Daniel Aquillué en los estudios de RNE de Zaragoza.
5 de julio de 2024. El programa "Gente Despierta" de Radio Nacional de España, conducido por el periodista Aitor Caminero, invitó al profesor del Grado en Historia, Geografía e Historia del Arte de la Universidad Isabel I, Daniel Aquillué, para conversar sobre el Carlismo y las guerras civiles del siglo XIX en España. El historiador Daniel Aquillué, es especialista en el siglo XIX y autor del libro España con honra. Una historia del XIX español, de la editorial La Esfera de Los Libros. En su sección dedicada a paseos por la historia de España, Aquillué ofreció una visión profunda y esclarecedora de este conflictivo periodo.
Aquillué comenzó su relato en el 29 de septiembre de 1833, día en que falleció Fernando VII, provocando una crisis de sucesión debido a la pragmática sanción que el monarca había promulgado para permitir que su hija, Isabel II, heredara el trono. Esta decisión fue rechazada por Carlos María Isidro, hermano del difunto rey, quien se proclamó Carlos V en el manifiesto de Abrantes mientras grupos carlistas se insurreccionaban en lugares como Talavera de la Reina (Toledo). Al no lograr el apoyo del ejército, Carlos María Isidro inició una serie de conflictos que se conocerían como las guerras carlistas.
Fundamentos del carlismo
El lema carlista "Dios, patria y rey" reflejaba su defensa de una monarquía tradicional al estilo del Antiguo Régimen. El carlismo defiende una monarquía tradicional al modo del Antiguo Régimen, en el que el rey es soberano y gobierna con una serie de cuerpos intermedios que tienen sus privilegios (la iglesia, la nobleza, las ciudades y villas o los gremios). Se trata de una sociedad organizada en estamentos, jerárquica, y en la cúspide de la pirámide está el rey. En cambio, los liberales, defienden que la soberanía no es del rey sino de un nuevo ente político que es el estado-nación soberano, representado en unas cortes elegidas por los ciudadanos mediante sufragio, y es representativo de esa soberanía. En la organización liberal, son las cortes quienes crean una fiscalidad y división administrativa para organizar el estado y dar una serie de libertades a los ciudadanos (derecho al voto, libertad de opinión, libertad de prensa…).
El estado, tal y como se conoce hoy en día, lo crean los liberales del siglo XIX. Se pone en marcha un sistema de impuestos al que todos van a contribuir para el sostén del estado, que a su vez pondrá en marcha programas de educación, el ejército o infraestructuras…
“El carlismo va a ser la forma que tome la contrarrevolución en España que había ensayado algunos pasos en 1793 en la guerra contra la Revolución Francesa; en 1808, en guerra contra Napoleón; y durante el trienio constitucional en una guerra civil que hubo de los realistas frente a la constitución de Cádiz entre 1821 y 1823”, explicó el profesor Aquillué. El carlismo, por tanto, será la forma que tome la contrarrevolución en España a raíz de la crisis dinástica de 1833.
Territorio carlista
El carlismo encontró su base principalmente en el País Vasco y Navarra, extendiéndose a otras regiones como Cataluña, sur de Aragón, Castellón, la Sierra de Ronda en Málaga, la Mancha, el norte de Extremadura, Galicia y zonas de Castilla. En estas áreas, las diputaciones forales y los voluntarios realistas, una milicia absolutista creada en 1824, facilitaron la formación del ejército carlista del norte bajo el liderazgo de Zumalacárregui.
El ejército carlista estableció un capital en Estella (Navarra) y sostuvo una guerra de siete años. Destacaron figuras militares como Baldomero Espartero, vencedor de Luchana y liberador de Bilbao el 25 de diciembre de 1836, y Tomás de Zumalacárregui, quien falleció durante el primer sitio de Bilbao y fue sucedido por Ramón Cabrera, el "tigre del Maestrazgo".
Ambos bandos recibieron apoyo del exterior. Los liberales fueron respaldados por la Cuádruple Alianza (Portugal, Francia, Inglaterra y España), mientras que los carlistas contaron con el apoyo de la Santa Alianza (Rusia, Prusia, Austria, el Vaticano y Piamonte, entre otros).
La primera guerra carlista culminó con el Convenio de Vergara en 1839, aunque la resistencia de Cabrera prolongó el conflicto hasta 1840. La paz fue temporal, ya que entre 1872 y 1876, durante el Sexenio Democrático, estalló una segunda guerra carlista que culminó con la derrota de los carlistas por Alfonso XII. Para el profesor Aquillué, la llamada segunda guerra carlista de 1846-1849 se circunscribió a un ámbito regionalista y los ideales de este conflicto estuvieron difusos.
Aquillué destacó cómo los liberales del siglo XIX transformaron España, estableciendo un estado moderno con un sistema de impuestos para financiar programas de educación, ejército e infraestructuras. Esta transformación marcó el fin de la monarquía absoluta y el comienzo de una nueva era política y social en España.
La entrevista completa se puede escuchar en el programa "Gente Despierta" de RNE, proporcionando una extensa comprensión de uno de los periodos más convulsos de la historia española.