7 de marzo de 2017. El deporte es uno de los sectores en el que sigue habiendo una mayor desigualdad entre hombres y mujeres, una realidad que es aún más palpable en los deportes de masas, como el fútbol o el baloncesto. Es cierto que en los Juegos Olímpicos se vienen dando pasos importantes. Por ejemplo, las Olimpiadas de Londres 2012 fueron las primeras de la historia en las que hubo representación femenina en todos y cada uno de los deportes que se incluían en el programa olímpico. En los últimos Juegos, celebrados en Río, hubo alrededor de 4.700 mujeres compitiendo, un 45% del total de los deportistas que participaban. En los Juegos de Paris del año 1900 participaron 997 atletas. Tan solo 22 eran mujeres.
“Venimos de épocas en las que era incluso inconcebible que las mujeres hicieran deporte. Sin embargo ahora, especialmente en los últimos años, estamos viendo cómo se está incrementando, no solo el nivel de las deportistas, sino también las condiciones”, asegura Sheyla Gutiérrez, ciclista profesional, una de las más prometedoras del panorama nacional e internacional. Esta joven luchadora, que acaba de ganar una de las clásicas más duras y de mayor prestigio del circuito, como es Le Samyn (Bélgica) compagina las largas jornadas de entrenamientos y los numerosos desplazamientos para competir con los estudios de Psicología que está cursando en la Universidad Isabel I.
“Creo que es una realidad que hoy en día la organización de los eventos deportivos femeninos, los desplazamientos, la repercusión en los medios de comunicación e incluso los salarios que percibimos, han mejorado con respecto a hace años”, asegura, matizando, en todo caso, que aún queda mucho por hacer para conseguir una mayor igualdad.
“En primer lugar creo que las deportistas –o en mi caso las ciclistas- profesionales debemos esforzarnos aún más para mostrar un nivel superior y que así sea más fácil merecer unas mejores condiciones. Y por supuesto, por otro lado, las personas que se encargan de organizar los eventos deportivos deben tener en consideración que nos estamos esforzando cada día un poco más y que actualmente tenemos un gran nivel, equiparable al de los hombres”.
Claudia Gurí, saltadora de altura.
Otra joven promesa, en este caso del atletismo y del salto de altura, es Claudia Gurí. Viene de lograr grandes resultados, tanto a nivel absoluto, donde ha sido cuarta en el Campeonato de España, como en sub-23, donde fue segunda. Antes de dedicarse al atletismo, Claudia fue también jugadora profesional de baloncesto. Con conocimiento de causa, por tanto, nos cuenta que en su deporte actual las cosas están algo mejor.
“Creo que en atletismo hay actualmente bastante más igualdad que en otros deportes. A nivel de público que asiste a los eventos, de cantidad económica de los premios, creo que no hay mucha diferencia entre hombres y mujeres. Sin embargo, cuando era jugadora de baloncesto pude comprobar que las cosas eran diferentes. Las entradas para los partidos eran mucho más baratas. Sin embargo, asistía menos público a los partidos y en el salario, como es lógico, también había importantes diferencias”, asegura Claudia, que al igual que Sheyla, estudia también en la Universidad Isabel I, en este caso el Grado en Nutrición Humana y Dietética.
Y es que, precisamente, es en los deportes mayoritarios donde más se nota la desigualdad entre hombres y mujeres. La brecha empieza aquí desde la base, donde apenas hay estructura ni equipos en el caso femenino, y acaba siendo abismal en la élite, donde incluso en los mejores clubes las mujeres cobran salarios equiparables a los que perciben los hombres en divisiones muy inferiores.
“Para avanzar es fundamental que exista una estructura de base”, asegura Javier Martín, entrenador de dos equipos vallisoletanos, Rayo Simancas y Club Deportivo Parquesol, de la segunda división de fútbol femenina, entre los años 2007 y 2014. “Que existan equipos exclusivamente femeninos en categorías como alevín, infantil y juvenil, y que puedan competir entre ellos, es básico si queremos potenciar el fútbol de mujeres” afirma este entrenador, que tras tener dos hijos ha tenido que dejar, al menos de momento, a un lado el fútbol.
“El fútbol femenino tiene muchas carencias y necesitas muchas ayudas. Lo que más echo en falta es la falta de una apuesta total por este deporte por parte de todos los agentes implicados, desde clubes hasta patrocinadores y pasando por los medios de comunicación. Parece que se hay una apuesta, pero es a medias, como si hubiera que hacerlo porque sí”, asegura este estudiante de CAFD de la Isabel I.
Y a quienes todavía piensan que el fútbol femenino es más aburrido o más lento, Javier Martín les dice lo siguiente: “He entrenado a chicos y a chicas y tengo que decir que con las chicas es con las que más he aprendido. Son más ordenadas y obedientes, en general, y responden mejor a la táctica y directrices del entrenador. Además, quitando la diferencia física objetiva que existe, creo que la entrega, la capacidad de sacrificio, la interpretación del juego e incluso la calidad, es mayor en el fútbol de chicas que en el de chicos”.