Andrés Seoane Fuente - Jue, 24/08/2017 - 14:03
Ponemos punto final a esta serie echando un vistazo al futuro de la informática. Cada vez tarda menos en llegar, pero el devenir augura grandes progresos tecnológicos, logrados además en periodos de tiempo más corto, lo que obligará a una profunda transformación de la sociedad. Desde la preocupación por el grado de automatización de miles de puestos de trabajo, hasta los nuevos campos por explorar, a la informática le queda mucho recorrido por cubrir. Y, con ello, nuevas formas de entender todos los ámbitos de la vida para la humanidad.
La Inteligencia Artificial es uno de los campos que más potencial presenta de cara a los próximos años, aunque plantea un debate intenso. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) apunta a que el 12% de los empleos en España son automatizables, y que en la agricultura y la industria manufacturera las máquinas reducirán en un 60% los puestos de trabajo en los próximos años. Mientras Bill Gates pide que los robots paguen impuestos, o Bruselas se plantea si dar un estatus legal a estas máquinas, hay expertos que consideran que lo que se necesita es una especialización mayor, que evite la formación de una breca demasiado grande entre empleos de baja y de alta cualificación, y permita ocupar los nuevos puestos que se generarán con esta transformación (como, por ejemplo, el de entrenador de robots). Lo que resulta evidente es que la Inteligencia Artificial adquirirá un gran protagonismo en el futuro próximo, como reflejan movimientos como el de China, que ha establecido un plan de desarrollo con el objetivo de ser líder mundial en este sector en 2030, que se propone construir una industria nacional por valor de 150.000 millones de dólares.
Otro de los grandes cambios se basará en los microchips. La teoría de Moore afirma que cada aproximadamente dos años se duplica el número de transistores en un microprocesador, con el consiguiente abaratamiento del hardware. Pues bien, el chip tridimensional será el que permita que esta evolución siga su curso, al posibilitar la fabricación de unidades heterogéneas con un alto grado de integración. De este modo, podrán aplicarse a distintos campos, se obtendrá de ellos un mayor rendimiento con un consumo de energía menor, se abrirá un nuevo abanico de posibilidades de diseño, aportarán una mayor seguridad y favorecerán que los dispositivos electrónicos puedan adquirirse a un coste más bajo.
Y, sin duda, donde se abre un panorama con muchas posibilidades de evolución es en la ciberseguridad. Cada día se hackean 30.000 webs y al mes se crean más de 6.000 virus nuevos. Y aunque ahora existe una mayor conciencia de esta problemática -que impide hechos singulares, como que los ordenadores encargados del control de los misiles estadounidenses tuvieran como contraseña 00000000, o que la mayor brecha de seguridad en los ordenadores militares de ese país tuviera su origen en un usb que alguien se encontró en el aparcamiento y metió en el ordenador-, la digitalización de la sociedad motiva que haya más posibles destinos para ataques de los ciberdelicuentes: los Smartphone que todos usamos, cualquier electrodoméstico con la progresiva implantación del internet de las cosas, los servidores de la nube que almacenan documentos, las infraestructuras críticas o los sistemas encargados de prevenir las amenzas.
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