Mario Figueredo en el gimnasio entrenando musculación.
13 de noviembre de 2023. Hace ahora dos años que Mario Figueredo, alumno por entonces de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFD) en la Universidad Isabel I, sufrió una miocarditis extrema. Un virus desconocido atacó su corazón y le dejó postrado en una cama de hospital, y en coma, durante más de un mes. A los 25 años, el mundo se le vino encima, pero ha sabido empezar de nuevo y vivir de otra manera. “A los 25 años te quieres comer el mundo y en cuestión de nada, en dos meses y sin venir a cuento, la vida te da un revés”, explica Mario al recordar una experiencia que solamente han vivido 3 personas en España, y de las que es el único superviviente.
La miocarditis es la inflamación del músculo cardíaco, el miocardio, que provoca la reducción de la capacidad del corazón para bombear sangre. La inflamación debilita este órgano, por lo que el resto del cuerpo no recibe suficiente sangre. Las causas son diversas: desde un virus, como le ocurrió a Mario, a la reacción a un fármaco o una afección inflamatoria general.
Grado en CAFD
Pero comencemos por el principio. Mario Figueredo, natural de Roquetas de Mar, en Almería, decidió estudiar Técnico Superior de Actividades Físicas y Animación Deportiva (TAFAD) en su tierra, mientras colaboraba con el negocio familiar. Antes de terminar, un equipo de la Universidad Isabel I explicó en su centro los beneficios de realizar un Grado en CAFD para los alumnos que finalizaban el grado superior de Formación Profesional. Y no se lo pensó dos veces. “Todo viene del Bachillerato, un momento en el que falleció mi abuelo y me quedé a las puertas de entrar en la carrera de nutrición en Granada. A raíz de aquello, decidí acompañar a mi hermano, que se inscribió en TAFAD en Almería y lo demás vino solo”.
Cuando terminó TAFAD, y debido a una situación compleja en casa con la imposibilidad de poder desplazarse, decidió empezar a distancia el Grado en CAFD en la Universidad Isabel I. Su capacidad de organización y su pasión por el deporte fueron el tándem perfecto para conseguir el éxito en sus estudios. “A mí me daban el temario y al día siguiente, ya me lo sabía, pero tenía que esperar hasta la semana siguiente para seguir con el temario”, explica con satisfacción. Tiene claro que en esta vida nadie regala nada y si se quiere llegar hasta un objetivo, hay que trabajar para ello. “No te puedes quejar de nada. Hay que aceptar las reglas del juego”, matiza.
Mario ha sido toda la vida un deportista. Comenzó con la natación, pero una lesión en los hombros le apartó de este deporte. Mientras fortalecía la musculatura en el gimnasio descubrió el culturismo, un deporte que practica como amateur y que le ha ayudado, por un lado, a recuperarse más rápido de su enfermedad, y por otro, a tener objetivos en su vida vinculados al deporte.
El primer aviso para Mario
El primer susto de Mario con su cuerpo fue en el verano posterior a la pandemia. Un día por la mañana, recién abierto el gimnasio, se desplomó. A los 45 minutos, el equipo de emergencias trasladó a Mario al Hospital de Poniente, en medio de fuertes convulsiones. Tras estabilizarlo en urgencias, le diagnosticaron una hipoglucemia, es decir, una bajada de azúcar. El cambio de turno en el servicio hizo que el siguiente doctor siguiera con el mismo diagnóstico “a pesar de haber estado 6 o 7 horas en urgencias sin comer ningún alimento, argumentó que no me pasaba nada”, explica Mario. El malestar de Mario por el diagnóstico le llevó a solicitar el alta voluntaria y comenzar su andadura por varios médicos privados para descubrir qué había ocurrido realmente.
Fue un cardiólogo quien le dijo a Mario que su corazón era un poco más grande de lo normal, aunque “lo normal, por ser deportista”, por lo que aquella anomalía pasó desapercibida hasta que finalizado el verano. Mario volvió a tener problemas de salud. “En el mes de septiembre, el mero hecho de hacer un pequeño sobreesfuerzo, de subir una escalera, hacía que me encontrara mal”, y claro, eso no es habitual en una persona de 25 años. Cuidó un poco más su alimentación y redujo el entrenamiento de máxima intensidad, tratando de descansar, pero con el paso de los días comprobó que “estaba un día bien y cuatro mal”. Así llegó al mes de octubre, momento en el que una mañana se levantó y decidió ir a urgencias. “No aguantaba más. Al llegar a urgencias, empezaron a hacerme las pruebas y cuando me subí a la ambulancia, perdí el conocimiento. Y ya no recuerdo más”, relata Mario.
