Víctor Rodríguez en el programa de La 8 Burgos, habla sobre el experimento Standford y los roles sociales.
29 de enero de 2021. El experimento de la cárcel de Standford se conoce como el estudio psicológico sobre las conductas desarrolladas por el hombre, dependiente de los roles sociales que se desarrollan en un ambiente extremo como es la vida en prisión. Este experimento, liderado por Philip Zimbardo de la Universidad de Standford en 1971 ha sido el ejemplo utilizado por Víctor Rodríguez, decano de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I, para analizar la conducta de los roles que se puede extrapolar a la criminología.
Víctor Rodríguez explicó en el programa Magazine de la 8 Burgos, que este estudio buscaba una explicación a los conflictos en el sistema de prisiones estadounidense, bastante diferente al español. El experimento buscó a un grupo de voluntarios que se reclutaron publicando carteles en los que se ofrecía una compensación económica por participar en un experimento en el que se simularía una prisión. De los 70 candidatos que se presentaron Zimbardo eligió a un grupo de 24, todos ellos estudiantes universitarios, predominantemente blancos y de clase media.
El grupo fue dividido aleatoriamente en dos mitades, una serían los prisioneros y otra los guardias. Y la cárcel ficticia se instaló en los sótanos de la Universidad de Standford. Para completar el rol asignado a cada uno, a los presos se les vistió con un mono naranja, chanclas, una cadena alrededor de los tobillos e incluso una redecilla en la cabeza para simular el pelo muy corto; para dirigirse a ellos se haría con un número asignado en su uniforme, en lugar de por su nombre. Mientras, los guardias recibieron uniformes caqui de inspiración militar e incluso porras.
Una de las grandes diferencias en el experimento se produjo, explica Víctor Rodríguez, cuando se determinó que los guardias trabajarían a turnos y volverían su casa una vez finalizado su horario laboral, mientras que los prisioneros debían permanecer encerrados las 24 horas. Además, el día antes de iniciar el experimento se tuvo una reunión con los guardias en la que no se les proporcionaron muchas reglas, excepto la prohibición de ejercer la violencia física, aunque también se señaló que su responsabilidad era dirigir la prisión y que podían hacerlo de la manera que creyesen más conveniente.
El día del experimento comenzó con la detención por la policía de los ‘presos’ en sus casas a los que se acusó de robo. Pasaron por todo el proceso de detención incluido la toma de huellas dactilares, las fotografías o el traslado a la prisión ficticia donde los desnudaron y les dieron nuevas identidades.
Experimento descontrolado
El experimento se descontroló rápidamente ya que los prisioneros sufrieron un trato sádico y humillante por parte de los guardias. En un principio eran solo agresiones verbales, pero se fueron acentuando y llegaron a recibir palizas, especialmente por la noche cuando pensaban que las cámaras estaban apagadas, e incluso se demostraron conductas violentas entre los que ejercían el papel de presos. Los presos empezaron a mostrar desórdenes emocionales agudos, uno emprendió una huelga de hambre, otros trataron de amotinarse para fugarse. El experimento se suspendió en menos de una semana por el descontrol que se produjo en los roles asumidos por ambos.
El decano de la Facultad de Criminología explica que el nivel de violencia superó el interés de los científicos, incluso señala que, quizá tardaron demasiado tiempo en tomar la decisión de suspenderlo. Los científicos se sorprendieron de las reacciones de ambos grupos, aunque pudo ser una burbuja del comportamiento que se producía en el sistema penitenciario estadounidense en ese momento.’ Hoy en día ese tipo de conducta ha sido abolida en el sistema norteamericano, tan diferente al español, ya que en España el sistema carcelario tiene como función la reeducación y la reinserción en la sociedad de la persona que ha cometido un delito, que no se resuelve con palizas sino con un proceso de recapacitación en la cárcel’, matiza Víctor Rodríguez.
El experimento de la cárcel de Standford muestra en sus conclusiones que las personas asumen un rol, llegan a olvidarse de los derechos de los demás y pueden manifestar toda la agresividad que encierran dentro de sí mismos, asumiendo ese rol. ‘Si el experimento se hubiera enfocado cambiando esos roles, es decir, que una semana los voluntarios fueran policías y la siguiente semana presos, en ambos bandos, las consecuencias de este experimento habrían tenido como resultado mayor agresividad ya que se hubiera sumado al rol, la venganza’, matiza Víctor Rodríguez.
Con el tiempo, y tras 40 años desde que se realizó el experimento, las conclusiones del mismo sirven para explicar el comportamiento que pueden tener las personas cuando asumen un rol. El decano de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I destacó que ‘en una manifestación, si hay un pequeño grupo violento, se puede convertir este acto pacífico en un acto de violencia descontrolada. Para los criminólogos, estas actuaciones se pueden extrapolar para explicar muchas conductas desviadas.