20 de noviembre de 2020. En la sección semanal de Criminología en el programa del Magazine de la 8 Burgos, de la mano de Víctor Rodríguez, decano de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I, se ha abordado esta semana un tercer capítulo sobre el control social del carácter delictivo. Si en la semana del 6 de noviembre se analizó el control por parte de las instituciones y la sociedad en general, la semana del 13 de noviembre se analizó el delito en el ámbito más privado. Esta semana se han explicado las teorías criminogénicas, es decir, porqué se cometen cierto tipo de delitos; qué sucede en la mente de un delincuente para llegar a cometer un delito.
Algunas de las teorías criminogénicas tienen validez desde hace más de 100 años en la historia de la criminología. Según Víctor Rodríguez, “hoy por hoy son teorías que tienen validez y consiguen esclarecer cierto tipo de delitos por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado”. El Decano de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I ha explicado que hay unas teorías tipo que, aplicándose a una serie de delitos se suelen esclarecer en un 99.99% de los casos.
Con la Teoría de los Cristales Rotos, por ejemplo, determina que “si la sociedad mantiene en buenas condiciones el ambiente urbano, se favorece que este ambiente urbano sea estable”. Se realizó un experimento en el que, en una fábrica, aunque estuviera vacía, si no tenía ningún desperfecto, se respetaba. Sin embargo, en el momento en el que había un cristal roto, en las siguientes semanas aparecían más cristales rotos, pintadas, personas que ocupaban ese espacio privado… por eso es tan importante incidir en que las autoridades mantengan los espacios de las ciudades en buenas condiciones, limpias de basuras en las calles, de pintadas en una fachada o de vehículos abandonados.
Estos comportamientos que sirven a algunas personas a romper el bien de otras personas cuando ya tiene algún desperfecto, también explica otras actuaciones colectivas. Es el caso de la actuación en alguna manifestación que concluye en disturbios. Víctor Rodríguez ha explicado que normalmente, las manifestaciones comienzan de una manera pacífica, pero, en alguna de ellas, llega un momento en el que alguien tira una primera piedra. En ocasiones, esa primera persona se va a su casa, pero el grupo, amparado en el colectivo continúa esa escalada de violencia causando destrozos en la vía pública.
El decano de la Facultad de Criminología de la Universidad Isabel I matizó que ese primer acto vandálico que despierta la escalada de violencia es intencionado. “Hay muchas pruebas de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con cámaras que llevan los agentes antidisturbios que demuestran cómo los cabecillas de un grupo ensalzan a los demás y en el momento en el que se empieza a generar el bullicio se comprueba cómo desaparecen en dirección contraria”.
Víctor Rodríguez analizó el grado de violencia que existe en países con una cultura similar como Estados Unidos y Canadá, siendo el primero un país en el que es muy sencillo acceder a las armas y su índice de mortalidad por arma de fuego es muy superior al de su vecino canadiense. Las decisiones que se adopten para regular, por ejemplo, el uso de las armas de fuego es lo que se puede definir como el control social del delito.
Para concluir, el experto en criminología de la Universidad Isabel I matizó que cuando una persona se encuentre con un tumulto de gente, lo más recomendable es separarse del grupo, no dejarse llevar por el momento de tensión, no es justificable finalizar una protesta pacífica con vandalismo. Todo acto vandálico tiene unas consecuencias que, en ocasiones, concluyen con una detención.