El árbol de Guernika, lugar donde ancestralmente se reunían los primeros representantes públicos vascos. Fotografía de Wikipedia.
9 de octubre de 2020. David Mota Zurdo, profesor del Grado en Historia y Geografía de la Universidad Isabel I, ha publicado el artículo titulado “Llamando a la puerta de América. La política exterior del Gobierno Vasco en el exilio durante la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. (1936-1945)”. Este artículo se ha publicado en inglés en la revista de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco.
El trabajo analiza llamada ‘Estrategia Atlantista’: la búsqueda, por parte del Gobierno Vasco, de una relación privilegiada con Estados Unidos de cara a recuperar el autogobierno y la democracia en España. Esta búsqueda se divide en dos etapas: una primera en la que se estudian las actividades de la delegación del Gobierno Vasco en Nueva York durante la Guerra Civil española y sus relaciones con las instituciones americanas; y un segundo periodo en el que se estudian las labores de lobby vascas durante la Segunda Guerra Mundial y la participación del Servicio Vasco de Información en las actividades de agencias estadounidenses como el FBI y la OSS (antecesores de la CIA).
El trabajo analiza cómo participaron los líderes políticos vascos en la Segunda Guerra Mundial, eligiendo a Estados Unidos como su aliado fundamental para reinstaurar la democracia en el territorio vasco y, por consiguiente, en el resto de España.
David Mota Zurdo examina el acercamiento entre vascos y el catolicismo estadounidense y las actividades de los Aliados, tanto de propaganda como de espionaje, llevadas a cabo por el Servicio Vasco de Información en América Latina. Esta colaboración tuvo como principal objetivo convencer a Estados Unidos de que interviniera en España para deponer a Franco y restablecer la democracia.
La Guerra Civil Española
En octubre de 1936, se crea el primer Gobierno Vasco autónomo, que funcionó en Euskadi hasta que el ejército de Franco se hizo con el control de Bilbao en junio de 1937. Debido al contexto de Guerra Civil, la prioridad el Ejecutivo autonómico se centró en las estrategias militares, sin desatender la política exterior. De hecho, el ente vasco creó varias delegaciones para la representación paradiplomática en Europa y América, que estuvieron activas durante casi todo el exilio.
Una de las delegaciones más emblemáticas fue la que se fundó en Nueva York en 1938, cuyo objetivo fue buscar el apoyo del gobierno de Estados Unidos. “Un sector de la sociedad estadounidense, sin embargo, influenciado por la propaganda franquista de la Hearst Corporation, consideró que Franco luchaba contra el comunismo, el ateísmo y la impiedad. Por eso, se mostró partidaria de no intervenir en la guerra a favor del Gobierno Vasco y, por consiguiente, del bando republicano” explica David Mota en su investigación. La delegación vasca de Nueva York se instaló precisamente para hacer frente a la propaganda franquista, buscar financiación e intentar levantar el embargo de armas al gobierno republicano.
Para lograr sus objetivos intentaron obtener el apoyo de la opinión pública católica estadounidense, confiando en que con su apoyo podrían llegar al presidente Franklin Roosevelt y que así revocara su decisión de no intervenir en España. Fue importante el trabajo mediador de los representantes del Gobierno Vasco en la lucha contra la penetración nazi y fascista en algunos países latinoamericanos, ya que, durante la década de 1930, Estados Unidos consideró que los totalitarismos europeos y asiáticos eran una amenaza real a la democracia en América. Por este motivo, se puso en marcha un dispositivo de defensa, con la instalación de bases militares en puntos estratégicos más vulnerables de las costas atlánticas y pacíficas. La presencia de una amplia población vasca en toda Latinoamérica facilitó estas conexiones.
Una vez que finalizó la Guerra Civil, en 1939, el gobierno presidido por José Antonio Aguirre “reforzó su trabajo para conseguir ayudas y financiación con la finalidad de asistir humanitariamente a los vascos que estaban en Francia, creando la Liga Internacional de Amigos de los Vascos. Las labores políticas de los representantes del ejecutivo autonómico en Estados Unidos se centraron en tratar de mostrar a Estados Unidos que había legitimado al gobierno de Franco, que era un régimen esencialmente antidemocrático”, subraya en su análisis.
La Segunda Guerra Mundial
El estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939 obligó a repensar la estrategia del Gobierno Vasco en Estados Unidos. El ataque a la base naval de Pearl Harbor, que dio lugar a la participación de Estados Unidos en la II Guerra Mundial, causó cambios en la estrategia del Gobierno Vasco. Aguirre se presentó ante el Gobierno de Roosevelt como un líder carismático de una organización política presente en América Latina y con alta capacidad de influencia sobre el catolicismo latinoamericano. Esta oferta fue escuchada por los servicios de inteligencia americanos para luchar contra el fascismo. Por aquel entonces, los vascos ya habían empezado a trabajar para los británicos con excelentes resultados, obtuvieron las instrucciones secretas que iba a seguir la Armada de Franco en caso de que España entrara en guerra.
En cualquier caso, las negociaciones con los americanos, con matices que explica el autor en su artículo, también fueron exitosas: “Los espías vascos trabajaron con los americanos en el cifrado de la correspondencia a España y las radiotransmisiones, pero también en la solicitud de armas y explosivos”.
Durante los primeros años de la II Guerra Mundial, “la principal misión fue espiar las organizaciones pro-Eje y realizar actividades de contrapropaganda” pero, a finales de la contienda, los vascos comenzaron a espiar “a los exiliados políticos españoles conectados con actividades comunistas en Cuba, Uruguay, Argentina o Chile, que fueron consecuencia del cambio de contexto: los primeros pasos hacia la Guerra Fría. Estas actividades se realizaron sin ningún tipo de compensación política”, concluyó David Mota.