30 de mayo de 2024. El caso de Benito, un hombre de 64 años con problemas de audición y visión ha reabierto el debate sobre los límites de la defensa propia en España. La madrugada del 20 de mayo de 2018, Benito se despertó en su casa de La Carolina (Jaén) para ir al baño y notó que no había luz en la vivienda y que la puerta de su habitación estaba abierta de manera distinta a como él la había dejado. También oyó ruidos y al investigar, se encontró con un hombre que lo atacó con una barra de hierro, asestándole un golpe en la cabeza. En el forcejeo, Benito tomó un cuchillo de su mesita de noche y luchó contra el agresor, resultando muerto en la refriega Roberto, con 23 puñaladas.
María Hernández Moreno, doctora en ciencias forenses y docente de la Universidad Isabel I, explicó todos los detalles de este complejo suceso. Según la Guardia Civil, Roberto pertenecía a una banda dedicada a desvalijar viviendas; incluso su novia fue detenida cerca del lugar. Vecinos de Benito llamaron a la Guardia Civil tras escuchar gritos de auxilio provenientes de la casa.
Inicialmente, la defensa propia fue considerada como la causa de la muerte del ladrón. Sin embargo, la magistrada encargada del caso interpretó que podría tratarse de un homicidio debido al número de heridas infligidas, que la familia de la víctima consideró como ensañamiento. Benito, por su parte, siempre sostuvo que su intención era defenderse y que nunca tuvo la intención de matar a Roberto.
El jurado popular acabó condenando a Benito a dos años y medio de prisión. La hermana de Benito ha pedido en varias ocasiones que se revise el caso, sin éxito, y la condena reabrió un amplio debate mediático y jurídico sobre el derecho de cada persona a defenderse.
Definir los límites de la defensa propia
María Hernández subrayó la importancia de definir claramente los límites de la defensa personal y de considerar la intención de causar la muerte en estos casos. La profesora Hernández explicó que en situaciones de miedo insuperable la persona actúa bajo un estado de pánico, lo que le impide actuar de manera completamente racional. En este contexto, “Benito, con problemas de visión y audición, se encontró en una situación de indefensión y temió por su vida tras ser atacado con una barra de hierro”, indicó la profesora Hernández.
La doctrina señala, en cuanto a la legítima defensa, que la reacción debe ser necesaria para contrarrestar el ataque y detener el peligro, intentando causar el menor daño posible al agresor. En este caso, se consideró que “la defensa de Benito fue excesiva debido al número de puñaladas”, aunque no todas fueron incisivas; algunas fueron superficiales. Benito argumentó que trató de defenderse con puñaladas al aire. La criminóloga indicó que si Benito hubiera infligido menos heridas, “quizás no se habría considerado ensañamiento”.
María Hernández argumenta que Benito podría haber sido absuelto de los cargos, en lugar de recibir una atenuación de la pena, porque no fue considerado como una persona que presente peligrosidad para los demás y su intención no fue la de causar la muerte. El miedo insuperable y la situación de encontrarse en la oscuridad, siendo atacado en su propia casa, justifican su reacción. Sin embargo, el jurado consideró que, en algún punto, Benito se extralimitó debido al número de heridas infligidas.
Este caso reabre un debate crucial sobre hasta dónde puede llegar una persona en defensa propia y cómo deben interpretarse estos actos por parte de la justicia. Para más detalles sobre el análisis de este caso, puedes escuchar el episodio completo en el siguiente enlace.