La actividad del cuentacuentos en la adquisición de una lengua extranjera

Cuentacuentos en el aula.

Serie: 'Educación en la era digital' (CXXXIII)

La enseñanza-aprendizaje de la lectura, en ocasiones, se limita a hacer de los niños “lectores mecánicos” lo que puede restar motivación al proceso. Sin embargo, la actividad de cuentacuentos, es decir, la lectura de historias y cuentos al alumnado por parte del docente puede despertar la curiosidad y la motivación, haciendo que sean ellos también quienes persigan “asomarse” en primera persona a las narraciones. Krashen (1992) indica que leemos por placer e interés, pero también para desarrollar la adquisición del lenguaje (de una primera o segunda lengua también), asimismo, afirma que la lectura fomenta el desarrollo intelectual.

Cuando un docente lee a sus alumnos se suele asociar a un momento de pausa y asueto, en el que se deja libre la imaginación; de hecho, si durante el proceso hiciéramos participes del cuento a los alumnos, cada uno de ellos aportaría un razonamiento o continuación de la narración que, probablemente, sería diferente, lo que podría enriquecer el proceso aún más, ya que resultaría una forma de retroalimentar la historia con aportaciones personales de todo tipo con el docente como “conductor” del proceso.

Hasta el momento, asumimos que nos referimos a la lectura en la lengua materna, pero ¿ocurriría lo mismo si nos enfocásemos en una lengua extranjera (en adelante LE)? La respuesta es sí, ya que, según Teale (2003) la exposición y acceso a lecturas de fácil comprensión, que resulten familiares y de un nivel adaptado a la competencia del alumnado, tendría los mismos beneficios que si se implementase en la lengua materna. Del mismo modo, se incrementarían las ganancias léxicas y la comprensión del idioma extranjero. Además, Teale (2003) cree que no solo se aumenta el vocabulario, sino que también se accede a elementos suprasegmentales de la lengua tales como la acentuación de las palabras, ritmo, entonación y la inclusión de estas tres características dentro del discurso.

Como señalábamos más arriba, cuando nos referimos a la lectura en una LE, no hemos de olvidar que ha de ser un discurso que sea asequible y entendible por el alumnado. Respecto a esto, nos remitimos a Krashen (1992) de nuevo, quien afirma que para que se produzca una verdadera asimilación de conceptos y contenidos se ha de aportar vocabulario que sea en su mayoría comprensible añadiendo también léxico que esté ligeramente por encima del nivel competencial, es decir, que se integren palabras desconocidas que puedan ser sumadas al caudal léxico, a esto Krashen (1992) lo denomina la Teoría del Input (i+1), es decir, información (palabras en este caso) conocida + 1 (palabras nuevas). Puesto que si no agregásemos nuevo vocabulario, no se progresaría en la adquisición del mismo.

Otro beneficio de la actividad de cuentacuentos en el aula es el aspecto afectivo, es decir, cuanto más amena y agradable sea la actividad, mayor receptividad para generar aprendizaje, a lo que Krashen (1992) también aludió en su Hipótesis del Filtro Afectivo. Además, en edades tempranas los niños demandan que les sea contada la misma historia varias veces, para ello nos podemos servir de diapositivas en la PDI, tarjetas o imágenes en formato papel o cartón etc., para añadir un elemento visual que haga predecir o entender mejor la historia. En este sentido, la repetición juega un papel muy importante cuando contamos un cuento en una LE, puesto que ayuda a consolidar también las nuevas estructuras gramaticales, de tal forma que se suelen quedar en la memoria del alumnado con los consecuentes beneficios (Fletcher y Reese, 2005).

Por último, podríamos mencionar algunos elementos a tener en cuenta en la preparación previa a esta actividad:

• La elección de libros apropiados al nivel e intereses del público a los que van dirigidos para conseguir un nivel óptimo motivacional. Puede resultar interesante partir de historias ya conocidas en la lengua materna.
• Otro aspecto importante sería seleccionar historias que fomenten la participación más allá de la simple lectura-escucha, es decir, podríamos elegir cuentos que fomentasen la participación activa, aprovechando la imaginación, los conocimientos previos o el razonamiento del que dispone el joven alumnado en ese momento. Además, podríamos tener en cuenta que haya una conexión entre el contenido de las historias con el currículo del nivel.
• Otra característica que beneficiaría el proceso sería tener en cuenta libros que se vieran provistos de imágenes para una mejor comprensión del hilo conductor, así como de estimulación de la imaginación.
• La repetición es un factor esencial en los cuentos con fines educativos en una LE como apuntábamos más arriba, ya que ayuda a consolidar estructuras de la nueva lengua.
• Por último, y derivada de la anterior característica, no solo la repetición sería importante, sino la frecuencia del cuentacuentos, ya que si nos proponemos obtener resultados efectivos, no puede ser una lectura puntual, sino que ha de ser una actividad frecuente, que se consolide en la memoria del niño.

¿Recuerdas alguna historia de la infancia contada en la escuela que se retuviese en tu memoria y llegase a ser familiar hasta la actualidad?

Referencias:

Fletcher, K. L., & Reese, E. (2005). Picture book reading with young children: A conceptual framework. Developmental Review, 25(1), 64–103. 

Krashen, S. (1992). Fundamentals of language education. MacGraw-Hill.

Teale, W. (2003). Reading aloud to young children as a classroom instructional activity: insights from research and practice in Bauer E. et al., (Eds.). On reading books to children: parent and teachers. Lawrence Erlbaum associates, publishers.

Editor: Universidad Isabel I

Burgos, España

ISSN: 2659-5222