Raúl Gómez Ferreira - Jue, 05/12/2019 - 11:21
Definitivamente sí, conocer y adecuar las condiciones de trabajo donde desarrollan, los diversos puestos de trabajo, sus actividades, es un hecho necesario e imprescindible para reducir la siniestralidad laboral. Para ello, la Ley 31/1995, y más tarde uno de sus desarrollos reglamentarios, el RD 39/1997, darían contenido a lo que se conoce como “Evaluación de Riesgos”, y que se define como “el proceso dirigido a estimar la magnitud de aquellos riesgos que no hayan podido evitarse, obteniendo la información necesaria para que el empresario esté en condiciones de tomar una decisión apropiada sobre la necesidad de adoptar medidas preventivas y, en tal caso, sobre el tipo de medidas que deben adoptarse”; siendo, por consiguiente, el proceso de evaluar los riesgos una obligación empresarial, además de ser parte del ciclo de mejora continua que cualquier empresa debe aplicar en su gestión.
En este sentido, hay que destacar lo que formulan algunos organismos y entidades sobre el proceso de evaluar los riesgos, como la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo (AESST), quien, en su afán de dotar a Europa de un entorno de trabajo más seguro, agradable y productivo, y de mejorar las condiciones de trabajo, expresa que la “Evaluación de Riesgos constituye la piedra angular del enfoque europeo para la prevención de accidentes y enfermedades profesionales”.
No obstante, el efecto de evaluar los riesgos sirve para que el empresario tenga a su disposición un diagnóstico de PRL de su empresa, y pueda adoptar las medidas de prevención necesarias para prevenir el riesgo y evitar el accidente de trabajo. Pero esto no es una tarea fácil, prueba de ello es la realidad de una obra de construcción, en los que se muestran escenarios muy dispares y de constantes cambios que, en muchas ocasiones, precisan de la justa subjetividad del evaluador, y, por lo tanto, resulta clave su distinguida formación y experiencia en PRL. Además, los constantes cambios de este sector económico, convierten a la “Evaluación de Riesgos” en un proceso dinámico, que debe revisarse periódicamente y que debe quedar documentado; especificándose, para cada puesto de trabajo, las medidas preventivas necesarias para que las condiciones de trabajo sean las más beneficiosas.
Por lo tanto, para que una “Evaluación de Riesgos” sea correcta, en una primera instancia, es necesario “hacer un inventario de acciones, con el fin de diseñar, mantener o mejorar el control de los riesgos estimados” (ANECOP, 2006). Y cuando el resultado de la “Evaluación de Riesgos” determine que el riesgo no está controlado y reducido a magnitudes triviales o tolerables, es necesario tomar medidas y generar acciones preventivas para reducirlos; proceso que, en su conjunto, en el ámbito de PRL, se denomina Gestión del Riesgo.
Editor: 05/12/2019 Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN 2695-284
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