Víctor Rodríguez González - Mar, 10/12/2019 - 18:44
Desde la criminología se pueden hacer valiosas aportaciones relacionadas con el cambio climático entre las que encontramos, teorías planteadas por estudiosos de la materia que buscan explicar la aparición de ciertos delitos en función del clima, así como el propio estudio de los delitos que se comenten contra los recursos naturales y el medio ambiente con el objetivo de prevenir e intervenir en los mismos.
En el S.XIX, el belga Adolphe Quetelet, postuló las “Leyes térmicas de la delincuencia” con el objetivo de explicar la influencia del clima en la comisión de determinados tipos de delitos, basándose en la temperatura ambiente y en las diferentes estaciones del año.
Estas leyes, no solo fueron postuladas en base a sus múltiples estudios realizados y refutados posteriormente por un estudio transcultural realizados en 136 países, sino a que entendió que era necesario dar una explicación a ciertas oleadas delictivas que se solían dar de forma cíclica todos los años. Otros autores como Emil Kraepelin o André-Michel Guerry, hicieron importantes aportaciones a los postulados de Quetelet e incluso, añadieron ciertas conclusiones que ellos mismos pudieron estudiar en Francia, Italia o Alemania.
De este modo llegó a postular 3 leyes térmicas que, en la actualidad, siguen siendo completamente aplicables, aunque no todos los estudiosos del campo están de acuerdo con estos postulados:
1ª. Durante los meses de invierno, cuando las temperaturas son más bajas, se cometen más delitos contra los bienes y el patrimonio. Según Quetelet, esto se debe a que los días son más cortos y se dispone de más tiempo con el amparo de la noche para poder delinquir sin ser visto. Aunque este axioma puede parecer incorrecto, es durante las fechas en la que el domicilio se encuentra vacío cuando más asaltos se producen, ya que durante estos meses invernales se producen múltiples desplazamientos o periodos vacacionales que son aprovechados por los delincuentes.
2ª. En contraposición, durante los meses de verano se producen muchas más agresiones y delitos contra las personas debido a que el aumento de las temperaturas y de horas de luz hace que se pase mayor tiempo en la calle y las personas tienda a mantener más relaciones e interacciones sociales, lo que supone que, a la fuerza, algunas de estas interacciones sociales terminen de una forma agresiva.
3ª. Por último, durante los meses de primavera, se vio que se producían un mayor número de agresiones sexuales. Es justamente en esta época cuando termina el invierno y la vestimenta vuelve a cambiar, a ser menor, y se comienzan a liberar las energías que se habían acumulado para el invierno. Pero incluso esta ley tiene relación con nuestro lado más “animal” ya que en primavera suele ser cuando comienza la época reproductiva de los animales, y el ser humano, no deja de serlo, por lo que aquellos individuos que no son capaces de reprimir dicho instinto acaban cometiendo agresiones sexuales.
Aunque estas leyes llevan más de un siglo siendo aplicadas y llegando a refutarse año tras año, la evolución de la propia sociedad y de las TIC, hace que se puedan ver modificados alguno de estos postulados. Así por ejemplo, desde que se dio el auge (en torno al año 2012) de nuevas formas de entretenimiento desde casa (plataformas de juegos online, plataformas de películas y series en la web, etc.) en las que en muchas ocasiones, hace que las personas no abandonen sus domicilios (especialmente en invierno), se ha visto disminuido el número de delitos contra los bienes pero en contraposición, han aumentado muy significativamente los delitos cometidos a través de la red, aprovechando en muchas ocasiones estas mismas plataformas más utilizadas.
Del mismo modo, todos estos estudios sirvieron para lanzar la primera hipótesis que establecía una relación lineal entre la agresividad y la temperatura ambiente, y es aquí donde la relación de los delitos con el cambio climático se hace más presente por la simple razón del aumento de las temperaturas medias que el planeta ha sufrido en los últimos 25 años.
Esta situación nos hace plantearnos varias cuestiones de interés criminológico: ¿Nos encontramos ante una posible modificación en los postulados de Quetelet debido al cambio climático? ¿Se verán reducidos los delitos contra el patrimonio y aumentarán los delitos contra las personas debido al calentamiento global? ¿Se han quedado obsoletas las Leyes térmica debido a nuestro cambio de hábitos de vida? Cuestiones sin respuesta que abren un debate y un campo de estudio interesante en este ámbito.
Por otro lado, la criminología también se interesa por la prevención e intervención en delitos cometidos contra el medio ambiente, más aún en la actualidad donde nos encontramos con atentados constantes contra nuestros montes y bosques, así lo corroboran algunos de los datos que se muestran en el informe anual de incendios forestales que publica WWF (2019): en la región mediterránea (Portugal, España, Francia, Italia, Grecia y Turquía) arde al año el 80% de la superficie total quemada en el continente, siendo el 95% de estos incendios ocasionados por el ser humano, ya sea de forma negligente o intencionada. Actuaciones que además se ven fomentadas por el incipiente calentamiento global y que a su ve fomentan el cambio climático.
Es en este ámbito donde nace la Criminología Verde o Green Criminology, interesada por el estudio de la prevención de los delitos y ataques contra el medio ambiente, los animales y el planeta. Área de esta ciencia en crecimiento debido a la mayor concienciación existente actualmente sobre el perjuicio que estamos ocasionando a todo el ecosistema, así como las nefastas consecuencias que esto conlleva y conllevará a la especie humana.
La realidad actual nos hace tener ciertas dudas al respecto: ¿está siendo realmente de interés prioritario para las administraciones públicas la prevención e intervención en esta materia?, ¿es realmente la Criminología Verde una ciencia incipiente en nuestro país o meramente un término teórico?
Con esta exposición de ideas hemos querido mostrar la relación bilateral entre la criminología como ciencia y el medio ambiente, es decir, cómo los cambios que se producen en este entorno permiten explicar y comprender la delincuencia, y cómo esta ciencia puede intervenir en los delitos cometidos contra el entorno.
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