización de las Naciones Unidas. Resolución 66/281 aprobada por la Asamblea General el 28 de junio de 2012. (2012).
- Peterson, J. (2018). 12 rules for life. Penguin Random House.
- Proto, E. y Rustichini, A. (2013). A reassessment of the relationship between GDP and life satisfaction. Plos One, 8(11), e79358.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1832
Burgos, España
Añadir nuevo comentario