Selene Baos Muñíz Profesora del Grado en Nutrición Humana y Dietética
Vie, 20/10/2023 - 08:52

AlergiasNiña con alergias.

Serie: 'La Vitamina Inquieta' (XLIII)

Diferentes partes del cuerpo humano, como la piel, las membranas mucosas, el sistema respiratorio, el útero, la vagina y el sistema digestivo, albergan complejas comunidades microbianas adaptadas a las características específicas de cada tejido. Cálculos recientes han revelado que la proporción de bacterias en relación con las células humanas es prácticamente 1:1 (3,8 x 1013 bacterias frente a 3 x 1013 células humanas) en una persona promedio de 70 kg (1). La relación simbiótica entre los seres humanos y los microorganismos es el resultado de una interacción biológica que ha evolucionado en el tiempo. Los microorganismos residentes en nuestro cuerpo actúan como defensores del huésped contra enfermedades, manteniendo sus propios nichos ecológicos y utilizando la fibra vegetal que consumimos para obtener energía y producir metabolitos beneficiosos para nuestras células.

Se define como microbiota al conjunto de microorganismos que residen en nuestro cuerpo, incluyendo principalmente bacterias, pero también hongos, arqueas, virus y parásitos. No hay que confundir este término con microbioma que es la colección de genes expresados por estos microorganismos, los cuales contribuyen a un nicho biológico particular o a un ecosistema específico (1).

Desde el momento de nuestro nacimiento, la relación de simbiosis entre la microbiota y nuestras células experimenta cambios constantes en respuesta a adaptaciones. Además, la diversidad del microbioma varía significativamente de un individuo a otro. Esto plantea la posibilidad de que el microbioma pueda convertirse en una herramienta poderosa en la medicina personalizada, donde las decisiones clínicas podrían basarse en la diversidad del microbioma. La variabilidad entre las personas y las variaciones que se producen a lo largo de la vida dificultan la definición de lo que constituye una microbiota "normal" o saludable. No obstante, en términos generales, se considera que una microbiota es más saludable cuanto mayor es su diversidad y equilibrio entre diferentes especies. Otros indicadores relacionados con una microbiota saludable incluyen su capacidad para producir ácidos grasos de cadena corta y su capacidad para mantener la integridad de la barrera epitelial (1).

Figura del ser humano y distintas alergias

Figura 1: Alteraciones en la composición del microbioma y su relación con un mayor riesgo de padecer asma, rinitis alérgica (en tracto respiratorio y pulmones), dermatitis atópica (en la piel) y alergias alimentarias (en el intestino). Se ha observado que la presencia o el aumento de ciertos géneros y especies bacterianas se relaciona con un aumento en el riesgo de desarrollar enfermedades alérgicas (indicado por una flecha roja apuntando hacia arriba) o, por otro lado, puede tener un efecto protector (indicado por una flecha verde apuntando hacia abajo). Adaptada de (1).

Los cambios en la composición del microbioma, conocidos como disbiosis, están relacionados con el desarrollo de ciertas condiciones patológicas, como enfermedades cardiovasculares, gastrointestinales, metabólicas, neurodegenerativas y cáncer. Pero, además, la disbiosis puede aumentar el riesgo de enfermedades alérgicas, como el asma, la rinitis alérgica, la dermatitis atópica y las alergias alimentarias (1) (Figura 1).

El ecosistema microbiano que se encuentra en el tracto digestivo es el más complejo, diverso y abundante en el cuerpo humano, con la mucosa oral y el tracto gastrointestinal concentrando la mayor cantidad de microorganismos. En el tracto gastrointestinal, especialmente en la sección entre el colon y el apéndice, se pueden encontrar entre 109 y 1.011 bacterias por gramo de contenido luminal. Tradicionalmente, se creía que la colonización del tracto gastrointestinal comenzaba inmediatamente después del nacimiento, pero investigaciones recientes han demostrado que este proceso comienza incluso antes, en el útero. Después de los primeros 2-3 años, con la plena incorporación de alimentos sólidos a la dieta, la microbiota intestinal se establece y persiste a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, la composición de la microbiota intestinal cambia con el tiempo debido a factores como la edad, la dieta, el uso de antibióticos, el tabaquismo, el estilo de vida y las condiciones ambientales (1).

