Cacao, ¿qué hay de cierto en su efecto cardioprotector?

Serie: 'La vitamina inquieta' (VII).

Desde la antigüedad al cacao ya se le atribuían propiedades saludables, que lo aproximaban más hacia un uso terapéutico que alimentario. Este “superalimento” se encontraba dentro de la variedad de productos que se importaron desde América. Portugal monopolizó su comercio inicial, luego España desarrolló una nueva fórmula para el consumo del cacao como bebida, añadiendo canela y azúcar de caña. Desde aquí, pasó a Francia, Italia y el resto de Europa donde se modificó su comercialización en forma de tabletas y para repostería.

Según datos de la Asociación Española del Dulce en 2019, los españoles consumimos más de 7 kg de cacao y derivados por persona y año. La mayoría es en forma de tableta (36%) seguido de cacaos en polvo (26%), bombones (15%), snacks de chocolate (13%) y cremas para untar (10%). Las formas, variedades y presentaciones para la comercialización del chocolate son muy diversas: chocolate negro, con leche, blanco, con frutos secos, chocolate rosa y un amplio etc. Se trata en cualquier caso de uno de los caprichos culinarios más demandados.

En la actualidad existe un interés creciente sobre las propiedades saludables del cacao, el cual contiene más de 50 compuestos bioactivos. Los estudios se han centrado especialmente en sustancias con capacidad antioxidante presentes en el cacao en cantidades apreciables. Por ejemplo, podemos encontrar entre 10 miligramos y 50 miligramos de polifenoles por gramo de cacao natural, concretamente flavonoides del tipo flavanoles (epicatequina, catequina y procianidinas). De hecho, el cacao natural es una de las fuentes más ricas en flavanoles de la naturaleza. Diversos ensayos clínicos han observado que los componentes del cacao producen un efecto vasodilatador que favorece el control de la tensión arterial, aumentan la sensibilidad a la insulina mejorando el metabolismo de la glucosa, mejoran el perfil lipídico e inhiben la activación y la adhesión de las plaquetas, además de tener un potente efecto antioxidante y antiinflamatorio. Este último es quizá el efecto más importante, más estudiado y el mejor sustentado, ya que la inflamación es la base de muchas enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, el cáncer o el deterioro cognitivo.

Sin embargo, y antes de atacar las estanterías de chocolates en los supermercados, se debe tener muy presente que todo el efecto beneficioso atribuido al chocolate procede de su consumo en forma de cacao puro y en el marco de una alimentación variada. Así tenemos que, a mayor contenido de cacao en el producto, la cantidad de flavanoles será mayor y, al contrario; chocolate con leche o chocolate blanco (que no es considerado chocolate), tendrán una cantidad poco interesante o nula de sustancias antioxidantes según sea el caso. A estas circunstancias debemos sumar que cada preparación que se realiza a partir del cacao natural va añadiendo otro tipo de ingredientes menos interesantes para la salud, los cuales incluso pueden comprometerla, como son los azúcares y grasas saturadas que se utilizan para la obtención de tabletas y otros derivados del cacao. Un consumo excesivo de chocolate, especialmente de formas muy calóricas ricas en grasas y azúcares, puede anular completamente el beneficio de los polifenoles. Leer la letra pequeña y buscar productos con un alto contenido en cacao son la mejor garantía para hacer una elección responsable.

Por lo tanto, aunque el efecto cardioprotector está presente en el cacao puro como tal, dependerá de nuestra elección de consumo el ver beneficiada nuestra salud cardiovascular con él.

Referencias

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Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1824

Burgos, España