Mes y medio en coma
Mes y medio después, se despertó en una cama de hospital, intubado y enchufado a una máquina en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada, a donde le habían trasladado desde Almería por la gravedad de su estado. “Me desperté en un infierno blanco”, recuerda, porque así es como llama Mario a su habitación de hospital. “Estaba desorientado y nervioso, no sabía cómo había llegado allí y estar entubado tampoco me ayudó mucho para poder hablar”, relata. Pero el equipo médico le explicó qué había pasado durante su estado de coma. Por el sobreesfuerzo realizado, sufrió dos infartos en el Hospital de Poniente, por lo que la cardióloga tomó la decisión de enviarle a Granada, donde contaban con los medios necesarios para mantenerle con vida.
En el traslado a Granada, Mario, sufrió un fallo multiorgánico. “Mi cuerpo se desconectó. Dejó de funcionar y solamente he sobrevivido porque estaba conectado a una máquina. Las primeras 36 horas fueron las más críticas, porque no funcionaba nada”, explicó, “pero no se sabe qué o por qué, alguien me tocó con la varita e hizo que mi corazón se volviese a activar a las 36 horas”. Y a partir de ahí, a las 40 horas llegó el diagnóstico de miocarditis y el inicio del tratamiento con el que se despertó un mes y medio después.
Una segunda oportunidad
Entre risas y con ese humor andaluz que lo caracteriza, al recordar este decisivo momento de su vida, que considera un milagro, Mario dice que “Ya no sé si el de arriba o le de abajo, pero no me querían; y dijeron, tú te quedas en el medio, que todavía te quedan muchas cosas por hacer”. Esa segunda oportunidad le ha llevado a una recuperación extraordinaria.
Tuvo tiempo para pensar durante el mes y medio que siguió en el hospital granadino hasta que le dieron el alta y decidió que, a partir de entonces, iba a vivir en positivo, teniendo como principios en su plan de vida su felicidad y su tranquilidad. “Todo aquello que me sume lo voy a dejar y aquello que me reste, sea lo que sea, lo voy a quitar de mi vida”.
Al recibir el alta, Mario tenía un 12% de capacidad coronaria. Sin embargo, sus ganas de hacer cosas le llevaron, poco a poco, de nuevo al gimnasio y hoy en día, su corazón ya funciona al 55%, algo que los médicos todavía no se explican. Y no solamente eso. Decidió que debía saber más sobre alimentación y se matriculó en el Grado en Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Isabel I, “porque es muy importante para la dieta de un deportista saber de nutrición”. En sus directrices vitales, para tener éxito en la vida, Mario subraya que “tienes que ir siempre al límite y un poquito más allá de tu capacidad. Te tienes que autoexigir un nivel más alto”.
Un paso más
El Grado en Nutrición Humana y Dietética le llevó a dar un paso más: tener que desplazarse hasta Burgos para realizar las prácticas de laboratorio, que son obligatorias en esta titulación. En julio tuvo su última revisión médica y la doctora le dijo que podía tener una vida normal. Pero tenía que enfrentarse a la barrera psicológica de realizar un viaje largo en coche y solo. “Antes del viaje a Burgos, cada vez que cogía el coche y pasaba más de 30 minutos al volante, empezaban a dolerme las cicatrices y sufría letargia. Pero quería ir a las prácticas en Burgos, así que el viaje fue otro ejemplo de superación”. Y lo consiguió. “Ha sido mi mayor éxito, te lo puedo asegurar”, indicó satisfecho al recordar la proeza realizada en el mes de octubre. Y una vez en el laboratorio, se enamoró de las actividades. Es más, está deseando que llegue el mes de enero para volver a realizar el viaje que le lleve de nuevo a los laboratorios de la Universidad Isabel I.