María Hernández en el Laboratorio de Criminalística de la Universidad Isabel I

María Hernández en el Laboratorio de Criminalística de la Universidad Isabel I.

16 de octubre de 2024. En el último episodio del podcast Crímenes Ibéricos, la profesora María Hernández de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I, desvela las claves detrás de la tragedia del vuelo 9525 de Germanwings, que el 24 de marzo de 2015 se estrelló en los Alpes franceses sin dejar supervivientes. El vuelo, que partió de Barcelona hacia Düsseldorf, terminó trágicamente cuando el copiloto, Andreas Lubitz, bloqueó la cabina y estrelló el avión de forma intencionada, provocando la muerte de las 150 personas a bordo.

Aunque se trata de un caso de suicidio, se puede ver más como un suicidio-asesinato. Sin poder conocer a ciencia cierta qué pasaba por la mente del suicida, la profesora Hernández explicó que el piloto tenía una presión muy elevada por las exigencias a nivel profesional y los problemas de pareja. “Si no sabe lidiar con la frustración de manera adecuada o no cuenta con una red de apoyo que le oriente, y no tiene una fortaleza mental suficiente, se presiona porque no puede llegar a lo que debería al no cumplir con las expectativas de su profesión y su entorno”, explicó María Hernández, coordinadora de investigación en la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I y colaboradora habitual del podcast Crímenes Ibéricos.

El análisis del suceso revela que Lubitz, quien tenía antecedentes de problemas mentales y tendencias suicidas, ocultó su estado de salud a la aerolínea. En el momento del accidente, tenía en su poder bajas médicas recientes que no había presentado. Su vida personal también se encontraba en crisis tras la ruptura con su pareja, lo que podría haber sido el detonante de su comportamiento suicida.

Inestabilidad emocional que desembocó en tragedia

María Hernández profundiza en el perfil psicológico de Lubitz, destacando la presión profesional, los problemas personales y la falta de un sistema de apoyo como factores clave. Según la criminóloga, los problemas de personalidad de Lubitz podrían haberse originado en su infancia, marcada por una alta exigencia y un sentimiento de inferioridad. “Sin el apoyo adecuado para enfrentar la frustración, su inestabilidad emocional desembocó en la tragedia”, explicó María Hernández.

Tras el accidente, se descubrió que más de 40 médicos conocían los problemas de Lubitz, pero ninguno informó a las autoridades por motivos de confidencialidad. Esta falta de comunicación fue una de las fallas que podrían haber evitado el desastre.

Cambios en la legislación

El incidente tuvo un profundo impacto en la industria de la aviación. A raíz de esta tragedia, la Comisión Europea implementó regulaciones más estrictas, como pruebas psicotécnicas más rigurosas para los pilotos y la prohibición de que la cabina quede ocupada por un solo tripulante. Aunque estas medidas buscan prevenir futuros incidentes, Hernández señala que aún hay debates sobre su eficacia y a quién realmente benefician.

El análisis de Hernández concluye que la tragedia fue resultado de una serie de negligencias continuadas tanto por parte de los servicios aéreos como de los médicos que trataron a Lubitz.