Las enfermedades alérgicas se producen cuando el sistema inmunológico reacciona de manera exagerada a sustancias inofensivas, llamadas alérgenos, lo que desencadena respuestas inmunológicas específicas a nivel celular, dando lugar a la aparición de síntomas que pueden afectar a diferentes partes del cuerpo. Varios estudios han demostrado que la presencia de bacterias específicas en el tracto gastrointestinal desempeña un papel en la promoción de respuestas tolerantes a moléculas de alimentos. Sin embargo, es menos conocido, que desbalances en las comunidades microbianas del intestino se han vinculado con el desarrollo de enfermedades que pueden afectar áreas del cuerpo distintas al tracto digestivo. Esta comunicación entre la microbiota intestinal y órganos lejanos se ha estudiado en detalle, dando lugar a conceptos como "eje pulmón-intestino" (2).

Intestino interno

Intestino.

En una revisión reciente realizada por Saint-Criq y otros (3) se exploran los cambios en el microbioma durante el proceso de envejecimiento y su relación con el sistema inmune. La vejez se asocia con desequilibrios en la microbiota intestinal y pulmonar. Por eso, estos autores proponen que una mejor comunicación bidireccional entre el intestino y los pulmones podría ser un vínculo importante entre el estado nutricional y la susceptibilidad a enfermedades respiratorias en individuos ancianos. Las personas mayores suelen estar en riesgo de desnutrición, ya que sus necesidades dietéticas cambian con la edad y la ingesta de nutrientes no siempre se ajusta adecuadamente. Añadido a esto, las personas mayores a menudo presentan una microbiota desequilibrada. Por lo tanto, además de optimizar la ingesta de nutrientes y adaptar las pautas alimentarias, podría ser necesario proporcionar suplementos nutricionales que restablezcan el equilibrio microbiano. Estos suplementos pueden incluir probióticos, prebióticos o simbióticos que mejoran la supervivencia y la implantación de microorganismos en el tracto gastrointestinal (4). La microbiota se podría considerar una diana terapéutica a través de la intervención de estos suplementos para tratar enfermedades alérgicas y asma, pero su uso ha presentado resultados diversos como para asegurar su beneficio (1, 5).

La microbiota coloniza muchas superficies y órganos del cuerpo, teniendo un impacto considerable en la fisiología y salud humanas. El papel de la microbiota intestinal en el desarrollo de alergias respiratorias y asma es un tema de interés. Es importante destacar que, en este momento, los resultados de los estudios clínicos relacionados con la administración de probióticos, prebióticos y simbióticos para mejorar enfermedades pulmonares son preliminares, y se necesita una mayor confirmación antes de que estas opciones se apliquen en la práctica clínica. Sin embargo, los datos obtenidos hasta ahora sugieren que, la nutrición podría ser un nivel de intervención de fácil acceso para prevenir enfermedades pulmonares.

Bibliografía

1. Zubeldia-Varela E, Barker-Tejeda TC, Obeso D, Villaseñor A, Barber D, Pérez-Gordo M Microbiome and Allergy: New Insights and Perspectives. J Investig Allergol Clin Immunol. 2022; 32(5): 327-44.

2. Antunes KH, Fachi JL, de Paula R, da Silva EF, Pral LP, dos Santos AÁ, et al. Microbiota-derived acetate protects against respiratory syncytial virus infection through a GPR43-type 1 interferon response. Nat Commun [Internet]. 2019 [consultado 10 octubre 2023]; 10(1): 3273. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6646332/.

3. Saint-Criq V, Lugo-Villarino G, Thomas M. Dysbiosis, malnutrition and enhanced gut-lung axis contribute to agerelated respiratory diseases. Ageing Res Rev. 2021; 66: 101235.

4. de Vrese, M, Schrezenmeir, J. Probiotics, prebiotics, and synbiotics. Adv. Biochem. Eng. Biotechnol. 2008; 111, 1-66.

5. de Vrese, M, Winkler, P, Rautenberg, P, Harder, T, Noah, C, Laue, C, et al. Probiotic bacteria reduced duration and severity but not the incidence of common cold episodes in a double blind, randomized, controlled trial. Vaccine. 2006; 24(44-46), 6670-74.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1824

Burgos, España

Añadir nuevo comentario

La Universidad Isabel I tratará la información que nos facilite con el fin de publicar su comentario como respuesta a esta entrada de su blog, así como para mantenerlo informado de nuestra actividad. Más información sobre este tratamiento y sus derechos en nuestra política de privacidad.