Carlos Francisco Molina del Pozo en la Universidad Isabel I.
11 de junio de 2024. En una entrevista en la Universidad Isabel I, Carlos Francisco Molina del Pozo, catedrático y presidente del Instituto Eurolatinoamericano de Estudios para la Integración, analiza la actual relación entre la Unión Europea y América Latina. Molina del Pozo destaca la importancia de fortalecer las democracias y el papel crucial de las universidades en la promoción de la cooperación política y económica entre ambas regiones, especialmente en un contexto geopolítico desafiante tras la cumbre del pasado verano y las recientes jornadas en la Universidad Isabel I.
¿Cómo ve la relación actual entre la Unión Europea y América Latina en términos de cooperación política y económica tras la cumbre celebrada el verano pasado y las jornadas que tienen lugar en la Universidad Isabel I?
Las relaciones antes eran mejores, con toda franqueza. La Cumbre del año pasado, que nos ponía a todos en el disparadero de que se iban a mejorar las relaciones, no han venido a mejorar nada por el momento. La intención es que, todavía sí, se haga algo. De hecho, en el curso de los últimos meses, se ha reunido una Conferencia de la Sociedad Civil, concretamente, en marzo de este año que, una vez más, viene a complementar los resultados de la Cumbre del mes de julio de 2023. La sociedad civil ha venido a inyectar fuerza, talante de acción y visión positiva de la relación bilateral, aunque lo cierto es que yo no soy muy optimista, porque las circunstancias exógenas del caso nos ponen ante una situación de dificultad extrema. Y para demostrar lo que exponemos, únicamente es preciso considerar, por ejemplo, los resultados habidos en las elecciones del pasado día 9 de junio al Parlamento Europeo.
Ni la Unión Europea es la misma que hace año y medio ni América Latina es tampoco la misma. Podemos decir que, en la actualidad las democracias están en peligro en bastantes países de América Latina y, también en varios de Europa, siendo que, lo primero que debemos hacer es proteger y salvaguardar esas democracias. Una vez que se salven, nos ponemos a negociar.
El papel de las universidades
¿Qué papel cree que pueden jugar las universidades en fortalecer las relaciones eurolatinoamericanas?
El papel de las universidades, una vez más, es importantísimo, porque se forma a la gente joven. Los jóvenes no han vivido las situaciones anteriores a la Unión Europea. Quienes hemos vivido y conocido el pasado y podemos compararlo con la realidad actual, tenemos un mayor margen de apreciación de las situaciones pasadas y presentes, realizando mejores y más profundas valoraciones de la coyuntura actual, apreciándose que la Universidad, y yo como docente, presenta como tarea esencial la de conectar con los jóvenes para que se les eduque a hacer frente a la resolución de sus problemas, aportándoles las necesarias experiencias que les formen en su vida no solo profesional, sino también , personal.
En el contexto descrito, esta situación me llevó profesionalmente y siendo aún muy joven a crear el primer Centro de Estudios Europeos que hubo en la Universidad Española, en 1978, con el objetivo de difundir el conocimiento de las entonces denominadas Comunidades Europeas y, en general, del proceso de integración europea en su conjunto y que, posteriormente, daría lugar a la creación y puesta en funcionamiento de la Unión Europea. Y pocos años más tarde, ya en el año 1992, se creó el IELEPI, el Instituto Eurolatinoamericano de Estudios para la Integración. Con estos dos instrumentos he podido trabajar, a lo largo de toda mi vida, en el ámbito del Derecho Comunitario y de la integración regional en ambas orillas del Atlántico. Por tanto, puede concluirse que, el papel de las universidades es fundamental, ya que el Instituto está constituido por una red de universidades, profesores e investigadores, tanto de Europa como de América Latina y Caribe.
Retos y oportunidades
En su opinión, ¿cuáles son las principales oportunidades y retos para la Unión Europea en el contexto geopolítico actual, especialmente vinculando la geopolítica a América Latina?
