Estación de Cádiz.
12 de febrero de 2024. El último número de la revista Lurralde: investigación y espacio recoge un artículo en el que el profesor Antonio Gavira Narváez, docente del Grado en Historia, Geografía e Historia del Arte de la Universidad Isabel I, analiza el papel del Corredor Mediterráneo como elemento de cohesión social en Andalucía. El docente, en colaboración con los investigadores Abraham Nuevo y Matías Mérida, de la Universidad de Málaga, además de Jesús Ventura, de la Universidad de Sevilla, estudia también la relación que tiene el Corredor Mediterráneo en relación con el desarrollo de la red de infraestructuras de la región.
En un contexto global, el estudio destaca el papel esencial de esta infraestructura ferroviaria y las redes de transportes como elementos fundamentales para la cohesión territorial europea y la mejora de la eficiencia en términos económicos de una región. Andalucía, con su ubicación estratégica entre el Atlántico, el Mediterráneo y el norte de África, se posiciona como un área clave donde las infraestructuras de transporte pueden impulsar la convergencia con las zonas más desarrolladas de la Unión Europea.
La investigación, motivada por el potencial de esta infraestructura, aborda cómo el desarrollo de redes de transporte no solo mejora la eficiencia económica sino también la cohesión social y territorial. Se destaca la importancia de superar el aislamiento de regiones periféricas, como Andalucía, y se señala el respaldo financiero de instituciones como el Banco Europeo de Inversiones y los Fondos de Cohesión para este propósito.
Los investigadores señalan que su trabajo tiene como objetivo principal examinar el impacto presente y futuro del Corredor Mediterráneo en la vertebración y accesibilidad territorial de Andalucía, así como su papel en la cadena logística global. Considerando esta infraestructura como foco central, se parte de la hipótesis de que su desarrollo puede contribuir de manera positiva a la red de transportes y a la cohesión territorial, como fuente de seguridad, calidad y eficiencia en la gestión integrada de los sistemas de transportes.
El estudio, destinado a académicos, ciudadanos y autoridades competentes, utiliza una metodología cualitativa basada en fuentes primarias e información recopilada de documentos institucionales, artículos especializados, fuentes periodísticas y análisis de organismos como el Centro de Estudios del Transporte para el Mediterráneo Occidental (CETMO).
Origen del Corredor Mediterráneo
A partir de 2014, en el marco de las nuevas políticas de transporte de mercancías, surge en la Unión Europea la necesidad de construir una red interoperativa basada en la sostenibilidad, innovación, cohesión y eficacia. Con los precedentes de la Cumbre de Essen (1994) y el Libro Blanco sobre los Transportes de la Unión Europea (2011) se defendió la necesidad de crear una autopista ferroviaria que uniera la capital andaluza (Sevilla) con el norte de Europa.
En la actualidad, el Corredor Mediterráneo (que cuenta con 70 nodos principales y 12 puertos marítimos de alta competitividad) discurre desde el suroeste de España hasta la frontera con Hungría y Ucrania, constituyendo el eje principal este-oeste al sur de los Alpes. Y económicamente, estas regiones representan el 17% del PIB de toda la Unión.
En Andalucía, la red ferroviaria conecta el Valle del Guadalquivir (Cádiz, Sevilla y Córdoba), siguiendo hasta Madrid; comunica Huelva y Granada con Sevilla; y Algeciras con Granada. No obstante, el corredor se ha atascado en Andalucía, en los tramos Murcia-Almería y Almería-Málaga-Algeciras como dos de las líneas previstas en un futuro.
Conclusiones del estudio
El estudio concluye que, a pesar de estar en una fase insuficientemente desarrollada en Andalucía y en la cuenca mediterránea española, el Corredor Mediterráneo sigue siendo un activo económico e infraestructural prometedor. El éxito futuro dependerá de la superación de problemas históricos, carencias y contradicciones relacionadas con la estructura radial de España y la falta de convergencia entre regiones, tanto a nivel nacional como dentro de la Unión Europea.
Estación de Ronda, en Málaga.
Los autores del artículo consideran urgente la aceleración de las obras pendientes, especialmente en el tramo que abarca Almería y las provincias interiores de Málaga y Granada. La conexión con la Comunidad Valenciana, a través del avance de las obras en la provincia de Murcia, es vital para el enlace entre el extremo oriental andaluz y el conjunto mediterráneo. Aunque se reconoce la importancia económica del trazado Algeciras-Bobadilla, los investigadores enfatizan la necesidad de una voluntad política compartida entre las administraciones públicas para garantizar el equilibrio presupuestario y la pronta ejecución de las obras necesarias.
Igualmente, identifican esta infraestructura como un desafío interno en Andalucía, donde la superación de inercias localistas se presenta como un paso fundamental. La existencia de dos enfoques divergentes dentro del proyecto, (uno orientado hacia la España radial y otro dirigido al arco mediterráneo y Europa), requiere un esfuerzo conjunto de las ocho provincias y los cuatro dominios territoriales de la región. El despliegue del proyecto se presenta como una oportunidad para superar la excesiva centralidad de Madrid en la España radial, generando una dinámica diferente y consolidándose como un nodo estratégico de comunicaciones en el arco mediterráneo hacia la UE.
En cuanto a futuras líneas de trabajo, se sugiere la exploración de problemáticas similares en otras regiones europeas con corredores de transporte en desarrollo. Además, se plantea la comparación entre el Corredor Mediterráneo y el Corredor Atlántico, ambos proyectos cruciales para la mejora de la competitividad y la conectividad logística de Andalucía.