Javier López Otero - Jue, 05/12/2019 - 16:58
El incremento de las temperaturas en el planeta durante las últimas décadas es una evidencia empírica y una multitud abrumadora de estudios empíricos la relacionan con las emisiones de CO2 a la atmosfera, que a su vez genera el conocido efecto invernadero, dando lugar a dicho incremento de las temperaturas. A este respecto, cabe mencionar que también es una evidencia que la producción de CO2 se explica esencialmente por el volumen de la actividad industrial, la producción de energía eléctrica y el transporte, y a su vez estos factores están indirectamente relacionados con el volumen de la población.
Figura 1. Emisores de CO2 según sector de origen. Fuente: Agencia internacional de la Energía, Banco Mundial y Our World in data.org (2015).
Sin embargo, se está produciendo una disminución de emisiones de CO2 en estos tres ámbitos en el mundo occidental, (a pesar de haber sido el espacio que históricamente ha sido el mayor foco de emisiones), mientras que por el contrario en el mundo oriental está aumentando. La razón estriba en que es el espacio geográfico oriental donde más se está concentrando la actividad industrial, gracias al fuerte crecimiento económico de sus países en los últimos años, y a las deslocalizaciones industriales desde EE.UU. y la UE.
Igualmente, sus populosas ciudades realizan una ingente y creciente cantidad de desplazamientos internos e interurbanos. La conurbación de Shangai agrupa a 34 millones de habitantes (más de la mitad de la población de España) y, por último, tanto la población como su emergente industria demanda cada vez más energía para uso doméstico e industrial.
Figura 2. Principales emisores de CO2. Fuente: Global carbon Atlas (2017).
Por otra parte, la producción de emisiones per cápita arroja una perspectiva bastante diferente. En los países occidentales cada habitante de promedio contamina mucho más que un habitante de los países orientales. A pesar de ello, como indica la figura 3, en los últimos 35 años la tendencia del mundo occidental ha sido hacia la reducción de las emisiones per cápita, mientras que en el mundo oriental la tendencia ha sido generalmente la opuesta. En Rusia y Japón la tendencia ha sido una fluctuación que ha resultado en un posición similar a la de partida.
Figura 3. Algunos de los principales países emisores del mundo representados como emisiones de CO2 per cápita. Fuente: Banco mundial (2019).
A este respecto, cabe mencionar que la próxima cumbre del clima debería ir en la línea de ahondar en la reducción de las emisiones per cápita de los países occidentales (especialmente EE.UU.), pero también debería tomar en consideración la tendencia creciente en las emisiones per cápita de los países asiáticos, y que es el ámbito geográfico más contaminante del planeta en este momento.
La solución en estos países pasa esencialmente por sustituir el carbón por otro combustible no fósil para producir energía eléctrica. Igualmente, algunos investigadores señalan que sería necesario reemplazar la combustión doméstica de fuel barato y extremadamente contaminante e incluso el uso de excrementos de vaca como fuel. A esto cabe añadir la ingente cantidad de desplazamientos en vehículos que generalmente son bastante contaminantes. Obviamente, todo esto se produce por un bajo nivel de poder adquisitivo de la población.
Por otra parte, muchos países emergentes a los que se les solicitan esfuerzos para reducir emisiones, presentan varios argumentos en contra. El más evidente consiste en que los países occidentales tienen aún un amplio margen para reducir las emisiones per cápita. Pero también el hecho de que una reducción de las emisiones puede influir negativamente en el crecimiento y desarrollo de sus respectivos países. Ello se apoya teóricamente mediante la curva de Kuznet (1960), la cual establece que el proceso de incremento de renta per cápita en los países se describe como una función en forma de U invertida, en la cual, el crecimiento de los países implica un incremento de emisiones CO2 hasta un punto de inflexión, a partir del cual, es posible incrementar la renta per cápita disminuyendo las emisiones, como ocurre por ejemplo en la mayor parte de las economías terciarizadas de Europa.
Fuente: Environmental Kuznet curve y Oficina de estadística nacional del Reino Unido (2019).
Este modelo ha sido muy criticado, ya que la contaminación no depende únicamente de la renta per cápita, existen otros factores como las regulaciones ambientales, la población, la estructura económica, etc.
Por otra parte, la disminución de emisiones en Europa se explica claramente por la mejora en los procesos productivos y el crecimiento en sostenibilidad del transporte, pero es evidente que la deslocalización de la industria ha repercutido positivamente. A este respecto, cabe decir que dicha actividad manufacturera que se ha deslocalizado desde Europa, tuvo que relocalizarse a otros países, generalmente emergentes. En consecuencia, Europa ha exportado una actividad contaminante que necesariamente debe ser realizada para abastecer la demanda mundial de productos, y que por la coyuntura económica se localiza actualmente en el continente asiático, aunque podría volver a desplazarse de nuevo.
En cualquier caso, es una obviedad que los países asiáticos se han convertido en los principales emisores de CO2 y una drástica reducción de sus emisiones podría interrumpir el desarrollo que están teniendo y volver a sumirlos en la pobreza que se encontraban años atrás. Sin embargo, ésta es una cuestión que la coyuntura climática obligará a que sea abordada cuanto antes. El acuerdo de reducción de emisiones es un asunto verdaderamente difícil y delicado, pero todos los países desarrollados y emergentes deberán contribuir en proporción a resolver el problema.
Artículo redactado con la colaboración de Antonio Gavira Narváez.
Editor: 05/12/2019 Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-398X
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