Los retos que tenemos son muchos, los 10 grandes temas se han puesto de relieve y analizado en el Congreso celebrado en la Universidad Isabel I. Entre ellos, pueden destacarse, la asociación política renovada, el refuerzo de la agenda comercial común, una estrategia para acelerar las transición ecológica y digital justas y combatir las desigualdades, aunar fuerzas en pro de la justicia, la seguridad ciudadana y la lucha contra la delincuencia organizada y los derechos humanos y la ayuda humanitaria en promoción de la paz, la seguridad y la democracia, entre otros. Estos 10 grandes temas se pusieron sobre la mesa en la Cumbre de Bruselas y fueron objeto de estudio y examen pormenorizado.
¿Qué puede hacer la Unión Europea? Intentar hablar con los miembros de la CELAC en un mismo lenguaje de igualdad. Eso es lo primero, porque, en ocasiones, la UE se considera “el ombligo del mundo” y nos creemos que lo nuestro es lo mejor. Pero eso no es así. La UE no es la panacea y tenemos muchos y variados problemas internos. En América Latina tienen otra manera de resolver sus problemas, y solo deben tomar la experiencia de la UE en lo que les pueda ser de utilidad a sus respectivos procesos de integración regional en marcha, pero aplicando sus propias soluciones. No podemos imponer nuestro sistema pero sí, aportar nuestra experiencia que se concentra en más de 70 años en los modelos de integración.
¿Cuáles son sus perspectivas sobre el futuro de la integración europea, especialmente en el contexto de los desafíos políticos y económicos recientes?
Estoy muy preocupado por la situación política, porque ya hemos superado el esquema de la integración económica. Hoy en día, ningún país se va a echar atrás en su pertenencia a algún modelo de integración económica. Lo difícil es entrar en la Unión Europea y lo fácil es salir, como han hecho los británicos, que ya están pensando y replanteándose su posible regreso a la UE, aunque, sin duda, les va a costar volver a entrar.
Estamos superando el proceso de integración económica, pensando más en la siguiente fase que es la integración política. Y esa es la que me preocupa, porque estábamos lanzados hacia esa integración política, hacia esa unión política que establecía Maastricht, pero vemos también los problemas que se van a suscitar con el posible vuelco político previsto a partir de las elecciones al Parlamento Europeo. Esta situación provoca una crisis del modelo actual.
Construir una Europa con las condiciones que tenemos ahora mismo, políticamente hablando, es muy difícil, porque cada vez se da entrada a más países, con la integración en 2005 de un gran número de países de manera rápida, así como la previsible adhesión, en 2030, de hasta 35 países.
El profesor Molina del Pozo durante la entrevista en la Universidad Isabel I.
¿Y cómo valora la entrada de los nuevos países europeos que solicitan formar parte de la UE?
Las fases para la integración son: desde un acuerdo de libre comercio, a una unión aduanera imperfecta y luego perfecta, hasta un mercado común, a la que seguiría una unión económica, una unión monetaria y una unión política. En la Unión Europea ya estábamos encaminados a la última de las fases enunciadas, habiendo factores en la económica que todavía no están resueltos. La unión monetaria se puso en marcha, con relativa facilidad y a gran velocidad, pero la unión económica está aún por terminar (falta establecer, por ejemplo, una unión fiscal o una unión bancaria).
De cara al futuro, esta nueva integración de una gran cantidad de países que pretenden formar parte de la UE, que no tienen un PIB elevado, sino todo lo contrario, y con una guerra en las puertas, como es el caso del conflicto entre Ucrania con Rusia, (este segundo, un país con el que la UE estaba negociando un acuerdo en 2015 para llegar, incluso, a su posible integración, hasta que se produjo la invasión de Crimea) … de haberse producido esta integración de Rusia, hubiera sido “una barbaridad” porque habría sido más bien una absorción de la Unión Europea por parte de Rusia.
Guerra en Ucrania y la franja de Gaza
¿Cómo evalúa la respuesta de la UE a la guerra en Ucrania y la franja de Gaza?
En la guerra de Ucrania, hay unanimidad en su defensa, apoyando con las interferencias políticas en muchos países, en la dación a Ucrania de armamento para que se defienda y proteja. Pero ya se ha dado el paso para que Ucrania, con las armas que se le están dando, puedan atacar territorio ruso.
Esta situación ya nos pone en un serio compromiso a los países que formamos la OTAN. Joe Biden, el presidente de Estados Unidos ha tomado la decisión para que los ucranianos puedan incursar en territorio ruso. Pero esto es un problema. Europa tiene ahora que tomar en serio un tema que es crucial: la defensa propia de su territorio, con una política de defensa fuera de la OTAN.
Ya hemos tenido proyectos y experiencias en el pasado en el ámbito de la defensa, por ejemplo, la UEO (Unión Europea Occidental), hasta que en el Tratado de Maastricht, se decide eliminar la defensa europea, pasando esta competencia a la OTAN, sin valorar correctamente que, aunque en aquellos momentos, en 1990, no se consideraba factible que pudieran producirse más problemas armados que pudieran afectar al territorio europeo, lo cierto es que, fue un claro error de cálculo.
Una verdadera política de defensa falta en la Unión Europea. Fue un error haber desecho la UEO, y ahora hay que montar una política de defensa que sea realmente europea. Ya sabemos que la OTAN, con Estados Unidos y Canadá, van a resolver los problemas que les interesen a ellos. A ello hay que sumar la producción armamentística europea, sin dependencia de nadie.
La entrada de los nuevos países viene a proporcionar protección a los mismos, quedando, en lo que a defensa se refiere, bajo el paraguas de la Unión Europea, sin aportar mucho más a la actual integración, a excepción de la expansión territorial de la Unión Europea.
Estrategias políticas internacionales
¿Cómo percibe el impacto de la actuación de Rusia y China en la política internacional europea?
El futuro está en las grandes potencias tales como Estados Unidos o China, a los que habría que sumar la India y los Estados emergentes, tanto en África como en América Latina. Se está configurando un nuevo orden jurídico internacional. El mundo ya no es lo mismo que hace unos años. A partir de la pandemia la situación se ha vertebrado de otra manera, relacionada, incluso, con la distribución de las vacunas, así, ¿quién ha apoyado a los países del cono sur, qué vacunas se han utilizado…? todo ello tiene sus lógicas repercusiones posteriores, y puede observarse una tendencia de los países de América Latina que miran a China, el país que les ha apoyado durante la pandemia y les ha suministrado las vacunas tan necesarias.
China es, por otra parte, ya no un socio de Estados Unidos, sino una competencia a nivel económico. Estados Unidos, en vez de mirar a Europa, se fija cada vez más en China. Y a eso se suma Rusia, que quiere ser o reproducir el imperio de los zares de siglos pasados, manifestado el comportamiento del presidente Putin.
La posición de China en la guerra de Ucrania tampoco es clara, no quiere mojarse, porque, si China quisiera, mañana mandaba a Rusia que parara la guerra y, posiblemente, lo haría y se acababa la guerra; o nos decía a los europeos, dejen de mandar armas a Ucrania para que se defienda, y se acabó, pasando el territorio a Rusia. Pero China no se atreve porque no quiere enfrentamientos.
Y después, hay otra potencia como es la India, que en volumen de población y desarrollo económico, acaba de celebrar unas elecciones en las que ha salido, por cuarta vez, el mismo presidente, lo que siembra dudas sobre su mandato.
En conclusión ¿la estabilidad internacional es muy delicada?
Efectivamente, muy delicada. Nadie se atreve a apretar el botón. El día que lo apriete uno, en el mismo momento, lo están apretando otros dos más. Están afortunadamente quietos pero, a mí me produce inquietud y malestar. Por eso, la política debe encauzarse hacia una situación de estar en igualdad todos con todos, por lo menos, las grandes potencias. La democracia tiene que seguir reinando porque, donde decaiga la democracia, en cualquier parte del mundo, será un foco de conflictos, y tanto Europa como América Latina se encuentran actualmente ante la amenaza de ese peligro. La democracia, como el resto de valores que nos son comunes a los europeos, deben triunfar y estar a pleno rendimiento en todo momento histórico.